Cincuentenario

El 23 de noviembre de 2023 se han cumplido 50 años de la prematura muerte del cantautor mexicano de música vernácula, José Alfredo Jiménez (1926-1973). Y su presencia y legado continúa no sólo vigente sino que se ha consolidado prácticamente como un clásico de lo popular (aquí vale la contradicción, el oxímoron) a nivel nacional como internacional. Un hombre surgido de una raíz popular que supo expresar en sus canciones y en su canto; no un artificio, una vivencia, siempre. Porque además de gran compositor, es gran cantante. Posee una emisión franca, vibrante de la voz que utiliza el pecho y los resonadores frontales sin artificios ni estridencias. Canta tan cómoda y retadoramente en el registro grave y el medio, que prácticamente no necesita recurrir a lo que se conoce como giro o paso de la voz. Por ello he considerado que salvo alguna excepción (“Paloma querida”, con Jorge Negrete), nadie canta como José Alfredo sus propias canciones (algo semejante ocurre con Cucho Sánchez).

Por otra parte, estudios sociológicos han establecido la relación entre la letra de las canciones de Jiménez y la realidad social tanto colectiva como individual de su tiempo. Escribí al respecto el año pasado como anticipo a este cincuentenario “José Alfredo Jiménez, filosofía del mexicano en su canción, donde a partir de un contexto social, cultural y artístico en lo popular, y una semblanza básica del cantautor se analiza el fenómeno José Alfredo y sus canciones; letra y música.

Pensé para esta ocasión compartir una suerte de aproximación al José Alfredo operístico, al que ha sido cantado por cantantes de ópera en general. Pero al avanzar en lo concreto percibí que era mejor un tributo a través de diez cantantes con formación operística o cantantes de ópera; sobre todo después de escuchar el pobre desempeño que la Compañía Nacional de Ópera del INBAL ha tenido en su homenaje a José Alfredo Jiménez.

Comparto estas diez versiones y comentaré un tanto en torno a ellas. Y al final, un gran cierre con el propio “Hijo del pueblo”, José Alfredo Jiménez.

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Diez tenores y un José Alfredo

1. Jorge Negrete. Aunque procuró ser cantante de ópera, a final de cuentas Negrete se dedicó a la música vernácula y fue un gran acierto. El primer cantante con entrenamiento operístico en cantar a José Alfredo. Al menos el primero con éxito porque, por ejemplo, también grabó sus canciones el anticlimático Pedro Vargas. Cantó como barítono, aunque podría decirse barítono agudo o a la manera de la clasificación francesa, voz de “Barítono Martin”, en referencia al barítono francés Jean-Blaise Martin (1769-1837): caracterizada “por ser voz de barítono por su extensión y de tenor por su color y su levedad con la particularidad de tener ligereza en sus agudos… Alcanza el registro de tenor, pero sin llegar a los agudos ni a las notas altas de estos. Tampoco posee la fuerza de tenor dramático en los agudos”, establece con razón Wikipedia. En este sentido, Negrete, con mayor entrenamiento y dedicación, pudo haber devenido en tenor. Así que lo incluyo como primero en esta lista de tenores, aunque no con su mejor interpretación, “Paloma querida”, para poder incluir a tenores que sólo han cantado una o dos piezas de José Alfredo. Aquí con el “El hijo del pueblo”:

2. Francisco Araiza. El primer tenor mexicano en internacionalizarse en Europa teniendo éxito y trabajos musicales y artísticos de alto nivel. Araiza se convirtió, a finales de los años setenta, en el último protegido importante de Herbert von Karajan. Su refinada musicalidad lo posicionó como un intérprete ideal para Mozart y Rossini, convirtiéndose en protagonista de extraordinarias producciones artísticas y musicales. Sin embargo, la crítica vio en él, si bien a un cantante tan virtuoso como un instrumento musical, también a un intérprete con tendencia a la frialdad; algunas interpretaciones suyas podrían contradecir esta afirmación. Y después, vio a un tenor empecinado en abordar repertorio -Verdi, Wagner, Puccini- que excedía a sus posibilidades. También ha desempeñado un buen papel como pedagogo. Aquí su interpretación de “Paloma querida”:

