Indira Gallegos Zepeda. Hoy sé quién eres y quién fuiste. Imagino el dolor que habrás sufrido por amor o por la vida misma que a veces nos hiere sin parar. De algún forma sé que puedes leerme o quiero imaginarme que lo haces. Tu nombre y el de tu pareja han estado en boca de todos y yo quiero dejarte descansar en paz, pero necesito encontrar la manera de pedirte perdón porque al señalar a tu pareja, te ofendí, quizá, y quiero respetar y honrar tu vida y tu partida y respetar el dolor de los que te amaron.
Cuando vi la nota de tu desaparición y deceso, y que en esa misma nota decían que tu pareja estaba también desaparecida, enfurecí. Hay cada vez más hombres que odian a las mujeres, que las violentan y que las matan.
La nota que leí por supuesto era tendenciosa:“El novio de Indira Gallegos está desaparecido”. No había manera de no pensar que él te había quitado la vida.
Tu hermana hizo un comunicado en el que absuelve a la persona que amaste como un feminicida y también lo exime de culpa alguna por tu partida. Así que en mis redes sociales pedí perdón por señalarlo.
Sabrás, Indira, donde quiera que estés que este país se ha teñido de rojo ante cientos de feminicidos. Desde donde ahora tú estás todo es claridad y paz. Te ofrezco una disculpa por haber señalado a tu pareja llamada Ramón como el que te arrebató la vida.
Cientos de hombres y mujeres empezaron a atacarme, exactamente como yo pensé o imaginé que te había atacado tu pareja. Desde “ojalá le regrese el cáncer, ”maldita ruca ojalá que te mueras”. No todos los comentarios, debo contarte, fueron provenientes de los hombres, muchas mujeres también lo hicieron.
Pero, aquí la que importa eres tú. Tu dolor debió ser infinito y quisiera poder abrazarte pero no puedo hacerlo y solo me queda abrazarme a mí misma por mi error, y porque tu partida deja huellas en muchos.
No puedo imaginar el dolor de tu familia, con el tiempo entenderán, quizá, hasta que deje de doler tanto, que a donde te fuiste es a un lugar maravilloso. Y si el hombre que amaste y te amo de casualidad me lee, le pido perdón también por haberlo señalado como el culpable de tu partida. Hay hombres que todavía aman a sus pareja. Todavía...
Mi columna de hoy es mi forma de darle el pésame, también a tus familiares y amigos. Y es mi manera de creer que donde quiera que estés me has perdonado por escribir como un impulso, llena de rabia, imaginando que alguien te había quitado la vida. Esa, tu vida que es sagrada y que cuando el dolor es insostenible tu partida es sagrada también.
Descansa en paz, Indira.