Hola, Ana Elizabeth García Vilchis:
Aunque todo mundo te conoce como “La Vilchis”, me referiré a ti con respeto y sororidad.
Lo que sé de ti es poco, pero ha ido saliendo más información acerca de tu persona y de las grandes cantidades que recibes por el puesto humillante al que accediste ocupar.
Se dice que tu esposo gana grandes fortunas de dinero y pues no está mal.
Leo que eres mamá de Mateo, un niño de 9 años. ¡Elizabeth! ¿Cómo puedes aceptar el cargo que tienes si sabes que a tu hijo le harán un montón de bullying?
Perdóname, pero eres una mujer que aceptó hacer un personaje muy controversial y no todo mundo te quiere ni lo acepta.
Pero me asomé hoy a tu Instagram. Leo que eres antropóloga (¿?) pero que por diez años te dedicaste a supervisar los contenidos web de La Jornada. Me pasó exactamente igual. Estudié Psicología pero ahora me dedico a cosas que tienen que ver con la comunicación, por eso es que cuento con esta gran oportunidad de escribir y poder expresarme. Gracias a ello, hoy también te escribo a ti. Así que entiendo que lo que estás haciendo ahora no tiene nada qué ver con la Antropología. O quizá sí en cuanto a que la Antropología también desmenuza y cuestiona al hombre.
También en tu biografía leo que casi te nos vuelves diputada en Puebla. Te ha interesado estar dentro de la política así, a pasitos… con prudencia.
Tu esposo, René Sánchez Galindo se dedica a ser consultor Jurídico del Ejecutivo Federal. Desde el 2018 ha estado involucrado en el gobierno. Se le ha acusado de cobrar multas y cuotas a los comerciantes ambulantes para que puedan trabajar. También quiso colarse en las filas de las diputaciones sin éxito.
Hoy se le señala como un hombre que tiene ahí nomás siete propiedades valuadas en 598 mil pesos unas y otras en 5 millones 339 mil pesos, o sea que tiene un dineral en bienes inmuebles. Está bien superarse y aspirar a algo mejor y salir de la zona de confort y vivir cómodamente y con lujos, pero la cosa está en que lo que recibe de sueldo tu esposo no justifica tal cantidad de propiedades.
También la cosa está en que tú pregonas cada miércoles que estás muy de acuerdo con que “primero los pobres” y pues luego los ricos, porque no se ve que tú la mal pases y afortunadamente qué bueno que sea así.
El tema de que te trabes mucho al leer y hablar en el espacio que López Obrador te dio para que tú te aventarás las broncas y no él, pues como psicóloga que soy te diría que te pasa porque sabes muy bien que lo que lees es falso.
Por eso te tiembla la voz. Por eso raro el nombre de tu sección en la mañanera: “Quién es quién en las mentiras”. No pues… es que también tú nos estás mintiendo Elizabeth. Eres parte de esas mentiras. Formas parte de lo que tanto criticas.
Me da tristeza que hayas aceptado el puesto que te ofreció López Obrador. En realidad fue eso, aventarte a ti para que tú te ridiculizaras al leer las supuestas fake news de redes sociales.
Pero quizá para ti eso está bien. Estás en tu derecho de decir quién es mentiroso y quien inventa cosas.
Pero ahora el presidente de la nación, al que tanto se ve que quieres, te aventó a cometer ya bajezas infinitas como el obligarte a exponer los sueldos de los ministros de la Suprema Corte en tu sección .
Otra vez, claro, tartamudeaste al decir cuanto percibe cada magistrado de este país. Me parece que esa es una información innecesaria que golpea a nuestros jueces y magistrados, los que le dan peso y valor a las leyes en este país. Si ganan lo que ganan bien por ellos si ellos nos aseguran velar porque exista justicia en este país.
Y pues bueno, aceptaste otra vez ese “ofrecimiento”.
Supongo que te brillaron los ojos ante un nuevo aumento quizá o ante la posibilidad de seguir viviendo de algún otro puesto que se te vaya a dar, porque sinceramente no estoy tan segura que la futura presidenta quiera que estés ahí en sus conferencias que dará. No porque no te quiera, ya he visto fotos de ustedes dos juntas y felices y sonrientes pero creo que Claudia Sheinbaum no permitirá que estés expuesta más. Si yo fuera Claudia Sheinbaum te daría algún puesto cercano a la Presidencia pero te quitaría de las conferencias, pues, Elizabeth, tu personaje ya está muy desgastado y lo sabes.
Y es un sigo pensando en tu pequeño niño y en la cosas que debe de vivir y enfrentarse, ante las burlas de sus amigos por tu trabajo que es francamente complejo de describir.
Elizabeth, no te digo todo esto por la red social X porque me bloqueaste en ella. Como lo has hecho con muchas personas. Te gusta exponer a la gente pero no te gusta que te expongan. Y sinceramente el presidente de este gran país no le importa si te has vuelto la burla de muchos y el “hazme reír” de todos cuando, en tu prisa por querer mostrar seriedad al leer lo que lees cada miércoles, aparecen errores en tu dicción, que como te vuelvo a expresar, tienen su origen en la parte emocional. No entiendo por qué el presidente no se encargó de tu sección
Pero por aquí te expreso lo que pienso, muy probablemente no te importe mi opinión. Y es que sí, no soy nada. Soy solo una ciudadana más que cuenta con una gran bendición que es poder escribir libremente.
No todo es el dinero, Elizabeth. Hay cosas que valen más que eso como la dignidad. La presión que tienes encima de ti es mucha. La gente cada vez está más despierta y ya no quiere numeritos donde les canten mentiras pero además donde se les exponga a los servidores públicos lo que ganan y perciben ni a ellos ni a periodistas.
Ya te sucedió a ti. Estar hablando de los sueldos de otros, terminó por que se estuviera hablando de los ingresos de tu esposo y de los tuyos.
Ingresos muy elevados que rompen con el discurso de la austeridad republicana.
El sueldo que tú percibes viene de mi dinero. Espero que eso nunca lo olvides. Lo que ganas mensualmente es el dinero que no es de López Obrador sino de cientos de mexicanos que honradamente nos esforzamos por pagar nuestros impuestos puntualmente.
Ojalá tengas presente que si existes mediáticamente hablando y te encuentras trabajando en un espacio en las mañaneras que te ha hecho famosa y que, ¡wow!, qué bendecida, al trabajar nada más una vez a la semana, es gracias a nosotros. A ese “pueblo” que anhela un mejor país, con gobiernos más justos. El pueblo, Elizabeth, te paga tu sueldo. Ojalá no lo olvides. Ojalá reconsideres cambiar de puesto. Ojalá no te dejes usar más.
Te lo deseo de corazón.
Es cuanto.