Tal vez -solo tal vez- ser grande no sea garantía de éxito. Uno de los monopolios más importantes en cuanto a la fabricación de aviones, la armadora norteamericana Boeing, está pasando por una severa crisis, y evidentemente es más que notoria.

Como toda historia, el origen de esta se remonta hasta los años noventa del siglo pasado, cuando entró en el panorama un fabricante francés de aviones; un competidor con el que hasta hace poco mantenía una feroz rivalidad, que orilló a Boeing a fabricar un avión que le hiciera frente a los modelos A320neo y A321neo de Airbus. La respuesta de la armadora norteamericana fue una familia de equipos a los que llamó 737MAX.

El resultado nunca fue el esperado. Simplemente el año pasado, Airbus colocó más de 200 aeronaves por encima de su competidor Boeing, y eso que todavía no estallaba la crisis por la que actualmente está pasando.

A pesar de esta crisis, muchas aerolíneas siguen viendo viable la oferta de Boeing, como es el caso de la reina del bajo costo Ryanair. Su CEO Michael O’Leary, afirmó la semana pasada en entrevista para Reuters que mantienen sus acuerdos: un pedido de hasta 300 aeronaves modelo B737MAX-10, con un costo de más de 36 mil millones de euros (unos 39 mil millones de dólares aproximadamente).

Ryanair tiene sólidos planes de crecimiento en sus principales mercados, Italia y España (en ese orden), por lo que espera la entrega de estos equipos en un lapso de 7 años.

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Pero no todas las líneas aéreas mantienen la misma confianza que la irlandesa Ryanair, al contrario; importantes bajo costeras, e incluso aerolíneas tradicionales, están volcándose hacia Airbus. Estamos presenciando casos como Vueling (España) cuya flota ya es 100% Airbus. También está Delta Airlines (Estados Unidos) que hace pocos días acaba de hacer un pedido de 20 aviones A350-1000; Ed Bastian, CEO de la aerolínea, declaró a varios medios:

“El A350-1000 será el avión más grande y capaz de la flota de Delta y supone un importante paso adelante para nuestra expansión internacional. El avión complementa nuestra flota y ofrece una experiencia elevada al cliente, con más asientos premium y las mejores comodidades de su clase, así como capacidades de carga ampliadas”.

Ed Bastian, CEO de Delta Airlines

Y es que el asunto de Boeing se pone cada vez más “color hormiga”. La Agencia Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés), a través de Mike Whitaker en su carácter de administrador, ha manifestado que su única preocupación es la seguridad, pues no quiere que vuelva a ocurrir un incidente como el del vuelo de Alaska Airlines. Por eso están trabajando minuciosamente en revisar e inspeccionar cada aeronave hasta estar satisfechos de que cumple con todas y cada una de las normas de seguridad.

No se habla solo del prestigio de un gran fabricante de aviones y orgullo de los norteamericanos por ser, durante décadas, sinónimo de seguridad; aquí lo que se está poniendo en tela de juicio es el papel que ha jugado la FAA, pues estos “detalles” no se le debieron escapar antes de autorizar los equipos MAX de Boeing. Al final, el “error” termina salpicando al propio gobierno norteamericano.

Queda en evidencia que la FAA, con respecto a Boeing, relajó mucho sus niveles de exigencia, a tal grado que le permitió a la armadora gringa auto certificarse e inspeccionarse ellos mismos.

Por lo tanto, no solo es Boeing la que está en serios problemas, también lo está la FAA, como autoridad en la materia, por permisiva. Mike Whitaker abunda sobre la Agencia de Aviación estadounidense, y afirmó que no solo es el problema de la puerta/ventanilla de emergencia, sino que al parecer se sospecha de “problemas de fabricación” del B737MAX-9.

Por ello anunciaron que le realizarían una nueva auditoría al equipo y a su línea de producción. Pero no solo eso, también entrarán en esta nueva auditoría los proveedores de repuestos de la compañía, a raíz de las declaraciones del CEO de Emirates, Tim Clark, sobre aviones nuevos de la Boeing con “partes defectuosas”.

