El consejero y presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova envió nuevamente una señal o, para muchos, fue la gota que derramó el vaso luego del agravio que sufrió el decreto constitucional de la Revocación de Mandato al darle, por mayoría de votos, un receso mientras según ellos, el presupuesto de organización es técnicamente suficiente para operar el ejercicio.
Por supuesto que eso desató una reacción de la clase política y de la misma población que, en las redes sociales, plasmó su inconformidad.
Si somos coherentes y conscientes de la importancia del hecho sin precedentes que se aprobó en mayoría por el legislativo, estamos en presencia de una clara postura de defensa ante los órganos federales correspondientes.
Son muchos los mecanismos legales y constitucionales que pueden servir de recurso para revertir la decisión del consejo, sin embargo, esto sólo propiciará más encono y polarización.
A veces no se puede actuar bajo impulso; no todo se resuelve por esa vía; quizá un poco de prudencia y empatía puedan recomponer la situación si reflexionamos que, esto, tensa o, tal vez, pueda tener un costo político muy alto a sabiendas que habrá elecciones en 6 entidades.
A pesar de que es inevitable llegado el momento de presentar el proyecto, la Reforma Electoral pasará, sin lugar a dudas, por un proceso de reestructuración. Es inocultable la serie de acciones desproporcionadas aunque también se actuó extralimitando las funciones del INE.
Asimismo, se rebasó la toma de decisiones que se dejó ver cómo autoritaria; fue, a mi juicio, una especie para jugar a las vencidas o, quizá, una actitud negativa de dejar bien en claro quien tiene las riendas del control del instituto “autónomo”, al menos, eso se percibió.
Desde esa posición estamos de acuerdo que, llegado el momento, habrá cambios constitucionales. No obstante, quizá también debe haber apertura al menos si hay justificación de que, el presupuesto operativo, es insuficiente.
Si se logra fundamentar las limitantes, puede ser que el legislativo esté en condición de fortalecer el rubro a través de las instituciones encargadas de canalizar recursos extraordinarios.
Al final de cuentas se entiende perfectamente la exacerbación, máxime cuando la determinación tiene una clara intención de socavar el ejercicio o, tal vez, tratar de desgastarlo por el simple hecho de postergar.
Tal vez está sea la oportunidad del gobierno federal de ignorar la resolución y, en esa coyuntura, demostrarle que más allá de los obstáculos habrá una ola social mayúscula que saldrá a las calles a ratificar el respaldo al presidente.
La respuesta, desde hace mucho tiempo, es un hecho inexorable: el presidente convocará nuevamente a millones de mexicanos que ratificaron su voluntad para que continúe AMLO como jefe del Ejecutivo.
Es, en los hechos, un axioma por más de que traten de poner piedras en el camino. Mientras eso pase, quizá sea importante reducir la tensión y calmar los ánimos. Tanto el INE como el gobierno federal pueden sentarse y resolver la situación que apremia.
Ya habrá tiempo en el campo legislativo para reformar un sistema electoral que, además de costoso, tomó un papel manipulador y extralimitado resumidos en agravios a la constitución.
En general, la decisión dañó severamente la determinación del legislativo cuando se plasmó en la Constitución el mecanismo de Revocación de Mandato. Sin embargo, creemos que hay formas de solucionar sin claudicar a los principios de la Cuarta Transformación.
El diálogo puede ser una ventana que convoque a la prudencia y empatía.