La guerra arancelaria desatada por Donald Trump está generando una batalla comercial dentro de la industria aeronáutica, que está perjudicando a la fabricante norteamericana Boeing, y dejándole el terreno libre a la fabricante de aviones francesa Airbus, según lo recopilado por el medio Bloomberg.

Hace muchas columnas atrás, les comenté que Donald Trump no entiende de aviación, y mucho menos de la importancia de mantener buenas relaciones con tus proveedores y clientes.

Revisando hasta dónde ha escalado esta guerra arancelaria sin sentido por parte del gobierno de los Estados Unidos, nos encontramos que China ha ordenado a sus aerolíneas que no reciban los aviones de la fabricante norteamericana Boeing.

Es por todos sabido lo mucho que le ha costado a Boeing retomar el ritmo de producción, y acomodar sus equipos en las aerolíneas a nivel mundial, así que no es nada esperanzador este nuevo golpe, que incluye tanto la recepción de nuevas aeronaves completas, como de piezas de refacción.

Según el medio Bloomberg, el asunto está más o menos así “la suspensión afecta al Boeing 737 MAX, uno de los aviones de pasillo único más vendidos del mundo, del que la firma estadounidense ha entregado este año 13 unidades en China, junto a tres Boeing 787 de doble pasillo. En sus hangares todavía esperan 28 MAX y un 787 destinados al mercado chino”.

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Lo anterior debe revisase con cuidado por todas las implicaciones. De entrada, en el mercado aeronáutico de la región de Asia, China es el principal cliente para Boeing; las estimaciones hechas por la fabricante han calculado que en los próximos 20 años China requerirá poco más de 8 mil aeronaves para ir reemplazando y añadiendo a sus flotas, con la finalidad de tener una aviación eficiente.

En la actualidad, el arrendamiento es lo que hace que las líneas aéreas tengan aviones cada vez más nuevos y que su mantenimiento sea mínimo. Por supuesto que las previsiones de Boeing para colocar sus equipos se vienen abajo cuando la guerra arancelaria toma tintes apoteósicos, y deja el camino allanado para que otra fabricante levante la mano, y provea esas nuevas aeronaves.

Un dato más exacto: la aviación china representa para Boeing la cuarta parte de su producción. Insisto, Trump sigue disparándose en el pie él solito. Pues no es que Boeing sea la única armadora de aviones en el planeta, existen Airbus y por supuesto la fabricante china COMAC, e incluso hasta los aviones de Rusia como los de su fabricante Sukhoi.

Pero los Estados Unidos siguen en la embriaguez de sentirse dueños y ombligo del mundo; la realidad se impone y la nación norteamericana desde hace ya algún tiempo dejó de ser ese gran referente, tecnológico y cultural.

Por el momento la aviación china, tiene cómo resolver las órdenes de su gobierno, y darse el lujo de no recibir aviones de Boeing, ni refacciones; con una mano en la cintura pueden migrar a Airbus, o apoyar a su propia empresa COMAC, ya que los modelos de avión que más se asemeja al B737 son el A320 y el C919.

Sí, yo sé… La producción de Airbus no va a acelerarse de la noche a la mañana, sino que se llevaría su tiempo. Pero en ese orden de ideas, lo único que va a lograr Trump con estas descabelladas medidas va a ser “frenar” su propia industria aeronáutica que estaba tratando de ver la luz al final del túnel.

Más que boicotear al gigante asiático, Estados Unidos está acelerando su caída, y con pasos agigantados. China está evolucionando hacia el futuro, de una manera vertiginosa, creando y desarrollando incluso nueva tecnología, sin que dejemos de contemplar su importantísima mano de obra. Mientras, la sociedad norteamericana está en plena decadencia, con una población adicta a las drogas, que vive en la calle y absolutamente improductiva.

En esta partida, China tiene todo para ganar, mientras los Estados Unidos, ciegos y anclados en los años 50, creen que siguen guiando al mundo. Ya no, China ha llegado para quedarse.