El debate que se inició en redes sociales y mesas de análisis sobre la desaparición de entes autónomos que propone el presidente Andrés Manuel López Obrador, generó bastante polémica. Tanta, que el propio mandatario nacional tuvo que salir a hacer algunas aclaraciones y ahondar en el tema al punto de aclarar que no va tras la CNDH y que tampoco los trabajadores perderán sus empleos.

A titulo personal, me falta información para emitir un juicio de valor sobre si estaría a favor o en contra de desaparecer algunos organismos de los denominados autónomos. Lo que, si me parece un acierto, es la voluntad de adelgazar el aparato del estado. Tenemos un país de leyes (para todo) y dependencias (para todo). Creo que la burocracia en México podría ser más eficiente. Revisar la ruta para ello, implica definitivamente un análisis más profundo.

Ahora bien, entiendo por completo el origen -político- de la intención presidencial. Los entes autónomos se convirtieron en el reducto para políticos del viejo régimen, opositores de membrete en su momento, que hoy han demostrado “ser los mismos”.

Las nuevas democracias enfrentan retos que implican continuar haciendo cambios en el sistema de gobierno. Los entes autónomos señalados “sirvieron pa’ lo que sirvieron” y ya está. Tampoco implica que se deba suprimir la autonomía de todas aquellas instituciones que han sido dotadas de ella. El principal reto que señalaba, es justamente el crear sistemas de gobierno más ágiles, abiertos a la democracia y la participación ciudadana, con transparencia, rendición de cuentas y devolverle al pueblo el poder de participar y decidir. Sirva el espacio para acotar, que por ello me parece interesante que los magistrados de la SCJN una vez demostrada su capacidad para el cargo, el filtro final sea el ser electos por el pueblo.

Traigo el tema porque como es costumbre cada lunes, el gobernador Rubén Rocha Moya en su semanera hizo dos cosas que creo son dignas de resaltar. Primero, como le suelo reconocer, no rehúye a ningún tema ni pregunta. Y segundo, se ha puesto la camiseta y ha dicho que apoya las decisiones del presidente López Obrador. Quienes esperaban una reacción más conservadora del mandatario sinaloense, recibieron un arreón de sensatez y oficio político.

¿Por qué? bueno, pienso que en Sinaloa también se cuecen habas y habría que examinar par de entes que, en mi opinión, requieren una re-definición de autonomía. Cuando menos, dejarle más claro a sus dirigentes el concepto.

El titular de esta entrega cuestiona la autonomía de dichos entes, pues mientras dichas instituciones sirvan a intereses particulares por encima de los del colectivo social, definitivamente deberíamos cuestionarnos si son verdaderamente independientes o no.

Quiero ser enfática en que, en el caso de la UAS, considero que la autonomía no es negociable. Sin embargo, hoy por hoy, hablando de reductos políticos, tenemos al Partido Sinaloense enquistado en la universidad la cual manejan sus dirigentes a su antojo, al punto de colarse en la coalición PAN, PRI, PRD, los cuales ahora son defensores a ultranza de la “autonomía universitaria” y ojo, aquí tuerce la puerca el rabo, porque es justamente el valor de la “autonomía universitaria” el que tergiversan y utilizan como escudo para cometer tropelías, corruptelas y abusos en favor de conservar su cacicazgo, pero en detrimento de la comunidad universitaria.

Pues bien, en la otra universidad autónoma, la de Occidente, se viven momentos que sería prudente poner encima de la mesa. Recién le fue dotada la autonomía y el autogobierno a la UAdeO y hoy ya tenemos tremendo conflicto al interior de Casa Lince.

El conflicto ha escalado hasta el punto de tener al alumnado manifestándose también en contra del rector, reclamando aulas y espacios dignos, baños y servicios al nivel de una universidad competitiva. La imposición que presumiblemente se ha dado por parte de la ex rectora está empañando su legado y gestión. Es una avasalladora mayoría la que se manifiesta preocupada por ver nacer un cacicazgo similar al de la UAS. Un espejo en el que la comunidad universitaria ni la sociedad sinaloense desea verse.

Ya hay solicitudes de auditorías ante la ASE y también denuncias penales en la fiscalía general del Estado por diversas presuntas irregularidades.

A ese tipo de retos me refiero que las nuevas democracias se enfrentan, la gente, el pueblo, no piensa dejársela tan fácil a los políticos y me parece oportuno responder a esas nuevas realidades. En este caso en concreto, el rector Pedro Flores tiene la oportunidad de consultar a la comunidad universitaria, reformar la ley y sin perder la autonomía, dar paso a un nuevo paradigma que atienda las necesidades democráticas de la actualidad. Puede también, elegir el camino sinuoso de ignorar el momento político y ver como la comunidad le arrolla con una dosis de nueva realidad. Ya veremos si esto avanza o no, tras la próxima sesión a celebrarse este viernes ante el consejo universitario.

Creo que vale la pena explorar reformar lo que haga falta para abrir paso a la transparencia, rendición de cuentas y sobre todo a democratizar las decisiones de la vida pública en los diversos sectores. Por eso, me parece que el debate de los entes ¿autónomos? debe verse desde la óptica de la nueva política y las nuevas democracias.

Vanessa Félix en X: @vanessafelixmx