Claudia bailarina

Barras, percusiones, canto, ciencia y conciencia: dejar el corazón en cada movimiento. Este es probablemente el leit motiv que late al interior de Claudia Sheinbaum según la frase compartida en alguna ocasión.

No se ha explorado en realidad la etapa de formación artística de la exjefe de Gobierno de la Ciudad de México. Ella ha publicado algún video y escasas fotografías. Conozco de buena fuente (no la del Palacio Nacional) de sus intensos años de preparación como bailarina de ballet y de algunas actuaciones en escena. Esa fuente consideró que quizá no sea positivo difundir este dato porque la danza clásica es “fifí”; que por eso acaso Sheinbaum no lo ha revelado. Más absurdo no podría sonar. De entrada, no utilizo ese lenguaje (incluyendo “chairo”), cada quien tiene que utilizar el propio para aprehender la realidad. Para continuar, no va a ir por ahí la protagonista informando a la menor provocación “yo estudié y practiqué ballet”. Para concluir, sí lo ha hecho, ha compartido sus fotografías como bailarina. Alcanzó alrededor de 15 años dentro de este arte que requiere de una disciplina endemoniada para soportar horas de entrenamiento en la barra, el piso, las rutinas, las diagonales… Existen al menos dos fotografías compartidas por Sheinbaum bailarina, una como niña y otra como joven. Y si se observa el cuerpo de la mujer, este preserva los trazos marcados por la disciplina.

La temporalidad del fin de la práctica dancística se sincroniza con sus inicios de activismo estudiantil en el Colegio de Ciencias y Humanidades, Sur. Tal vez haya abandonado disciplina artística tan rigurosa tanto por los estudios formales como por su involucramiento en las causas democráticas estudiantiles.

Bello retrato de Claudia: “Cuando tenía 10 años estudiaba ballet y tuve la oportunidad de presentarme en el Teatro Juárez de Guanajuato”.
Claudia joven en un solo: “Esta es una faceta que pocos conocen de mí, cuando fui bailarina de danza clásica por casi 14 años. Para ser bailarín hay que dejar el corazón en cada movimiento”.

Claudia músico

Por otro lado, Claudia Sheinbaum también es percusionista y toca la guitarra; fue músico desde niña, tal cual la hemos visto en un video que ya he compartido en este espacio. Se le ve con mucha seguridad y energía tocando instrumentos y cantando junto a otros niños. No es música clásica ni popular es alternativa, más ligada a un entorno familiar de izquierda (la biografía dice que sus padres participaron en el movimiento del 68). En el video tiene diez años, los mismos que en la foto en tutú y zapatillas de ballet.

Aprender y practicar por lustros dos disciplinas tan demandantes como la música y sobre todo el ballet, requiere de carácter y temperamento; de paciencia, de precisión matemática. La fuente referida (que me reservo como subrayan los opinólogos) dice que la niña y adolescente Claudia (que trató hasta los 16/17 años) solía ser tranquila, observadora; era mejor trabajar en la disciplina silenciosa que el aspaviento o el exabrupto. Era en la práctica de la música o la danza donde se requería y manifestaba el talento y el talante; la capacidad y el carácter.

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Claudia y la música alterna:

Claudia científica y político (como en Weber)

La preparación rigurosa, disciplinada y matemática, y la educación familiar de parte de un químico y una bióloga, la condujeron de manera “natural”, lógica, a la ciencia. En los tres grados, licenciatura, maestría y doctorado: la física y la ingeniería energética.

Artista y científica, sólo faltaba lo inusual: la política. Y la política a partir de la conciencia social no de la ambición del poder por el poder. Inusual porque por lo regular el artista y el científico se consideran a sí mismos apolíticos. Lo que en realidad significa un tipo de ejercicio político: el de la aceptación de lo que hay o de lo que los otros hagan y decidan; la animada pasividad.

El movimiento del Consejo Estudiantil Universitario, que fue a la huelga en 1987 en la UNAM, combatió las propuestas de Jorge Carpizo que buscaban un viraje contra la educación gratuita. Recién llegado de Tabasco, participé en debates, mítines, marchas (incluyendo una al Zócalo) y en la huelga misma. Sheinbaum era activa participante del movimiento, y como muchos de sus integrantes se sumarían a Cuauhtémoc Cárdenas. Muchos iríamos también a las marchas contra el fraude perpetrado en 1988; ahí andaba Claudia.