3. Plácido Domingo. Se ha dicho, analizado y escrito tanto de Domingo, que será mejor dedicarle un escrito amplio más adelante. Cuando cantó canciones rancheras por vez primera lo hizo un tanto artificialmente, demasiado impostado y sin sentir a cabalidad las piezas del género. Conforme maduró y envejeció superó esta debilidad y se ha convertido en un muy buen intérprete de canciones rancheras. Comparto con él una canción que Ramón Vargas se negó a cantar durante un concierto dedicado a José Alfredo en un Festival Cervantino ¡en Guanajuato!; argumentando que “no le gusta” nada menos que “El rey”:

4. Ramón Vargas. Y hablando precisamente de Vargas, es el tenor mexicano que más ha prolongado su permanencia en los escenarios. Una muy buena carrera internacional que siguió a la de Araiza. Tal vez no le vaya muy bien el género, quizá trata de llevar el canto popular demasiado lejos a su personal estilo operístico; pero aquí está, se “defiende” con: “Deja que salga la luna”:

5. Fernando de la Mora. Intentó De la Mora, como protegido de Televisa y de Plácido Domingo, alcanzar un nivel internacional importante como tenor. Alcanzó algunas presentaciones en diversos países, pero básicamente se desarrolló en México. Primero como cantante de mariachi y actor de cine, después como tenor operístico y de canción popular. Canta, “Caminos de Guanajuato”:

6. Javier Camarena. Como dijera alguna vez Giuseppe di Stefano sobre Luciano Pavarotti, Camarena ha conquistado al público estadounidense con los 8/9 Do’s del aria de la ópera La hija del regimiento, de Donizetti; y en general con el repertorio el tenor lírico ligero. Se convirtió en la moda de los últimos diez años dentro de la acotación de su repertorio. En los últimos tiempos ha abordado con intensidad canción mexicana popular, aunque con éxito relativo, pues este género exige mayor capacidad de timbre, color y expansión a su voz de tenor ligero. Aquí con “Serenata huasteca”:

7. Juan Diego Flores. Tenor peruano que ha obtenido gran apoyo dentro de la industria de la ópera; por un tiempo, una suerte de “rival” de Ramón Vargas. Hasta que Domingo, un tanto exagerado, lo coronó como el mejor tenor ligero del mundo. Con franqueza, aunque es un cantante considerado “muy musical”, su voz ligera, aguda, con cierto “capretino” en la emisión, puede llegar a causar alguna molestia al oyente. Pero ha tenido muy buenos momentos, sin duda. Un poco fuera de estilo, aquí canta, “Amanecí entre tus brazos”:

8. Roberto Alagna. Tenor francés de origen italiano de importante carrera internacional, ha mostrado interés constante por la música popular; por la mexicana también. Realizó hace tiempo un muy buen homenaje al tenor Luis Mariano, cantando sus canciones y, en cierta manera, personificándolo. Un tanto “chistoso” o gracioso en los lamentos, aquí va “Ella”:

9. Héctor Palacio. No diré nada en mi favor (en mi contra: que yo he hecho la lista). Me someto al juicio público en esta atípica presentación en vivo con marimba de “El jinete” (toma en vivo incompleta):

10. Alfredo Kraus. Al igual que Domingo, Kraus ameritaría un ensayo elaborado para otra ocasión. He encontrado con el tenor español dos magníficas interpretaciones de canciones mexicanas con rondalla -encuentra un gran balance entre lo operístico y lo popular dignificando las piezas y a su propia interpretación-, “Dime que sí”, de Alfonso Esparza Oteo, y del homenajeado en estas interpretaciones tenoriles, operísticas, “Corazón, corazón”:

11. José Alfredo Jiménez. Y para cerrar, el digno de homenajes, el clásico popular José Alfredo, El Rey, en unas de sus últimas presentaciones antes de morir. De fenecer en ese mundo raro que sufrió y amó. Agradece al público, al pueblo, sus “lindas intenciones”, sus aplausos, el cariño a su persona y el amor a sus canciones; “Gracias”: