La madrugada de hoy, en lo obscuro y como si fuera ilegal y clandestino, sembraron un nuevo ahuehuete donde estuvo aquel que por más que luchó por sobrevivir se secó y de igual manera, en la madrugada de hace unos meses fue retirado.

Hoy amanece sembrado otro en la Glorieta conocida como de la Palma, que ya no hay tal sino hay un ahuehuete ahora, uno nuevo, que se aferra a vivir. Se ve verde, sí.

Pero el significado de su existencia es mucho más profundo que plantar un ahuehuete que le dé color a ese espacio vacío y emblemático de la capital del país.

Me parece que es una afrenta para muchos ciudadanos. Una terquedad y un acto de arrogancia y de soberbia por parte de la jefa de gobierno.

Ya se supo que esa especie de árbol no se da en ese espacio y en ese contexto. Y no pasa nada. Se intentó y no se dio.

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Claro que fue un pretexto para golpear a Claudia Sheinbaum acerca de que si no podía cuidar de un árbol iba a ser imposible que cuidara de un país si llega a ser presidenta.

Claudia no quiso colocar un monumento de personas desaparecidas en este país. Se negó rotundamente.

Le duele profundamente que se le recuerde los fallos y errores de este gobierno. Los niega y evade.

Y entonces lo grave aquí es que insiste en volver a plantar aquel ahuehuete que ya sabe que no se dio y de nuevo se arriesga a plantarlo.

Lo extraño es que lo hace de madrugada, ella ha dicho que para no entorpecer el tránsito pero suena a otra cosa… como no queriendo darle luz a ello.

Se la juega muchísimo la jefa de gobierno en volver a plantar un ahuehuete, creo yo. Sobre todo porque todas las miradas estarán sobre él, porque será el motivo para golpear políticamente a Claudia Sheinbaum si no se da y comienza a secarse.

¿Qué le costaba a la Jefa de Gobierno haber puesto algún muro o escultura?

Quizá le dio miedo que fuera grafiteado o destruido.

Como sea la verdad es que nadie tiene corazón para hacerle daño a un árbol nada más para lastimar las pretensiones de la jefa de gobierno.

Y me gustaría en verdad que ese ahuehuete cobrara tanta fuerza y simbolismo como la extinta palma. Pero lo veo difícil porque, insisto, junto con este ahuehuete también se siembra el berrinche, la soberbia, la incapacidad de aceptar errores y fallos...

Todo eso nos recuerda el ahuehuete más allá de admirar su belleza herbolaria.

El ahuehuete representa ese ciudadano que a pesar de viento y temblores, marchas y asesinatos, se aferra a la vida, y se quiere mantener en pie.

Que llegue a secarse será un duro golpe para la jefa de gobierno, porque de verdad que sí será el reflejo de su incapacidad para mantener de pie no solo a una ciudad, sino de ganar la presidencia, a todo un país.

El ahuehuete será más observado que Tohuí panda cuando llegó a vivir al zoológico de Chapultepec en 1981.

Yo le deseo que sobreviva. Porque su supervivencia me dará esperanza, si Claudia llega a ser presidenta. Que les puedo asegurar sí lo será.

Es cuanto.