“Hay dos emociones que siempre controlan la vida de la gente: el miedo y la codicia. Si le ofreces más dinero, continuará por siempre en ese ciclo y gastará más cada vez. Es a lo que le llamo la Carrera de la Rata.”
ROBERT TORU KIYOSAKI
Denuncias anónimas…
Innegable. Nuestro país es racista, especialmente con sus nacionales. Irónico: algunos que orondamente gritan “¡racismo!, ¡discriminación!”, son los primeros en practicarlos. Se olvida que México es un crisol de culturas y de razas y, como tal, el abanico de pigmentación es variado. Lo que debería ser considerado una riqueza cultural, se convierte en discriminación.
En esta semana dos veces se evidenciaron en redes sociales ese racismo y esa discriminación que se viven en nuestro país. La primera de ellas fue con las denuncias anónimas en contra del restaurante Sonora Grill ubicado en la calle Masaryk, en Polanco, en la capital del país. Siendo una de las avenidas más caras de la Ciudad de México, los anónimos señalaban que sentaban a los comensales dependiendo del color de piel. La empresa lo negó, mientras que la CONAPRED inició una carpeta en contra de dicha empresa.
En defensa del restaurante han salido personas quienes aseguran que más allá de su color, las han tratado bien. Entre ellas, la diputada América Rangel, quien dijo que no la habían discriminado por su tono de piel en su reciente visita. En redes sociales le contestaron / hicieron ver que había comido en otra de las sucursales de Sonora Grill, no en la de Polanco.
Hay videos de exempleados que señalan la división por pigmentación que se da (¿daba?) en el restaurante. Ojalá que pronto sepamos la verdad.
Y traspiés públicos
Vamos con la segunda. Jenaro Villamil, presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano, espetó apenas ayer en redes: “Tanta furia contra la maestra Delfina Gómez solo refleja algo: la rabia y el racismo de quienes se sienten derrotados y optan por la calumnia”.
El funcionario está equivocado de todas, todas. Es necesario que no confunda (¿tergiverse?) las cosas y de paso entienda que “furia” y “rabia” son sinónimos.
De la misma forma, que recuerde que racismo no es sinónimo de ratería y que quienes optan por la calumnia son en realidad quienes quieren maquillar a una delincuente como candidata; así como lo hace él. ¿Quiénes son los derrotados al decantarse por una criminal confesa?
No solo eso: ¿por qué usa el término “racismo”? Le tengo noticias, señor Villamil: quien sí está discriminando a Delfina es usted. Sugiere que habría motivo para discriminarla a ella; no lo está haciendo la oposición política, ciertamente tampoco Sonora Grill.
De hecho, si Delfina llegara a un Sonora Grill (en específico al “Prime” en Polanco), seguramente le darían una de las mejores mesas, pues, finalmente, llegaría tras una “avanzada” pagada con nuestros impuestos que se aseguraría que así fuese, porque se sabe bien va a competir por ser gobernadora del Estado de México y que dinero ha de haber (¡si lo sabrán los texcocanos!). A Villamil es al que sentarían atrás, si acaso, por intrascendente y porque no tiene millones de pesos mal habidos (o eso pensamos). De hecho, económicamente hablando probablemente le iba mejor trabajando para Proceso. Y en mi opinión, sería mejor que regresara ahí cuanto antes.
Es la ratería, ¡estúpidos!
Pero vamos a lo importante, pues es necesario que nadie se confunda, iniciando con Jenaro: a Delfina no se le ataca en redes por una cuestión discriminatoria, se le señala por ser una ladrona. Una delincuente electoral de cuello blanco —chaleco morado— que no debería ser candidata a ningún puesto de elección popular por ningún partido.
Las cosas claras. El TEPJF no multó a Delfina Gómez por su campaña de 2017, pero sí acreditó su participación en la extorsión a trabajadores del ayuntamiento de Texcoco (y por esa razón Morena tuvo que pagar 4 millones 529 mil 225 pesos). Lo que es más, Delfina es una ratera confesa. Aceptó haber abusado de su poder para extorsionar a los trabajadores del ayuntamiento de Texcoco. Esa razón, en cualquier país que se precie de ser democrático, sería suficiente para que la gente rechazara/impidiera su nueva candidatura.
#UnaLadronaNoSeráGobernadora
El caso de Delfina es como el de Félix Salgado Macedonio en Guerrero; él por violador y ella por delincuente electoral. La hoy titular de la Secretaría de Educación Pública NO debería poder participar en un ejercicio democrático y menos competir para un cargo de elección popular.
Es absolutamente vergonzosa la apuesta presidencial como vergonzoso deberá ser para quienes voten por ella.
No se dejen engañar: las críticas a Delfina no se deben a la misoginia ni al racismo, menos aún al clasismo, esas son maromas de la 4T. Tampoco es odio; es el rechazo (espero cada día sea mayor) a que una delincuente electoral pueda llegar a ser candidata gobernadora del Estado de México.
La razón, y todos debemos saberlo, entenderlo y, por ende, no permitirlo, es que la señora cometió antes delitos electorales y hoy, ella y el régimen, los tratan de minimizar. Decir que Delfina es corrupta no es racismo, es hablar con base en hechos.
La escoba que barrería la corrupción en la 4T es una farsa. Delfina Gómez representa la corrupción, la desfachatez para violar la ley y abusar de la gente, incluyendo sus propios correligionarios. Todo lo que queremos desterrar de este país.
El proponer a una confesa de delito electoral como candidata a gobernadora por el Estado de México es una burla a todos los mexicanos.
Es momento de actuar en consecuencia (ética y política) y en concordancia a lo que determinó el Tribunal Electoral:
#UnaLadronaNoSeráGobernadora. Eso es Delfina.