El mundo es muy complejo. Llegar a conclusiones sin pasar por un análisis responsable y riguroso es una receta para el fracaso. Vivimos frente a una intrincada red de causa y efecto que gobierna nuestras vidas. A veces tomamos decisiones con intenciones claras, pero los resultados pueden transformarse y torcerse de maneras imprevistas.
Este fenómeno, donde las acciones tienen resultados más allá de lo planeado, se conoce como “consecuencias no deseadas”. Pueden ser sorpresas positivas u obstáculos negativos. Benjamin Disraeli reconocía que “en la política, como en la vida, a menudo encontramos que las consecuencias no deseadas son las más importantes y de mayor alcance”.
La historia está llena de ejemplos de consecuencias no deseadas. La invención de la desmotadora, destinada a revolucionar la producción de algodón en el sur de Estados Unidos, reforzó la esclavitud. La introducción de la penicilina provocó el aumento de bacterias resistentes a los antibióticos. La prohibición de pesticidas para proteger a las aves alteró la cadena alimentaria. La inteligencia artificial generó una mayor presión por su exacerbado consumo de electricidad.
Es cierto que las consecuencias no deseadas no siempre son negativas. El desarrollo de Internet, diseñado para conectar a los investigadores, se ha convertido en una superautopista global de la información. La creación de plataformas de redes sociales, destinadas a la comunicación, ha fomentado los movimientos sociales y democratizado el acceso a la información.
El resultado del esfuerzo humano a veces es impredecible. ¿Cuáles son las lecciones de esto?
- Es importante considerar el “efecto dominó” de nuestras acciones, tanto grandes como pequeñas.
- Antes de embarcarnos en un curso de acción, debemos hacer una pausa para considerar posibles consecuencias no deseadas. Tenemos que anticipar, construir, mitigar, remediar y comunicar a tiempo.
- Los formuladores de políticas deben utilizar herramientas para prever problemas a fin de encarar sus posibles desventajas. Pero el intento de “predecir” no significa “paralizar”.
- Debemos esforzarnos por lograr un equilibrio entre una planificación rígida, reflexiva, y la aceptación de un cierto grado de incertidumbre.
- El espíritu humano se nutre de la innovación y el progreso, lo que inherentemente implica asumir riesgos y aventurarse en territorios inexplorados.
Vamos a votar dentro de una semana. Todos sabemos que las elecciones sirven como piedra angular de la gobernabilidad democrática. Elegiremos a nuestros representantes y daremos forma al camino que emprenderá nuestra sociedad.
Sin embargo, estamos a punto de concluir el período electoral y ya hubo consecuencias no deseadas:
- Se exacerbó la polarización de la sociedad, las divisiones ideológicas y partidistas. Los políticos apelaron a sus bases de apoyo en lugar de buscar puntos en común, lo que llevó a un estancamiento en la gobernanza. Las campañas generaron división social, hostilidad y malestar, lo que plantea riesgos para la estabilidad y la cohesión social.
- Se socavó la confianza en las instituciones y procesos democráticos. Las acusaciones de fraude, manipulación o interferencia electoral cuestionaron la integridad de las elecciones y podrían deslegitimar los resultados, sembrando semillas de desconfianza y desilusión entre los votantes.
- Prevalecieron las campañas negativas y tácticas de desinformación que contribuyeron a un clima de cinismo y apatía, desalentando la participación electoral.
- La manera en que se distribuirán las curules por representación proporcional en la Cámara de Diputados puede producir resultados desproporcionados, donde ciertas voces quedarán marginadas o excluidas de la arena política.
- Regulaciones laxas sobre el financiamiento de campañas o las barreras a una candidatura pueden perpetuar la opacidad, las desigualdades en el acceso y la representación políticos, limitando la diversidad de perspectivas y experiencias.
- Las organizaciones criminales encontraron que el período de campañas fue temporada abierta para su lucha por el dominio en regiones, el control de rutas, llegando incluso al asesinato de candidatos.
- Hubo sufrimiento y tragedias familiares por accidentes lamentables, como el ocurrido el miércoles pasado en el evento de MC en Nuevo León.
- El cuestionamiento de casos de interferencia electoral o resultados impugnados puede tensar nuestras relaciones diplomáticas.
Ahora debemos pensar en el próximo gobierno. La polarización política puede impedir la capacidad de los funcionarios electos para colaborar y llegar a acuerdos sobre soluciones a desafíos apremiantes, lo que llevaría a una parálisis y disfunción gubernamental.
