Bienvenidos amantes de la gastronomía. Algo que sin duda caracteriza a esta fruta es su aroma: fuerte, penetrante, dulce y sensual, que evoca sin duda al arte y a la literatura, como a Gabriel García Márquez.

Estamos en otoño, y sus olores llenan el aire, sobre todo al caminar por un mercado, que justo en esta época nos recibe con un exquisito aroma: la guayaba, fruto nativo al que se le conocía en el “ImperioAzteca como “xalxocotl”, que significa “cáscara dura y ácida”.

Pertenece a la familia de las mirtáceas, familia botánica en la que podemos encontrar también a la canela, el clavo, el mirto, la nuez moscada y el eucalipto, todas ellas especias muy olorosas y con características particulares e insustituibles.

Es interesante saber que los antiguos pobladores consideraban a la guayaba como uno de los remedios más eficaces para combatir y curar la disentería; también como remedio antidiarreico, así como para aliviar otros padecimientos como son el cólico intestinal, flatulencia y la inflamación abdominal. Solían utilizar las hojas de esta planta para elaborar una pócima. Incluso, hay quien en la actualidad sigue elaborando un de hojas de guayaba, para combatir la gastritis.

En el siglo XVI Fray Bernardino de Sahagún escribió al respecto:

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“Los árboles en que se hacen las guayabas se llama xalxócotl, o xalxococuáhuitl. Son árboles pequeños y tienen las hojas y las ramas ralas. El fruto de estos árboles se llaman xalxócotl. Son por de fuera amarillas o verdinegras. De dentro unas blancas y otras coloradas o encarnadas. Tienen muchos granitos dentro.”

Fray Bernardino de Sahagún

En nuestro país podemos encontrar las más comunes, que son amarillas o verdes con el interior de color amarillo pálido, y las rosadas que son mucho más fragantes y exóticas.

Con ellas se pueden elaborar infinidad de productos, desde compotas, mermeladas, aguas frescas, en almíbar, en ate, cajeta incluso se pueden elaborar licores con ella. Y es tan versátil que puede degustarse en dulce o salado. Ya sea como ingrediente en una ensalada, incluso en una tapa. ¿Se pueden imaginar una tapa de queso manchego con jamón serrano cuyo pan este delicadamente embarrado de compota de guayaba? O que tal una ensalada de endivias con queso de cabra y guayaba.

Este fruto puede ser el protagonista en los postres más humildes, sencillos y caseros, ¿Quién no probó en su infancia ate de guayaba con queso después de comer? En mi caso, al oler el dulce olor de la guayaba, de inmediato me transporto a mi infancia.

Y a ustedes estimados lectores, ¿Qué sensaciones les produce el olor de la guayaba?, hay quien encuentra en dicho aroma connotaciones eróticas, o como en mi casa, tienen un fuerte olor a infancia en transición a la adolescencia, tal vez huele a primer romance, a las primeras heridas en el corazón apasionado.

En la gastronomía no solo los sabores son importantes, sino también los olores, y de aquí hasta el mes de diciembre podremos regocijarnos de este dulce fruto originario de nuestro país.

Sin importar, claro, en qué presentación sea degustada, si en dulce o salado, si es de forma sencilla o mucho más elaborada y gourmet. Si todo lo anterior no es suficiente, no deben olvidar que también es una excelente fuente de vitamina C, tan útil y necesaria justo ahora que los fríos arrecian. Respiren profundo, y deje que su aroma los inunde de recuerdos, antojos y pasión.

¡Bon appétit!

Cat Soumeillera en Twitter: @CSoumeillera