El 2024 será un año político cargado de anticipación y ansiedad. En todo el mundo, muchos países se enfrentan a una profunda polarización, un abismo que se amplía entre diversos puntos de vista e identidades. El tejido mismo de la confianza y la comunicación parece desgastado, amenazando la estabilidad y el progreso de naciones enteras. En este panorama turbulento, el llamado a construir puentes, a forjar conexiones a través de las divisiones, resuena con creciente urgencia. Pero, ¿cómo podemos traducir este anhelo en acciones tangibles, especialmente frente a marcadas diferencias ideológicas y arraigadas confrontaciones partidistas?
En esencia, la “teoría del puente” encuentra sus raíces filosóficas en la noción de unidad e interdependencia. Los filósofos a lo largo de la historia, desde pensadores antiguos como Platón hasta existencialistas modernos como Jean-Paul Sartre, han lidiado con cuestiones de conexión humana y la naturaleza de los vínculos sociales. La “teoría del puente” se basa en estas ideas fundamentales, enfatizando la relación simbiótica entre las perspectivas filosóficas individuales y el espíritu colectivo de una sociedad.
He leído muchos libros que, de una forma u otra, invariablemente, analizan y recomiendan la construcción de puentes. Por ejemplo, el de Amy Gutmann y Dennis Thompson, “Democracy and Disagreement”; el de William Ury, “Getting to Yes”; el de Ronald Heifetz, Marty Linsky y Alexander Grashow, “The Practice of Adaptive Leadership”; el de Arlie Hochschild, “Strangers in Their Own Land”; el de Yuval Noah Harari, “21 Lessons for the 21st Century”; el de Ray Dalio, “Principles”; o el de Roger Martin, “Playing to Win”.
El inicio político de 2024 en México me recordó un artículo de la edición abril-mayo de 2020 de la revista BusinessWorld. El autor, Prakash Iyer, utiliza una foto y una metáfora fantástica del puente sobre el río Choluteca para ilustrar lo que nos puede pasar si no nos adaptamos a los tiempos cambiantes.
El autor indio nos pregunta: “¿Habían oído hablar del puente Choluteca? Yo tampoco, hasta hace poco tiempo”. Es un puente de 484 metros sobre el río Choluteca en Honduras. Todos sabemos que es un país que suele ser afectado gravemente por los huracanes. Iyer relata que cuando decidieron construir un nuevo puente sobre el río Choluteca, en 1996, querían asegurarse de que podía soportar las condiciones meteorológicas más extremas.
“Una firma japonesa fue contratada para construir un puente sólido, diseñado para tolerar las poderosas fuerzas de la naturaleza. El nuevo puente Choluteca –una maravilla moderna de diseño e ingeniería– fue inaugurado en 1998″. Era el orgullo de Choluteca. Iyer continúa: “en octubre de ese año el huracán Mitch golpeó Honduras; 75 pulgadas de lluvia cayeron durante cuatro días, el equivalente al agua que reciben en seis meses. Hubo devastación por todas partes. El río Choluteca se desbordó e inundó toda la región; 7,000 personas perdieron sus vidas. Se cayeron todos los puentes de Honduras. Todos, excepto uno, el nuevo puente Choluteca. Sólo un problema: aunque la estructura permaneció intacta, las aproximaciones del puente a las carreteras fueron barridas por la tormenta. Eso no es todo. Las inundaciones hicieron al río Choluteca cambiar de rumbo. El río tomó un nuevo cauce y ahora fluye al lado del puente. No debajo del puente sino al lado. Así que, aunque el puente fue lo suficientemente fuerte para sobrevivir el huracán, quedó como un puente sobre ningún río. Un puente hacia la nada”.
Esto sucedió hace 26 años. Pero la lección del puente Choluteca es relevante hoy, cuando leemos lo que pretenden hacer políticos, gobernantes, legisladores que no se adaptan a los tiempos cambiantes. Dicen discursos de campaña cholutecas, imaginan políticas públicas cholutecas, quieren aprobar leyes cholutecas, muy bien hechas, con toda la técnica jurídica, pero que no resuelven los problemas reales.
Los actores políticos tienen que adaptarse al cambio, construir políticas responsables, que generen valor público y no prohibiciones absurdas. Si no lo hacen, nos vamos a quedar con muchos puentes cholutecas, magníficos, sobre la nada, tendidos hacia ninguna parte.