Las decisiones de política pública tienen como objetivo abordar cuestiones sociales, promover el crecimiento económico y mejorar el bienestar de los ciudadanos. Sin embargo, los resultados no siempre son los previstos. A menudo, las políticas bien intencionadas pueden tener consecuencias no deseadas.
¿Ejemplos?
- Las regulaciones ambientales extremas destinadas a reducir la contaminación de las industrias pueden lograr mejorar la calidad del aire o del agua, pero también podrían provocar pérdidas de empleo o aumento de costos para las empresas, lo que podría causar crisis económicas en las regiones afectadas.
- Las políticas contra el abuso de drogas podrían impulsar el crecimiento de los mercados ilegales o contribuir al aumento del abuso de sustancias en formas alternativas.
- Imponer regulaciones estrictas sobre los opioides recetados para frenar su uso indebido y la adicción podría llevar a las personas a consumir drogas ilícitas, lo que provocaría un aumento de las muertes a causa de sustancias como el fentanilo.
- Los programas de bienestar destinados a aliviar la pobreza pueden crear involuntariamente ciclos de dependencia o desalentar la participación laboral entre ciertos segmentos de la población.
- Los proyectos de renovación urbana destinados a revitalizar barrios deteriorados pueden desplazar a residentes de bajos ingresos, lo que lleva a gentrificación e inseguridad habitacional.
- Los subsidios destinados a apoyar a los agricultores y promover la producción pueden distorsionar los precios del mercado, lo que lleva a una sobreproducción o degradación ambiental.
- Los incentivos fiscales diseñados para estimular la inversión pueden ser explotados por personas o corporaciones que no los necesitan, lo que genera pérdidas de ingresos para el gobierno sin lograr el crecimiento económico deseado.
En Estados Unidos hay muchos ejemplos notables de consecuencias no deseadas:
- La intención de la “Prohibición” (1920-1933) era reducir el crimen, la corrupción y los problemas sociales relacionados con el abuso de alcohol. Sin embargo, provocó el surgimiento del crimen organizado, redes ilegales de producción y distribución de alcohol y un aumento de los delitos violentos.
- La “Guerra contra las drogas” tenía el objetivo de reducir el abuso y la adicción. Resultó en encarcelamientos masivos, afectó desproporcionadamente a las comunidades minoritarias y perpetuó un ciclo de violencia y crimen dentro de los cárteles de la droga.
- Las políticas gubernamentales destinadas a aumentar la propiedad de viviendas, junto con la desregulación financiera, llevaron a la proliferación de las hipotecas de alto riesgo. Esto finalmente contribuyó a la crisis financiera de 2008, cuando muchos propietarios incumplieron sus préstamos, lo que provocó un colapso en el mercado inmobiliario y una crisis económica global.
¿Qué vamos a ver en el nuevo gobierno que inicia el 1 de octubre? ¿Cuáles serán las consecuencias no deseadas de sus políticas públicas? Todavía no sabemos. Pero puede ser útil reflexionar en lo siguiente:
- Cuando las políticas no logran los resultados previstos o producen efectos adversos, pueden socavar la confianza pública en la eficacia y legitimidad de la gobernanza.
- Las consecuencias no deseadas pueden exacerbar las desigualdades e injusticias sociales.
- Las políticas que dañan desproporcionadamente a los grupos marginados o vulnerables pueden ampliar las disparidades existentes, perpetuando ciclos de pobreza, discriminación y exclusión.
- Económicamente, las consecuencias no deseadas pueden manifestarse como distorsiones del mercado, ineficiencias o costos no deseados.
- Los formuladores de políticas deben priorizar el análisis riguroso, la participación de las partes interesadas y la planificación de escenarios para anticipar resultados potenciales y mitigar los riesgos antes de implementar políticas.
- El seguimiento continuo es esencial para identificar y abordar las consecuencias no deseadas a medida que surjan. Las evaluaciones periódicas de la eficacia y los impactos de las políticas pueden ayudar a los formuladores de políticas a corregir el rumbo y ajustar las estrategias para minimizar los resultados negativos.
- Fomentar una cultura de transparencia, rendición de cuentas y aprendizaje dentro de las instituciones gubernamentales puede mejorar la capacidad de respuesta, una mejor retroalimentación y promover la mejora continua en el diseño y la implementación de políticas.
Pensar en sistemas ofrece perspectivas valiosas sobre la dinámica de la toma de decisiones y la formulación de políticas públicas. Para transformar un sistema complejo hay que darse cuenta de las resistencias y las consecuencias no deseadas. De otra forma, los problemas se estarán acumulando bajo la superficie y estarán listos para estallar en cualquier momento.