“Llamarse jefe para no serlo es el colmo de la miseria.”

SimónBolívar

2022, año terribilis. ¡Despierta México!

López Obrador construye una popularidad sin saber que, llegado el momento, ello no le blindará de estar a total merced del ejército y del narco.

El ejecutivo empezó con una burla, aquella de “ese avión no lo tiene ni Obama”, y la llevó a una mofa contra nosotros al rifar sin rifar el avión presidencial (a más de un año de esto, los premios ni siquiera han terminado de llegar a los afortunados hospitales), para luego usarlo de todo menos para lo que debería servir: transportar al presidente de forma segura y con una comunicación integral y permanente hacia cualquier lugar del mundo en aire o en tierra.

El destino del avión presidencial ha sido servir de excusa. El ejemplo perfecto del pretexto —si bien hay muchos— para cada vez que el inquilino de Palacio Nacional ha trillado otros temas o para cuando no quiere hablar del presente que nos aflige.

Pero esta semana la ‘cereza del pastel’ o digamos que “la volada” más notoria —y que deja al descubierto el plan que el mandatario tenía desde un principio—: decir que el avión podría pasar a ser parte de la empresa Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles para poderlo rentar para fiestas, viajes turísticos y otros propósitos similares.

No lo mencionó López Obrador, pero es fundamental hacerlo aquí y ahora: la empresa AIFA la maneja el Ejército mexicano.

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Esta ya no es dirigida por un funcionario del gobierno de carácter civil o por una asociación empresarial en parte privada y en parte pública. No, el avión y sus ingresos rentísticos serán también parte de la creciente participación de los militares en la vida nacional.

Fuerzas Armadas, SA de CV

A qué voy: a partir de diciembre de 2018 las fuerzas armadas de México no solo continuaron en la calle en lugar de volver a sus cuarteles, sino que se desapreció a la policía civil federal y se creo la Guardia Nacional (esta a cargo de y conformada por militares); se convirtieron en los encargados de transportar los combustibles en las pipas de Pemex; en quienes construyen el AIFA, las sucursales del Banco del Bienestar, una parte del Tren Maya, una parte del Istmo; en repartidores de libros de texto, vacunas y lo que se ofrezca; en quienes manejan, supervisan y controlan las aduanas marinas del país, etcétera. En suma, que a lo largo de poco menos de tres años, 240 funciones civiles han sido trasladadas a las fuerzas armadas (CIDE y México Unido contra la Delincuencia).

Tanto poder concentrado en estos cuerpos armados, en un tiempo tan fugaz, solo puede derivar en tres escenarios. Y no lo digo yo, lo dice nuestra historia y la política comparada, esa que nos empecinamos en desoír.

Un Estado dentro del Estado

En 36 meses, AMLO ha creado un nuevo Estado. Sin desaparecer lo que se conoce como el Estado mexicano ha creado otro con el que gobierna. O al menos eso cree por ahora…

Ha creado, no obstante, proponiéndoselo o no, el que se cierna sobre el país la posibilidad de golpe de Estado “blando”. El presidente y toda su administración han capitulado acciones que ciertamente no deberían estar en manos del ejército, por muy eficiente y leal que este sea.

Hasta sus seguidores más fervientes, algunos de ellos que irónicamente se autodenominan anarquistas, conminan a que el ejecutivo federal inserte a las fuerzas armadas mismo en actividades de la iniciativa privada que esta y solo esta debiera resolver —o, de no hacerlo, llevar como pena el fenecer— (https://www.sdpnoticias.com/opinion/andres-manuel-urge-enviar-al-ejercito-a-apoyar-a-aeromexico/).

Craso error. ¿Despiste o abierta maldad? Nos encontramos en la antesala de lo que ha sucedido reiteradamente en América Latina —por no hablar de otras latitudes. En todos los casos, todos sin excepción, autoridades y ciudadanía (“pueblo bueno” y malo) han cedido ante la tentación de incorporar la disciplina y militar. Ello es rápido y relativamente sencillo; es cuando se trata de retomar el poder, recuperar las funciones y las responsabilidades y los ingresos para el ámbito civil que se complica la cosa. El intento se concreta en un golpe de Estado absoluto, con consideraciones para el líder no castrense de ese periodo o sin ellas (entiéndase: cobijando a López Obrador o traicionándolo).