Es un hecho, la guerra entre Rusia y Ucrania ha traído serios dolores de cabeza para la fabricante Boeing, pues ahora tienen que conseguir ciertos materiales en otros lugares, poniendo en duda la calidad de los mismos y si cumplen con todos los requisitos para usarse de manera segura en la aviación.

Cuando todo parecía centrarse solamente en el equipo Boeing 737MAX-9, un avión de la aerolínea All Nippon Airways (ANA de Japón) ha puesto el dedo en la llaga, al tener que retornar al aeropuerto de Shin Chitose, tras descubrirse una grieta en una ventanilla, y sucedió en un avión B737-800NG, esto es, un avión ajeno a la familia de los MAXES.

Tomemos en cuenta que el modelo 737 tiene ya un largo historial. Desde los años sesenta del siglo pasado que se fabricó el primer modelo, no habían tenido estos problemas tan serios como ahora.

La pregunta que muchos se hacen es: ¿por qué está pasando esto con Boeing?, la respuesta es tan sencilla que francamente da miedo, y los eventos que pusieron los reflectores sobre el tema fueron dos terribles accidentes en sendos equipos modelo B737MAX hace un par de años.

Todo apunta a la mal llamada “optimización de recursos”, que en buen español podemos traducir en pagar menos por el mismo trabajo y dejar que “terceros” diseñaran y fabricaran ciertas partes de los aviones.

Esto trajo como consecuencia un descuido en el nivel de calidad de los materiales que usan las empresas outsourcing que le trabajan a Boeing, como trascendió en 2020 durante la investigación del Congreso norteamericano por dos accidentes (Etiopía e Indonesia)., donde se filtraron los mensajes internos de los trabajadores de la fabricante de aviones norteamericana.

En un mensaje fechado el 8 de febrero del 2018, un trabajador le pregunta a otro “¿Pondría a su familia en un avión entrenado en el simulador MAX?”, y el segundo empleado responde lacónicamente “No”. O el comentario más polémico desde mi punto de vista: “Este avión está diseñado por payasos que, a su vez, son supervisados por monos”, que escribió un trabajador en abril del 2017, refiriéndose al Boeing 737MAX.

Como sea, es un hecho que en la industria aeronáutica, antes de las grandes ganancias, siempre debe buscarse la seguridad por sobre todas las cosas.

Ahora como dato de color, les platico que en marzo del 2022 vino a México Airbus para tratar de “seducir” a Aeroméxico de adquirir (en realidad es arrendar) su nuevo modelo de avión, el A220, en sustitución de los Embraer que hasta el día de hoy opera la aerolínea del Caballero Águila, aprovechando que el A220 puede modificarse para tener hasta 150 plazas.

Hoy sabemos que Aeroméxico decidió mantener su flota con aviones Embraer, para ser usados por su alimentadora Aeroméxico Connect, pero ¿qué hubiera sucedido si Airbus logra convencer al caballero águila? Ahora tendrían la opción de pedir aviones para la troncal como los A321neo, ante la crisis de los Boeing.

Lamentablemente esto además de “pegarle” a la aerolínea, también lo hace a los trabajadores, y en específico a los pilotos del B737, pues ellos son los más afectados con la puesta en tierra de los 19 aviones B737MAX-9 que tiene la aerolínea. Y es que a diferencia de los sobrecargos que pueden laborar indistintamente en equipos B737 o B787, los pilotos tienen licencia para un solo equipo, así es que las repercusiones a nivel económico son más que serias.

Espero que pronto se solucione este grave problema. Y dicho sea de paso: Boeing se metió solito en el berenjenal al privilegiar las ganancias sobre la seguridad; eso es uno de los peores pecados dentro del mundo de la aviación.

La pregunta queda en el aire ¿Boeing saldrá avante de esta crisis? Ya lo veremos.