“Cuánto ha cambiado el Times: cómo la tecnología digital, el nuevo modelo de negocios del periódico y el surgimiento de nuevos ideales entre su personal han alterado su comprensión de la frontera entre noticias y opinión, y de la relación entre verdad y justicia… sus principios básicos éticos ya no prevalecen”.
James Bennett, “Cuando The New York Times perdió el rumbo”, diciembre 2023
Para el presidente López Obrador, el caso de Julian Assange representa el doble rasero con el que Estados Unidos mide la libertad de expresión en el mundo. Estemos de acuerdo o no con esta aseveración, es relevante analizar este tema a la luz de los últimos acontecimientos, además de tratar de entender cómo se relaciona con la caída de la confianza de los estadounidenses en sus medios de comunicación convencionales (donde destaca el The New York Times -NYT-), como la vía para recibir información de manera “completa, justa y precisa”, que actualmente está en niveles históricamente bajos (según la última encuesta de Gallup de 2023).
El “caso Assange” es complejo, representa un símbolo de la defensa de la libertad expresión alrededor del mundo, y también se ha convertido en un asunto político y diplomático para EU.
Por años, el debate sobre Assange (que se encuentra en prisión en Reino Unido a petición de EU) ha girado en torno a la defensa de la libertad de expresión frente, a lo que muchos llaman, la “santidad” de los secretos de seguridad nacional de un país (o de la información reservada, en el caso de México).
Por la nacionalidad australiana de Assange, se plantea que su futuro pudiera depender de los intereses políticos y diplomáticos entre EU y Australia, que mantienen una alianza que es de gran importancia para los objetivos geopolíticos de EU. El primer ministro australiano, Anthony Albanese, ha empezado a ejercer presión sobre el presidente Joe Biden y la semana pasada votó a favor de una moción en su parlamento que pide el regreso de Assange a Australia.
Situación legal de Assange
En estos días podría resolverse en el Tribunal Superior del Reino Unido si Assange puede apelar una orden de extradición a EU, que en 2022 dictó el Ministerio del Interior del Reino Unido, tras permanecer en poder de las autoridades británicas desde 2019 (estuvo asilado en la embajada de Ecuador en Londres desde 2012). Si Assange gana este caso, se llevará a cabo una audiencia de apelación para reconsiderar su impugnación. Si pierde, la única opción que le queda sería acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
Al fundador de Wikileaks se le pretende juzgar por 18 cargos penales bajo la Ley de Espionaje de 1917 de EU lo que, a decir de quienes defienden su posición como periodista independiente, atenta contra sus derechos de expresión ya que es violatorio de la Primera Enmienda de la Declaración de Derechos de EU que, entre otros, protege la libertad de expresión y de prensa.
Aunque la administración de Barack Obama se negó a procesar a Assange, la de Donald Trump decidió que si debería ser condenado, y ahora Biden deberá resolver el curso de la extradición.
Antony Blinken ha dicho públicamente que Assange está acusado de delitos graves y van a seguir persiguiéndolo. Para sus abogados, “todo parece una venganza”, “el proceso legal está viciado, el caso tiene motivaciones políticas y es un ataque a todos los periodistas”.
Se ha dicho que “está siendo procesado por participar en la práctica periodística ordinaria de obtener y publicar información clasificada, información que es a la vez verdadera y de evidente e importante interés público”.
Wikileaks y el desafío a Occidente
Julian Assange es un editor, periodista (para algunos) y activista, que en 2006 fundó Wikileaks, una organización de medios y editorial que opera “sin fines de lucro y se financia mediante donaciones y asociaciones de medios”.
Assange ha dicho que abrió WikiLeaks para desafiar las estructuras de poder de Occidente y defender los derechos humanos en la búsqueda radical de “la transparencia y la verdad”.
Wikileaks saltó a la fama por primera vez en 2010 cuando publicó un video militar estadounidense que mostraba un ataque de EU en Irak, en 2007, que mató a una docena de personas, incluidos dos reporteros de Reuters. Luego publicó miles de archivos secretos clasificados y cables diplomáticos que exhibían críticas de EU a varios líderes mundiales, desde el presidente Putin hasta miembros de la familia real saudita.
