Por El Pordiosero
“Nunca más un gobierno que presuma a México por tener mano de obra de esclavos, mano de obra barata”. Los dirigentes sindicales Francisco Hernández Juárez, Fernando Espino Arévalo e Isaías González Cuevas, escuchaban impertérritos las palabras de Claudia Sheinbaum, quien se perfila para convertirse, en octubre de 2024 en la primera presidenta de México para los siguientes seis años, con quien se reunieron.
Una imagen que parecía imposible con un insólito presídium en una sala de armas de la Magdalena Mixhuca como en los viejos tiempos de un priismo que parece negarse a morir y del que Morena, el partido de la llamada Cuarta Transformación, tuvo que asirse para espantar el fantasma del desaire que a su candidata presidencial le hicieron los suyos en un Estadio Azul semivacío y que la llevó a cancelar un evento en el que ensalzarían una unidad que se niega a llegar con los desencuentros en la Ciudad de México frente a la inevitable postulación de Omar García Harfuch.
En dos años cinco meses, Hernández Juárez cumplirá 50 años ininterrumpidos, medio siglo apenas, al frente de los telefonistas -Fidel Velázquez sólo permaneció 47 años seguidos más otros cuantos previamente al frente de la CTM- al que arribó en 1976 para sustituir interinamente a Salustio Salgado.
Rosina Salinas, con el apoyo de Concepción -”Concha la charra” la llamaban- Rivera, presidenta del Congreso del Trabajo, la cúpula del viejo movimiento obrero organizado del país estaba llamada a convertirse en la sustituta de Salustio. Un golpe de suerte de Hernández Juárez -entonces no cumplía 23 años de edad- lo llevó a tener el apoyo del gobierno de Luis Echeverría y del secretario de trabajo, Salomón González Blanco -abuelo de la embajadora de México en el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, Josefa González-Blanco-.
Durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, el dirigente de los telefonistas era invitado frecuente a Los Pinos, donde su voz tenía influencia. Teléfonos de México acababa de ser comprada por Carlos Slim y un grupo de empresarios, como parte de la privatización de empresas públicas emprendidas en esa administración.
Una pequeña manta perdida en una esquina en el encuentro de sindicatos con la doctora Sheinbaum, se pronunció solitaria contra la que parece inevitable reelección -prevista para el 30 de septiembre de 2024- del dirigente del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM).
Y a finales de 2027, Fernando Espino Arévalo llegará también al medio siglo de haber sido electo secretario general del Sindicato de Trabajadores del Sistema de Transporte Colectivo (Metro), del que desde agosto de 1981 ejerce un férreo liderazgo, cuando impulsó la destitución de Ariel Macías Valadez y colocó a Mario Ramírez Vistrain como dirigente en su carácter de presidente del presídium del congreso.
Espino Arévalo fue en 1991 fue diputado federal por el PRI, con impulso de Marcelo Ebrard, quien dirigía ese partido en el Distrito Federal. En las elecciones por la gubernatura del Estado de México este año, apoyó la candidatura de Alejandra del Moral del frente PRI-PAN-PRD y que ganó la morenista Delfina Gómez.
Hernández Juárez y Espino Arévalo estuvieron presentes en un encuentro, junto con otros integrantes de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), con Ebrard, cuando contendía -contra la doctora Sheinbaum, entre otros- por la virtual candidatura presidencial de Morena y sus partidos aliados.
A la izquierda de la doctora Sheinbaum, estuvo Isaías González Cuevas -nacido el 6 de julio de 1940-, secretario general de la CROC (Confederación Revolucionaria de obreros y Campesinos), quien como senador del PRI firmó, junto con el dirigente cetemista Tereso Medina, una iniciativa de reforma a la Ley Federal del Trabajo -en la parte final de la presidencia de Enrique Peña Nieto-, muy distinta a la que impulsó el entrante gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
Parecía un acto de campaña política del PRI, como si los fantasmas de viejos compañeros de lucha de algunos de los protagonistas, Fidel Velázquez, Alberto Juárez Blancas, Ignacio Cuauhtémoc Paleta, Carlos Rivas Palacio y Luis José Dorantes Segovia otearan en el ambiente. La presencia de la doctora Sheinbaum, Mario Delgado y Alfonso Ramírez Cuéllar, en el presídium, el lunes 6 de noviembre, parecía fuera de lugar.
Incluso, resultaba poco creíble que estuviera David Nava, secretario de relaciones de la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA) de México, en una incongruencia inaceptable, cuando hace unas semanas Ada Hermelinda Salazar Loza, se decía divorciada de los partidos políticos que la exhibe con sus incongruencias.
Ni siquiera Arturo Olivares Cerda, dirigente del sindicato del IMSS logró que soplara un vientecillo de renovación de un sindicalismo del pasado: en el presídium colocó a su director de porra que pletórico conducía el grito de “¡Olivares, Olivares!” como si estuviesen en los viejos tiempos.
O los gritos de “¡Fernando Espino, Fernando Espino!”, mientras un avejentadísimo Ramírez Vistrain hacía la ola con una mueca de sonrisa.
La excepción fue Carlos Hugo Morales Morales, secretario general del STUNAM, quien al recordarle a la doctora Sheinbaum ser una universitaria. La transformación no termina en seis años y esta no será posible si no está incluido el sindicalismo universitario, planteó.
Sorprendente -para decirlo eufemísticamente- la afirmación del dirigente de la CROC que apoyan la “importante” reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT) impulsada por el lopezobradorista, la que dijo, “puede ser ampliada”.
González Cuevas dijo que estaban allí los que lucharon para echar abajo el outsourcing y que ahora lo hacen por el establecimiento de la semana laboral de 40 horas, porque se modifique el artículo 17 de la LFT para que las utilidades no sean topadas y se paguen como establece el 123 constitucional.
La virtual candidata presidencial de Morena les recordó que en la actualidad el salario mínimo es prácticamente el doble del que se pagaba en 2018. Y en lo que sonó como un reproche, recordó cuando se decía que México era el lugar de la mano de obra barata. Un gobierno neoliberal. Neoporfirista, afirmó.
Eso sí, asumió que uno de los primeros acuerdos entre los trabajadores y el próximo gobierno, será que el salario mínimo siga aumentando.
¿Era necesario que la doctora Sheinbaum encabezará un encuentro sindical con dirigentes del pasado priísta incapaces incluso de llenar la sala de armas? Y es que fue necesario que alguien tomara previsiones para evitar que hubiese huecos vacíos y se repitiera el bochorno del Estadio Azul...
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