En la biografía subsecuente de Sheinbaum puede observarse la consecuencia política, la congruencia, la convicción, nada de ser saltimbanqui; nada de ser hoy de izquierda y mañana de derecha porque así conviene a mis intereses; nada de que ahora me paso al PRI o a MC o al Verde o al PAN o al PRIAN o al MacPrian. Y una vez unida al proyecto de la izquierda electoral, de Cárdenas a López Obrador la línea no se desvía, es recta; nada de prianismo.

El corazón en cada movimiento

Al vincular el arte, la ciencia y la conciencia de Claudia Sheinbaum con el poder no estoy haciendo, de entrada, una evaluación de su ejercicio como gobernante en la Ciudad de México o del proyecto que busca implementar como presidente del país sino describiendo parcialmente la conformación de su biografía y su espíritu. [De hecho, tengo diferencias con la programación y/o gusto musical de todos los gobiernos de la izquierda electoral en Ciudad de México (acepto incluso la música alternativa, la contestataria bien hecha, pero no la comercial que no necesita de “promoción”; pero al parecer es un mal de la mayoría de los políticos mexicanos), con todos: Cárdenas, López Obrador, Ebrard, Mancera (ese desviado de la izquierda) y la propia Sheinbaum, he escrito sobre ello en “Mancera, Wilde y la miseria cultural”.

Si se quiere evaluar su gobierno ahí está muy claro el informe que ofreció a la Ciudad de México en el Monumento a la Revolución. O se puede consultar su plataforma que tiene altísima coincidencia con los postulados de la 4T obradorista, de la Economía Moral y el Humanismo Mexicano; los conoce muy bien, es quien ha sido más obradorista y más años ha estado cerca de AMLO (otr@s mienten al respecto).

Lo que me interesa destacar es la firmeza, el temple y el carácter de Sheinbaum ante los golpeadores, porras y porros de sus correligionarios de partido, Ebrard y Monreal en una ocasión. Y en otra, de Polevnski y su escándalo provocador; y de López y la demagogia de usar el sentimentalismo familiar, la ilegalidad del uso del dinero otorgado por Morena a los candidatos y la mentira de afirmar que hará el recorrido con aventones y sólo comerá frijol con arroz (se vulgariza al tratar de asimilarse a AMLO; patético). Y tenemos el hecho, además, de que supuestos militantes de izquierda en Morena se destilan por los más supuestos expriistas, los que buscan instaurar al PriMor en la presidencia. Y actúan como lo que han sido, rancios priistas de prácticas autoritarias, violentas y machistas. Por supuesto, tenemos a los que la menosprecian por ser mujer, o quienes dicen que no posee carácter o que debiera ser más sexi…

El reclamo enérgico de Sheinbaum a Alfonso Durazo es lo menos que podía hacer ante el acoso y la cargada filo-priista en contra suya el pasado domingo 11 de junio; ahí están los videos. México necesita y merece caminar en el proceso democrático no retrogradar, como repetidamente subraya López Obrador.

Una sensibilidad artística, una disciplina asimismo permeada por el arte y la ciencia, una conciencia social y política despertada por esa sensibilidad y esa disciplina, su temple, su carácter, su firmeza, su importante experiencia como servidora pública, es lo que el país necesita. Por vez primera no sería un político “profesional” (léase marcado por el interés personal no el del país) sino un ser alimentado por el espíritu y el paradigma del bien común quien podría profundizar el cambio que México ha empezado a experimentar en el último lustro.

Cuando veo a Sheinbaum encarar a Durazo en su reclamo contra de los golpeadores veo el carácter de la niña bailarina y músico, de la científica que sabe de los cálculos de sus oponentes: “todavía no la conocen bien, se ve tranquila, pero tiene su carácter bien puesto”, dice la fuente a la que me refiero y que no es la de Palacio Nacional.

P.d. ¿Cuál creen que sea el ballet favorito de Claudia?, ¿qué habrá bailado como en el Teatro Juárez de Guanajuato? Ojalá pregunten los reporteros. Por lo pronto veamos: Aquí, en un ballet neoclásico, Claudia Sheinbaum sometiendo con matemática paciencia y dominando con biológico duende a los golpistas del Primor Morenáceo con el “Bolero” de Ravel; coreografía de Maurice Béjart:

Héctor Palacio en Twitter: @NietzscheAristo