En noviembre del año pasado Ciro Gómez Leyva inició sus colaboraciones en el diario Excélsior provocando al expresidente López Obrador con el artículo “Un mes en el escondite”.
El columnista se burlaba de AMLO: el expresidente no aparece en público, según Gómez Leyva, porque no podría presentarse sin que la gente le gritara “viejo mentiroso, viejo cabrón”.
Exactamente treinta días después, el querido Ciro volvió a su obsesión con el texto “Dos meses en su escondite”.
En marzo de este año, el principal columnista de Excélsior, líder durante años en la radio mexicana, insistió en retar a AMLO: Dijo que un mitin en el Zócalo, convocado por la presidenta Claudia Sheinbaum para informar sobre los aranceles de Trump, era para Andrés Manuel una “gran oportunidad para salir del escondite”. Al colaborador de Radio Fórmula le costaba “comprender qué cosa más importante pudiera tener López Obrador el domingo a las 12 que hacerse uno con el pueblo en este acto”.
La verdad de las cosas es que AMLO sí tenía, el pasado marzo, algo más importante que hacer que estar presente en un mitin encabezado por Sheinbaum: Cumplir su promesa de no complicar el trabajo del actual gobierno con apariciones públicas que solo generarían controversias entre la comentocracia acerca de si la presidenta tendría que romper relaciones con el expresidente —eso, un pleito entre Claudia y Andrés Manuel es lo que desean los enemigos de la 4T, entre quienes incluyo a Ciro Gómez Leyva y a colegas suyos como Joaquín López Dóriga, Jorge Fernández Menéndez, Héctor Aguilar Camín, Raymundo Riva Palacio, etcétera—.
Andrés Manuel López Obrador ha cumplido absolutamente con el onceavo mandamiento —¿sería mejor llamarlo undécimo?—: “No estorbar”.
Y no, no se esconde un hombre reconocido por su intrepidez como Andrés Manuel. Por supuesto, Ciro abusa al hablar de que AMLO está “escondido” en su rancho de Palenque, Chiapas.
Sería muy injusto decir de mi amigo Gómez Leyva, un periodista siempre valiente, que está escondido en Madrid, España, la bella ciudad en que ahora reside o en la que pasa largas temporadas.
Hoy, en Excélsior, Gómez Leyva hizo una pregunta interesante: “¿En qué casilla votará López Obrador?”. Sigue creyendo el periodista que AMLO no sale de Palenque “porque no tiene a dónde ir, porque no hay lugar en México, que no sea un evento o espacio plenamente controlado por la 4T, donde pueda pisar sin que le griten ‘viejo mentiroso’ y cosas peores”. Ciro, al menos, ya no repitió el insulto de “viejo cabrón”.
No sé si Andrés Manuel votará. Será su decisión. Ignoro si su credencial de electoral lo obliga a hacerlo en la Ciudad del México o si la cambió para acudir a alguna casilla en Chiapas o Tabasco. No tendría que organizar AMLO ningún evento mediático si votara. Podría hacerlo sin avisar a nadie y seguir en su retiro, del que saldrá cuando él quiera. Supongo que votará a una hora, muy temprano o muy tarde, en que la gente no haya llegado a la casilla o ya se haya retirado todo el mundo. Será obligación de AMLO acudir a las urnas. Pero no tiene por qué regalarle un show al provocador Gómez Leyva ni a nadie.
Yo votaré porque veo candidaturas a la SCJN de primer nivel que me gustaría apoyar. ¿Ciro votará? ¿Habrá casillas en Madrid? ¿Viajará a México para cumplir con su obligación cívica? ¿Le dará güeva y se abstendrá? ¿Escribirá como tantos que no quiere hacerle el juego a la 4T y, por tal motivo, no ejercerá su derecho al voto?
Lo que Ciro haga en unos días será una decisión totalmente libre del propio Ciro, como lo que haga Andrés Manuel será un ejercicio de la libertad personal del expresidente.
Por lo pronto, le sugiero a Gómez Leyva que se prepare para ver mañana la transmisión de Eurosport de la primera etapa de alta montaña del Giro de Italia. Los comentaristas españoles son excelentes, sobre todo Javier Ares. Este es un periodista objetivo, pero no oculta del todo cierta frustración porque el mexicano Isaac Torito del Toro se ha visto mucho mejor que la esperanza española, Juan Ayuso.
Ojalá el Torito resista la tercera y brutal semana. A la hora de la carrera Ciro transmite desde Madrid su noticiero para México. Una semana de permiso se la darán en Radio Fórmula y no le descontarán ni un peso de su sueldo. Así podría disfrutar, o sufrir, lo que haga Del Toro en los Apeninos sin ceder a la tentación de recordar a diario, frente a los micrófonos, al viejo cabrón que lo obsesiona y le quita objetividad.