El Ejército tras bambalinas

Quizá en este preciso instante les resultaría absurdo pensar o contemplar a las fuerzas armadas organizando, desarrollando y validando las elecciones en sustitución del INE. Los invito a darse cuenta, no obstante, que eso mismo estábamos diciendo hace algunos meses o años con relación a otros ámbitos o temáticas ahora bajo el control de las fuerzas castrenses. De ahí que por autoritario que parezca es necesario contemplar un escenario donde las elecciones, o más propiamente la decisión de quien va a encabezar la conducción del país, quede en manos del Ejército. Los invito a leer la excelente columna de Salvador Camarena, ‘El gabinete verde y la sucesión” (El Financiero. https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/salvador-camarena/2021/12/13/el-gabinete-verde-y-la-sucesion/).

El último presidente militar de nuestro país fue Manuel Ávila Camacho, quien, conociendo el poder de las fuerzas armadas y entendiendo la urgente necesidad de separar el poder civil del militar, se decantó por un joven Miguel Alemán como su sucesor (también conocido como el “cachorro” de la Rvolución), iniciando con él una generación de presidentes civiles. Una que nos ha gobernado hasta ahora…

A partir de dicha administración antes mencionada, a los militares se les daba una curul en la Cámara de Diputados en reconocimiento a una voz importante en el concierto de la representatividad nacional.

Una voz —no la única voz— que quede claro.

No dudemos que se les ofrezca llevar las elecciones y que sean ellos quienes tengan un candidato de rango que apoyar…

La nueva clase empresarial

Pero debemos agregar un elemento más a esta temeraria fórmula que ha confeccionado nuestro mandatario. El ejército no solo absorbe las actividades del Estado, todas ellas antes de carácter civil, también se erige como la nueva clase económica, financiera, pudiente, de mercado, que comienza a manejar los bienes del país. A administrar el dinero pero sin que llegue este a las arcas nacionales. Esto es, de forma exigua mientras los verdaderos dueños del dinero, de las empresas, de las aduanas y transportes son las distintas ramas de las fuerzas armadas de México.

¿Exagero? ¿Dramatizo? ¿Peco de ingenua o ignorante? No, en lo más mínimo. Algo muy similar pasó en la URSS, ocurre aún en Rusia, con los miembros del poder y toda la clase política. Cuando las empresas del Estado dejaron de serlo, o cuando estas se estatizaron, o una cosa, luego la otra cosa y de vuelta a la primera, quienes se las quedaron y hoy las manejan son estos. Los nuevos oligarcas rusos son militares y ello se debió al poder concentrado que estaba en sus manos.

¿Eso está explicando la esquizofrénica relación que lleva López Obrador con el empresariado nacional? (https://heraldodemexico.com.mx/opinion/2022/1/8/el-tec-la-esquizofrenica-relacion-de-amlo-con-los-empresarios-368158.html ) ¿Eso de pedirles, solicitarles y al mismo tiempo golpear a toda nuestra clase empresarial (4 millones de mexicanos) con mentiras y a base de manipulaciones?

Alerta: solicitar que los militares manejen el avión invendible, pareciera que cierra el ámbito turístico (Aeropuerto de Santa Lucía, Tren, aduanas) en favor de los militares… Solo falta que tengan hoteles; bueno, ya tienen algunas playas y refugios en las costas del país…

Hablemos claro: el primero que sabotea al empresariado mexicano es el mismo tabasqueño. Por algo será.

Diana militar

Mexicanos, no conocemos nuestra historia, porque de conocerla levantaríamos la voz contra lo que está sucediendo. El poder inaudito que AMLO ha entregado a los militares y que continúa creciendo.

Las fuerzas armadas del país se están convirtiendo en EL grupo de interés que controla lo militar, lo político y lo económico en el país. Nunca un grupo tan pequeño y que no controlaba esos tres elementos (bueno, siendo francos, en la era moderna nuestra fuerza militar hasta antes del sexenio calderonista era absolutamente irrisorio) había adquirido tanto poder en un lapso tan corto de tiempo.

Por hacer un símil, ni siquiera la Iglesia Católica tuvo tanto poder como el que hoy en día tienen las fuerzas armadas. Entre otras la Iglesia no controló el Ejército y muchas veces se enemistó con el poder terrenal. Sin olvidar los años y centurias que requirió para consolidarse con la fuerza que tiene.

Estamos atestiguando uno de los peores momentos históricos de nuestra patria y se debe poner un alto.

AMLO, el que ha estado y sigue enojado, el que ya vio que no le da su sexenio, su proyecto, su partido y quizá hasta su predilecta (https://www.sdpnoticias.com/opinion/veronica-malo-guzman-la-perdida-de-una-nacion/?outputType=amp ), ha encontrado una tercera vía. Esta es la de las fuerzas castrenses.

Con ello, AMLO será el verdugo del país.