Agnotología, término relativamente nuevo; es el estudio de actos deliberados para sembrar la confusión y el engaño, normalmente para vender un producto o ganar un favor, últimamente la vemos muy ligada a cuestiones políticas y mercadológicas, los seres humanos estamos expuestos cada segundo de nuestra existencia, sobretodo en la era digital y la vasta información por internet.
“La calumnia cuando no mancha, tizna mancha”… dice el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, — refiriéndose a sembrar dudas— no está tan alejado de la realidad, pero vayamos al descubrimiento y creación de la palabra.
“La duda es nuestro producto. (La duda) es la mejor manera de competir con el volumen de información que existe en la mente del público en general. También es el medio para crear controversia”.
Las empresas enfocadas al “marketing” conocen de sobra la cita anterior, utilizada como fuerte argumento en sus productos, —cualesquiera que estos sean— engañar al comprador final…
¿Qué es la agnotología?
En los años 50; los investigadores Robert Proctor e Ian Bolin acuñaron el término agnotología para designar el estudio de la ignorancia. Al comienzo ni sus mismos colegas les tomaban en serio…. Hablar sobre hacer estudios para determinar cuan ignorante eres o por qué era algo inusual… La investigación llevada a cabo proponía superar la visión de la ignorancia como un vacío que puede ser llenado por el conocimiento e invita a pensar en las formas en que hoy se produce, en forma premeditada y estructural: por negligencia, miopía, secreto o supresión.
Agnotología, ahora conocida como el estudio de la ignorancia estratégica… Las empresas tabacaleras a mediados del siglo pasado fueron el referente principal de la utilización de la ignorancia estratégica para beneficio de empresas y perjuicios de la sociedad, en ese momento es cuando Robert e Ian entran en acción, cuando perciben la ralentización y manipulación de los estudios que las grandes tabacaleras pagaban para hacer parecer inocuo su producto.
¿Utilizar a la ciencia contra la misma ciencia, ralentizar o apresurar una investigación con fines egoístas?
¡Caray! ¿Dónde hemos escuchado esto? Y conste que no hablamos de CONACYT destinando millones a la investigación de salsas para pizzas o uñas de acrílico… ¡ups!
Esta revelación despertó el interés de Robert Proctor, un historiador científico de la Universidad de Stanford (EE.UU), que comenzó a indagar en las prácticas de las firmas tabacaleras y en cómo propagaban la confusión en torno a si fumar causa cáncer; los comerciales del producto nos pueden dar una idea de la forma y manipulación de la época.
Esta investigación a fondo, llena de contratiempos y zancadillas de los empresarios renuentes a reconocer los efectos dañinos al ser humano, lo llevó a crear una palabra para estudiar la difusión deliberada de la ignorancia, y así nace: La agnotología.
¿Qué es la ignorancia?
Todos presumimos que sabemos (o creemos que sabemos) qué es la ignorancia. El Diccionario de la Real Academia Española la define como “falta de conocimiento”, y hay pocos insultos tan dolorosos como el decirle a alguien “¡eres un ignorante!”, un video viral de hace poco —hablando de política mexicana— dice un sujeto a un entrevistador de MORENA: “Aquí si terminamos la primaria”…. Clara alusión a la supuesta ignorancia de los integrantes del partido MORENA.
¡IGNORANCIA! La palabra conlleva un estigma social y educativo muy fuerte, que nos motiva a varias de las acciones de nuestra vida, aunque a decir verdad, todos los seres humanos somos ignorantes de algún tema, nadie tiene un conocimiento universal e infinito, hasta ahora.
¿Se requiere tener conciencia de la ignorancia?
¿Por qué las conclusiones son divergentes en muchos estudios?
¿Quién paga por los trucos de magia en los laboratorios?
¿La tranquilidad de no sentirse ignorante sobre nuestra profesión y disciplina técnica, nos disminuye la ansiedad que provoca la incertidumbre, el ‘saber’ nos tranquiliza?
Ratas creadas ex profeso para probar la inocuidad de medicamentos.... política basada en evidencia... evidencia creada para no fallar, evidencia creada para engañar…
La ignorancia como arma utilizada no solamente en lo aún no conocido, es también una estratagema política; una creación deliberada de agentes poderosos que quieren que no sepas y a su vez llevando a tus narices lo que quieren que observes; la famosa “operación Berlín” en las elecciones pasadas da cuenta clara de ello.
Problemas metabólicos creados desde laboratorio, algún médico me comentaba en una entrevista como hicieron creer al ser humano que la grasa animal era dañina para nuestro organismo, los beneficiados fueron emporios aceiteros... ciencia a medida de empresarias.
¿La ignorancia a menudo puede propagarse con el pretexto de un debate equilibrado?
La notable ausencia de pensamiento crítico, de argumentaciones lógicas y sólidas en las discusiones, así como la intolerancia para escuchar “al otro”, son el eterno ir y venir en las redes sociales, los medios pagados al mejor postor ensalzan a sus benefactores en detrimento del contrario, y es una cadena de nunca acabar, las discusiones sobre política y las “fake news” a todos niveles abundan, entierran verdades entre supuestos.
Otro académico que estudia la ignorancia es David Dunning, de la Universidad de Conrell, EE.UU. Dunning advierte que Internet está ayudando a propagar rápidamente la ignorancia:
“Es un lugar “donde todo el mundo tiene la oportunidad de ser su propio experto, lo cual nos convierte en presa de los poderosos intereses que pretenden difundir la ignorancia deliberadamente”.
Esto es muy cierto, mientras que algunas personas inteligentes, buscarán, compararán y decantarán en el maremágnum de información sacando el mayor beneficio de toda la información a tan sólo un click, el mayor porcentaje de los usuarios, muchos, serán engañados por una falsa sensación de experiencia y conocimiento.
Día tras día crece la cantidad de retos que implica el mantener la cordura y ecuanimidad en nuestra época actual, y con ello las estrategias para intentar lograr un equilibrio físico, emocional, individual y familiar tomando en consideración que cada vez es más frecuente ver infantes sin resguardo pegados a un celular conectado a la red.
Por otro lado, siempre está latente el cuestionamiento personal; ¿Esa capa de conocimiento con la que tratamos de cubrirnos conforme progresamos en el trayecto educativo formal e informal, realmente nos llena de certidumbre y de tranquilidad?
“Vivimos en un mundo de ignorancia radical y lo maravilloso es que cualquier tipo de verdad atraviesa el ruido”.
Robert Proctor.