De una cosa no existe ninguna duda: el super poder que dotó el presidente Obrador a su secretario de gobierno es, en términos políticos, mayúsculo. Algo similar al contundente quehacer que estructuró, en un periodo corto, el propio Miguel Ángel Osorio Chong con Enrique Peña Nieto, y que lo hizo repuntar al considerarlo, incluso, un presidenciable del PRI en aquella época.

Después de todo el expresidente Peña mandó a José Antonio Meade y, aun así, el PRI sufrió una de sus peores derrotas de su historia, al menos en porcentaje recibió una paliza literal de manos de Morena. Sin embargo, más allá de las decisiones tomadas o no, este fragmento analizará, desde una concepción propia, la interlocución del secretario de gobierno con la oposición.

Con esa premisa y con un tono moderado y conciliador en la clase política del país, el presidente López Obrador a través del secretario de Gobierno, Adán Augusto, abrió el espacio de diálogo con la oposición, en especial con el PAN.

Aunque la situación no convenció a muchos, a través de las redes sociales circularon fotografías del encuentro. De acuerdo con la versión oficial se tocaron puntos de la agenda de trabajo; asimismo, por razones obvias, no comentaron abiertamente la etapa tensa que se ha podido percibir, al menos en el intercambio hasta cierto punto natural entre dos polos totalmente opuestos.

Sobre la información supimos que habrá mesas de trabajo para discutir temas y puntos fundamentales; entre ellos el proyecto de Reforma Eléctrica que envió el presidente. Sin embargo, más allá de la cordialidad del secretario de gobierno, la llamada Cuarta Transformación no dará tregua, al menos al momento de asumir decisiones de carácter social.

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Quizá el encuentro abone a la unidad y disperse, por un momento, la fuerte y profunda polarización que vive el país. Empero, eso no quiere decir que la oposición vaya a incidir en la toma de decisiones. Eso nunca pasará a pesar de que a muchos nos sorprendió la atención a la demanda de pláticas.

Durante años el presidente Obrador conserva una fuerte animadversión con la oposición; de hecho, desde la tribuna de la mañanera sigue asegurando que, el contrapeso, vive el peor momento de su historia.

Al respecto, ese intercambio sigue siendo, como hasta ahora, la praxis de un sistema que ha manifestado pluralidad y democracia, pero que continúa prevaleciendo en los mecanismos de presión mediática que manifiesta el desencanto en los peores instantes del paradigma de partidos tradicionales, dicho en otras palabras: un trato menos diplomático

No sé a qué juega la oposición o, tal vez, busca minar para darle valor al logro de fomentar el diálogo y después, como es lógico, volver a la fricción. Es, en términos políticos, una estrategia atractiva para construir una supuesta cooperación de los partidos tradicionales que sabemos todos, jamás pasará.

Quizá hay voluntad porque se acercan las elecciones y Morena es ampliamente favorito para ganar 5 de 6 entidades. Desde ese punto de vista puede ser que los gobiernos busquen a través del diálogo una salida sin contratiempos.

Otro aspecto estratégico puede ser que, llegado el instante, se rompa la comunicación y entonces la oposición fiel a su estilo, acuse al presidente de no lograr acuerdos al tratar de someterlo mediáticamente. Eso ha sucedido en prácticamente los tres años de gobierno; tanto PAN, PRI y PRD actúan bajo esa simulación.

Entonces, estar en Gobernación habla de la pluralidad democrática que ha mostrado el presidente. No obstante, no trasciende más allá de un diálogo cordial de un secretario de gobierno que, con López Obrador, se empoderó.

Puede que una de esas la oposición consiga uno que otro punto para nutrir algún tema; pero de allí a que el gobierno recule en su programa de nación, hay una distancia abismal que jamás sucederá.

Notas finales

Los resultados obtenidos desde el legislativo son, en una evaluación, políticamente sustanciales y provechosos. Esto se abordó hace un par de días cuando le preguntaron al coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, sobre el balance del 2021 en la Cámara Alta. Con ello, no dudó ni tantito en proyectar el numeroso papel de la bancada que representa; aunque también, hizo énfasis en la forma de organización y expresión que ha fomentado, en la práctica, un esquema amplio de interlocución y consenso que ha sido, sin lugar a dudas, el mejor instrumento para tomar decisiones.

En ello, estamos prácticamente de acuerdo. En lo que se refiere a respaldo y apoyo entre los poderes ejecutivo y legislativo se fijó, en toda la agenda, una lista de prioridades que, con determinación, sacó adelante la fracción de Morena y sus aliados comandados por Ricardo Monreal, lo que constituye, evidentemente, otro de los puntos en que también compartimos la lectura del presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado.

Tal y como lo mencioné en estos espacios de opinión: el Senado se convirtió en la columna vertebral de la Cuarta Transformación.