“La mula (de la opinión pública) no era arisca… la hicieron”.
Refrán popular
No se necesitan más de tres dedos de frente para dudar de todas y cada una de las teorías oficiales en torno al asesinato de la infortunada Debanhi Susana Escobar Bazaldúa, pero qué esperaba usted, vivimos en México, en una nación que no se ha podido quitar la piyama del tercer mundo en todos los aspectos sociales.
En un caso tan delicado como este, que bien podría servir de hito para cambiar de una vez por todas la cultura en torno a la protección que merecen nuestras mujeres y niñas, con el afán de tantos y tantas por llevar agua a su molino político, estamos perdiendo la oportunidad de que se le haga verdadera justicia a la chica asesinada y a su familia y a todas y todos los demás desaparecidos.
Nada más por mencionarle un punto: la Comisión Estatal de Derechos Humanos en dos ruedas de prensa al hilo, aclaró que no guarda relación con la asociación civil llamada “Comisión Internacional de Derechos Humanos México”.
Y es que un tal Omar Tamez, quien asegura ser comisionado federal de esa asociación patito por el lado que le busque, se acercó a la familia de la desaparecida, quien sabe con qué intenciones, pero eso sí, prometiéndole que en Marte y en Júpiter habría movilizaciones para protestar por el crimen.
Ahora que en este caso y en todos, se juzga a la policía por su incompetencia, por lo “mal” que llevaron a cabo la búsqueda de Debanhi, cuando me dicen que de verdad, hubo mucha disposición por la Policía estatal, las policías municipales y corporaciones de Protección Civil de varios municipios, en donde los colectivos se hicieron presentes.
Pero lo que manda al carajo el esfuerzo, es que mandos de la Fiscalía estatal emitan teorías ilógicas sobre cómo llegó el cuerpo a la cisterna donde al fin fue encontrado… Ahora será función de Servicios periciales, recrear el “recorrido” de la infortunada muchacha y enmendar la plana de las malas actuaciones.
Nos debe de quedar más que claro que algunos policías se meten a ese empleo, por tener el confort del servicio médico y la quincena segura, pero no es el común denominador de la tropa, por fortuna. El policía, busca indicios, indaga, pregunta, revisa el suelo, observa la posición de la hierba pisoteada, huele la tierra, busca ramas recién quebradas, manchas, busca y busca sin saber qué…
En la misma escena, el policía compara sus notas con sus compañeros y juntos hacen juicios preliminares y es por eso que en esta ocasión, ante las fantasiosas teorías oficiales, los investigadores de vocación se sientan burlados.
Me dicen que si se envía un elemento con adiestramiento a hacer el “recorrido” que supuestamente hizo Debanhi, el policía va a terminar con su uniforme rasgado, manchado sucio y su cuerpo con arañazos de los matorrales, escoriaciones en manos y rodillas al apoyarse en la barda y tal vez con una hernia al caer del otro lado de la barda o un tobillo roto.
Afortunadamente para el caso los perros son incorruptibles, ellos no saben que buscan un cuerpo, ellos buscan una pelota con olor, con la que juegan y son estimulados si la encuentran.
Lo que me remata este especialista es que si el cadáver siempre estuvo lo cerca que se presume, también muy cerca está el o los asesinos.
¿Se resolverá el caso algún día?
Obed Campos en Twitter: @obedc