Vicente Fox es 11 años mayor que Andrés Manuel López Obrador. Es importante subrayarlo en este momento en que a ambos se les señala por asuntos de edad.
Cuando termine su sexenio, el actual presidente de México cumplirá siete décadas de vida. Así que ahora mismo, a sus 68 años, AMLO es un sexagenario. Muy sabio, en mi opinión.
Por su parte, Vicente Fox ya es todo un anciano —desde luego para nada respetable— de 80 años de edad...
A los dos, a AMLO y a Fox, se les notan los años; no podía ser de otra manera. Por cierto, a mis 65, también se me nota la edad, y cada día más.
Creo tener buena condición física —ando en bicicleta, realizado caminatas largas inclusive cuesta arriba y subo por las escaleras, todavía sin muchos problemas, los 23 pisos del edificio que habito—, pero… Ya no camino tan erguido como antes ni logro la velocidad con la que hace años realizaba tales ejercicios.
La edad se nota, sin duda. Ha habido comentarios en redes sociales acerca de la forma en que se mueven tanto Fox como AMLO, y la gente se pregunta si están enfermos.
No hay tal, lo que les pasa nada tiene que ver con la enfermedad, sino con la edad.
Mentalmente hablando, que es lo importante, ambos personajes están como siempre: Andrés Manuel, como un hombre que ha adquirido sabiduría en la dura lucha política; Chente, sin duda, sigue siendo lo que toda su vida ha sido: un pobre lelo.
Tristemente, en la democracia puede llegar al poder presidencial alguien tan bobo como Vicente: este fue, nada más, el producto de geniales mercadólogos —como José Luis El Bigotón González— que vendieron a Fox al electorado como se vende la Coca Cola al público consumidor.
Por fortuna, la democracia corrige. Tuvimos la suerte de que Andrés Manuel no se rindiera —ni siquiera después del fraude electoral orquestado por Fox y Felipe Calderón— y así pudo llegar a la presidencia en su tercer intento.
En fin, deseo larga vida a AMLO, un presidente sabio a quien admiro y aprecio, y también a un expresidente pazguato como Fox que, a pesar de tantos pesares, tiene derecho a existir.
Durazo
Lo mejor del Congreso Nacional de Morena del día de ayer fue la decisión de hacer del gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, presidente del consejo nacional del partido.
Ello significa que Durazo será árbitro suplente en la sucesión presidencial… ¿Suplente? Sí, entrará al quite en caso de que Adán Augusto López no acepte su situación e insista en algo imposible para él: ser candidato presidencial en 2024; después a la mejor si se le hace, pero en esta nomás no.
Andrés Manuel tendrá que apoyarse en alguien con experiencia —Durazo es otro viejo sabio— si Adán no hace la tarea de árbitro.
Ayer el morenismo se expresó con toda claridad: en la competencia de aplausos Claudia Sheinbaum aplastó e Adán Agustí López… y los militantes del partido de izquierda de Marcelo Ebrard ni se acordaron.
A pesar de la ventaja de Claudia en encuestas y en aplausómetros, no será sencillo para Morena hacerla candidata. El presidente AMLO, entonces, tendrá que aplicar toda su sabiduría para que el partido no se divida. Y pues, sí, se entiende: si Adán no ayuda como árbitro porque se siente jugador sin serlo, ahí estará Durazo para apoyar al dirigente real de la izquierda mexicana a sacar adelante una sucesión que fortalezca a la 4T y no que la arruine.