Son al menos tres líderes populistas con gran poder los que están poniendo al mundo en vilo con el conflicto en Israel.

Vladimir Putin

Con más de 15 años al frente del gobierno ruso, que creció su poder a través de la represión y la amenaza que lo encumbró. La respuesta violenta que tuvo lugar el primero de septiembre de 2004, cuando un grupo islamista de unas 30 personas armadas irrumpió en una escuela de Beslán en Osetia del norte de Rusia tomando como rehenes a 1181 personas, la mayoría niños, por órdenes de Putin el operativo terminó en un tiroteo entre los secuestradores y las fuerzas de seguridadrusas, que dejó un saldo de 334 muertos (186 de ellos niños) y más de 700 heridos.

Esta operación le valió a Putin fortalecer su posición política y su poder en la madre Rusia. Lo mismo está pretendiendo con los ataques despiadados a Ucrania que por cierto, Israel no los condenó como le pide a México que lo haga con la masacre perpetrada por Hamas.

Donald Trump

Otro de los populistas y, por cierto, aliado, es el expresidente de Estados Unidos, quien no dudó en generar una crisis migratoria en la frontera sur de su país, acusando a los migrantes de terroristas, mexicanos incluidos.

De hecho, una de sus principales banderas de campaña para recuperar el poder es la crisis migratoria que ha cobrado una gravedad inusitada desde 2016, el año electoral donde participó Trump y, cuando perdió la reelección en 2020, promovió una de las peores crisis políticas en Estados Unidos, ahora, en el proceso electoral de 2023-2024, nuevamente se dedica a alimentar el odio en contra de los migrantes y alentar, contando con aliados como AMLO, a que grandes grupos avancen hacia la frontera sur de Estados Unidos, generando una crisis humanitaria sin precedentes.

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En el contexto actual, resulta grave la posición que está tomando frente al conflicto árabe israelí, donde acusa al gobierno de su país de haberle dado la espalda a Israel. UnDiscurso que vende muy bien para sus fines políticos, pero que pone al mundo entero en estado de guerra.

Netanyahu

El conflicto árabe israelí ya rebasó todos los límites y de ser un conflicto político-religioso-territorial se ha convertido en un tema político con el peor de los motores, la disputa de líderes populistas por el poder.

En el conflicto que tiene al mundo en alerta máxima, se vuelven relevantes las declaraciones del ministro egipcio de Inteligencia, Abbas Kamel, quien llamó al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, diez días antes del ataque para advertirle de “algo inusual, una operación terrible” que iba a lanzarse desde Gaza; de confirmarse Netanyahu debe ir a la cárcel.

Resulta muy curioso que Israel, uno de los países con mayor preparación militar y de inteligencia no haya detectado el ataque del grupo Hamás y haya hecho caso omiso de la advertencia de la inteligencia egipcia sobre los ataques que perpetró el grupo fundamentalista palestino.

El problema de Benjamin Netanyahu y su obcecada posición solo se explica desde el populismo que representa. Los líderes populistas subsisten dentro del fundamentalismo religioso y los fanatismos políticos con ideologías y justificaciones trasnochadas que alimentan el odio entre los seres humanos para mantener el poder y justificar su posición.

Mantener vivo el conflicto

En la actualidad, los principales conflictos internacionales que enfrenta el mundo mantienen características comunes como problemas internos que gobiernos y líderes populistas que los expanden con la intención de romper el orden internacional.

Vivimos intensas luchas entre el bloque dominado por Rusia junto con algunos países islámicos aliados como Irán, Irak, Afganistán, Turquía, Siria, Qatar, Líbano y el grupo Hamás de Palestina. Putin tiene también importantes aliados en Occidente a los que financia para reproducir gobiernos populistas capaces de generar guerras internas y posiciones irreconciliables en el marco internacional como estrategia para debilitar las democracias y así extender su poder y control.

El líder de Israel, la delgada línea

El otro líder populista con más de 15 años en el poder es Benjamin Netanyahu, el líder del partido ultraconservador Likud, quien buscó la alianza con Putin logrando acordar algunas  posiciones militares en Siria e Irán.

Al igual que los dos anteriores Netanyahu consolidó su poder a través de una posición radical frente a grupos árabes terroristas y, casualmente, cuando tomó más relevancia, fue frente al grupo Hamás.

La respuesta del primer ministro de Israel ha sido totalmente extrema, convirtiéndolo prácticamente en un líder igual que los peores terroristas y genocidas de la historia.

Es sabido que Hamás fue el autor de terribles ataques a la población civil de Israel, que están focalizados y merecen todo el castigo por los actos de lesa humanidad en que han incurrido y que no tienen justificación alguna.

El problema es que Netanyahu ahora lanza un ataque brutal contra la población palestina, sin discernir que no es el pueblo, sino el grupo Hamás el responsable.

Son populistas internacionales que acaban protegiendo a delincuentes mercenarios y generando conflictos con los que apuntalan su poder a costa de dolor y sangre.