¿Cómo podemos construir puentes en un mundo dividido, reduciendo las brechas en la política, la sociedad y los negocios?
- En el ámbito de la política, tender puentes trasciende las batallas partidistas y se deben buscar puntos en común. Para iniciar, es necesario reconocer la legitimidad de diferentes perspectivas y al mismo tiempo fomentar el diálogo y la colaboración respetuosos. Esto puede exigir la creación de espacios neutrales para el intercambio abierto, fomentar la escucha activa, la empatía y centrarse en objetivos compartidos, incluso si los caminos para lograrlos difieren. Se deben explorar todas las vías para llegar a compromisos y fomentar un sentido de unidad y cooperación. En un mundo marcado por complejidades geopolíticas, la capacidad de tender puentes en la política es testimonio de un liderazgo que prioriza el bien común por encima de la retórica divisiva.
- La construcción de puentes sociales debe abordar cuestiones apremiantes como las disparidades raciales, religiosas y socioeconómicas. Implica buscar activamente voces diversas, fomentar espacios inclusivos para el diálogo y la resolución de problemas y reconocer el valor de las experiencias vividas más allá de la nuestra. El crecimiento económico, la creación de empleos, las organizaciones comunitarias, los diálogos interreligiosos y los programas de capacitación contra los prejuicios sirven como plataformas vitales para estas interacciones. Cerrar la brecha de desigualdad debe ser una de las prioridades de toda nación.
- En el mundo de los negocios se construyen puentes con iniciativas que promueven la responsabilidad social corporativa, la sostenibilidad ambiental y el trato ético de las partes interesadas. Es necesario ir más allá de la primacía de los accionistas y reconocer la interconexión de las empresas con las comunidades y los ecosistemas en los que operan. Las colaboraciones con ONGs, las prácticas de abastecimiento ético y los proyectos de desarrollo comunitario ejemplifican este enfoque. Los puentes fomentan la innovación, el crecimiento sostenible y la competitividad global. Las empresas exitosas reconocen que la colaboración es un factor clave del éxito, y construir puentes internos y externos es vital para establecer bases sólidas. Internamente, implica crear una cultura corporativa que fomente el trabajo en equipo, la diversidad y la comunicación abierta, rompiendo silos y fomentando un entorno colaborativo. Externamente, construir puentes en los negocios se extiende al establecimiento de asociaciones, alianzas y colaboraciones estratégicas.
Aunque se dice fácil, tender puentes en un contexto polarizado presenta desafíos únicos. Las cámaras de eco y el sesgo de confirmación refuerzan las narrativas existentes, lo que dificulta la interacción con puntos de vista opuestos. La desinformación y la desconfianza complican aún más el proceso de establecer confianza y encontrar puntos en común.
Para superar estos obstáculos se requiere:
- Promover la alfabetización mediática y las habilidades de pensamiento crítico que preparan a las personas para navegar en el panorama de la información de manera más efectiva.
- Apoyar la verificación de datos y el periodismo independiente que garantiza el acceso a información confiable.
- Fomentar el discurso civil y el debate respetuoso que proporcionan un espacio para un diálogo constructivo a pesar de los desacuerdos.
Además, las iniciativas para tender puentes deben basarse en la empatía y la comprensión. Escuchar activamente las diversas perspectivas, reconocer la humanidad compartida y buscar puntos en común más allá de las diferencias ideológicas son bases cruciales para un diálogo significativo. Centrarse en desafíos y problemas compartidos que trascienden las identidades individuales ofrece una base poderosa para la colaboración.
Construir puentes en un mundo polarizado no es un deporte para espectadores. Requiere participación activa, voluntad de afrontar el malestar y tesón para llegar al compromiso para encontrar puntos en común. Ya sea en el ámbito político, en la sociedad en general o en el mundo de los negocios, la construcción de puentes ofrece la única esperanza en un país dividido. Al fomentar un diálogo genuino, reconocer las diversas perspectivas y buscar soluciones colaborativas, podemos comenzar a reparar las fisuras de la polarización y construir un futuro más justo y equitativo para todos.
Construir puentes es la verdadera esencia de la civilización. La verdadera sabiduría de un político radica en su capacidad para construir puentes que conecten la emoción y la razón de las personas en tiempos de división. Es hora de terminar la guerra de trincheras. Siempre seremos más fuertes juntos que divididos.
Javier Treviño en X: @javier_trevino