En EU, se señala que su acusación es “por ayudar y conspirar con la ex analista de inteligencia del ejército, Chelsea Manning (condenada a 35 años de prisión en 2013, sentencia luego conmutada por Obama), para obtener información confidencial ilegalmente y luego revelar nombres de sus fuentes, lo que puso a esos individuos en grave riesgo de sufrir daños”.
A Assange se le liga con Edward Snowden, un ex asistente de la CIA, conocido por una de las filtraciones más importantes en EU por entregar material de la NSA (agencia nacional de seguridad de EU), en 2013, y exhibir que ese aparato de espionaje intervenía comunicaciones y recolectaba datos de personas, desde simples publicaciones en redes sociales hasta llamadas de la canciller alemana Angela Merkel. Actualmente vive exiliado en Moscú.
Los partidarios de Assange lo aclaman como un héroe antisistema y un periodista que está siendo perseguido por exhibir las prácticas hegemónicas de Estados Unidos.
Cartas para Biden
La carta que AMLO le entregó a Biden en julio de 2022, donde le explica “los motivos por los cuales Assange debe ser indultado”, y dice que su detención es “una afrenta a la libertad de expresión”, no es la única misiva que ha recibido en ese sentido.
Un grupo bipartidista de congresistas estadounidenses (16 demócratas y republicanos) le enviaron una carta en noviembre de 2023, advirtiéndole que, si su administración no retira la solicitud de extradición de EU contra Assange, y abandona todos los procedimientos judiciales contra él, puede dañar la alianza entre EU y Australia y debilitar la libertad de prensa en su país.
Señalan que “la administración Biden está empeñada en sentar un precedente alarmante al procesar a Assange”. “EU no debe emprender un proceso innecesario que corra el riesgo de criminalizar prácticas periodísticas comunes y, por tanto, enfriar el trabajo de la prensa libre”.
Biden ha sido acusado de hipocresía por exigir la liberación de periodistas detenidos en todo el mundo, mientras sigue buscando la extradición del fundador de Wikileaks. Y que se contradice porque él era vicepresidente cuando Obama se negó a procesar a Assange.
Assange y el NYT
Los reclamos globales que aseguran que Assange es acusado por algo que “el NYT hace con regularidad y total impunidad”, se han agudizado.
Frente a esto, el pasado 19 de febrero, el medio publicó un ensayo de James Kirchick, en el que señala que Assange tiene una “calidad moral cuestionable” y es “un activista a favor de Rusia” y “su ideología es repugnante y sus métodos imprudentes”. Pero, dice, “la Primera Enmienda no fue escrita para proteger sólo a aquellos cuyas ideas y medios para expresarlas nos parecen agradables. Como tal, el continuo procesamiento del Sr. Assange bajo la Ley de Espionaje constituye una peligrosa escalada en el intento del gobierno de EU por obstaculizar la libre expresión”.
Las protestas a nivel mundial han crecido, incluyendo a grupos como Amnistía Internacional. En la red X con el apoyo de Elon Musk y en entrevistas con Tucker Carlson, la esposa de Assange, Stella, ha comparado este caso al de Alexei Navalny, el activista de la oposición rusa que murió en prisión mientras cumplía una sentencia de tres décadas. “Julian es un preso político y su vida está en riesgo. Lo que le pasó a Navalny le puede pasar a él”.
Muchos se preguntan si en estos tiempos electorales, Biden reconsiderará el “caso Assange”. Hay que recordar que hace apenas unos días, Biden declaró que Putin es un SOB (“hijo de p…”), con relación a la muerte de Navalny, e impuso nuevas sanciones a Rusia.
A Assange se le considera cada vez más, víctima de una persecución judicial y política. El curso que tome este caso, marcará a EU. El medio hermano de Assange, Gabriel Shipton declaró a Business Insider esta semana que: “Si lo extraditan, habrá un costo. Habrá una protesta global y habrá una reacción de los periodistas independientes a favor de la libertad de expresión”.
Las voces que alrededor del orbe lo respaldan parecen gritar al unísono lo que hace unos días declaró el presidente de Australia: “enough is enough!” Apelan a que Biden “haga lo correcto” en nombre de la democracia y la prensa libre, como principios que deben prevalecer a nivel mundial.