La detención de Pavel Durov, ciudadano francés nacido en Rusia y fundador de la app de mensajería Telegram, es otro duro golpe a la libertad de expresión en México y en el mundo.

Siendo los frentes cibernético e informativo, dos de los nuevos campos de batalla en la época moderna, medios alternativos de comunicación como Telegram se convirtieron en herramientas importantes tanto para los ciudadanos comunes, como para los periodistas y analistas tradicionales e independientes.

Durov, por supuesto, no se trata de un hermano de la caridad que creó, junto con su hermano, la app Telegram con intenciones idealistas. El tipo es un multimillonario cuyo acierto fue crear un sistema de comunicación con una encriptación que no ha podido ser violada por las agencias occidentales de inteligencia.

A Durov y a Telegram se les señala por ser una plataforma en donde se difunden transacciones ilegales, pornografía, explotación y fraude.

Bajo ese parámetro, podrían arrestarse también a los dueños de plataformas cómo WhatsApp, Facebook y Twitter / X, en donde con una simple búsqueda pueden encontrarse grupos en donde se venden drogas de todo tipo y sexoservicios.

Las columnas más leídas de hoy

El autoritarismo con el que el gobierno de Macron detuvo a Durov corresponde, entonces a tres factores: presión por parte del gobierno sionista de Israel, ya que Telegram se ha convertido en un medio de comunicación entre la resistencia palestina y periodistas y ciudadanos de otros países; el hecho de que la app sea utilizada por los movimientos anticolonialistas que se oponen a Francia en África y otras partes del mundo y presión del gobierno y los servicios de inteligencia de los Estados Unidos ya que la app no está bajo su control y censura como si lo están las redes sociales con base en los Estados Unidos.

Gracias a Telegram, por ejemplo, nos hemos enterado que la guerra en Ucrania está siendo perdida por las tropas fascistas de Zelenski, aún con el apoyo de Estados Unidos, Reino Unido y la OTAN. Sin la información de los canales de Telegram, prácticamente solo conoceríamos la propaganda de los medios corporativos de occidente, en donde Ucrania va “ganando” la guerra desde hace más de dos años.

Así como durante más de una década, el cautiverio de Julian Assange fue condenable, así también lo es la detención de Durov, un damnificado más en la guerra de Estados Unidos y sus satélites europeos contra la libertad de expresión en el resto del planeta.