“I’m a spy in the house of love

I know the dream that you're dreamin' of

I know the word that you long to hear

I know your deepest secret fear

I know everything

Everything you do

Everywhere you go

Everyone you know”

THE DOORS

“There’s a spy by my window, I know it’s you (uh-huh)

You like to keep an eye on me

I know you like to keep an eye on me

There's a spy by my window, I know it's you (it's me)

Won't you like to keep an eye on me? (Uh-huh)

I know you like to keep an eye on me (I do, girl)”

SHAKIRA / JERRY DUPLESSIS / WYCLEF JEAN

Crónica de un gobierno que escucha en cuatro tiempos, ¿o es en cuatro transformaciones?

  • La primera fue cuando se confirmó que el gobierno de Peña Nieto espiaba a miembros de la sociedad civil, a periodistas y a alguno que otro político. El obradorismo le criticó de forma amplia.
  • La segunda transformación fue cuando, siendo candidato, López Obrador dijo por primera vez el “no somos iguales”; que ellos nunca espiarían ni a periodistas ni a adversarios ni a miembros de la sociedad civil.
  • La tercera transformación fue cuando, en octubre del año pasado, Andrés Manuel soltó desde la palestra de la mañanera que ni él ni su gobierno ni los militares contaban con el software “Pegasus” para espiar a la población. Es más, dijo que “ni quien lo tope” —refiriéndose al periodista Ricardo Raphael— “pues sería una pérdida de tiempo espiarlo con el programa Pegasus”.

Aseguró de manera contundente que ni él ni la Sedena espiaban a nadie y menos a Raphael, quien “es conservador y todo lo que dice es muy predecible”. Total, ya sabemos que a cada acusación o señalización, el presidente de México ya sea se victimiza o desestima la acusación (sin pruebas) y sobaja a la verdadera víctima.

Muy por encimita del radar pasó el acuerdo firmado entre México y Rusia en septiembre de 2021 y ratificado en octubre de 2022. Ese que, aunque López Obrador y Secretaría de Relaciones Exteriores aseguró no sería para espiar, expertos aseguran otra cosa.

José Jaime Herrera Cortés, de la comisión promotora de la Agencia Espacial Mexicana, señaló que la instalación de un sistema espía sí está incluido en el acuerdo; de hecho dijo que en el Art.3, inciso D: “se habla sobre una cooperación de navegación por satélite y tecnologías y servicios asociados a esta. Cuando hablamos de navegación por satélite, en el caso de Rusia, sí es del sistema Glonass que es utilizado para espiar…”.

  • La cuarta transformación de las escuchas ‘que no existen pero se dan’ tuvo lugar en el equipo de Layda Sansores. La gobernadora de Campeche soltó audios en su programa “martes del chisme”—perdón, “del jaguar”— donde Alejandro Moreno y Ricardo Monreal en diferentes momentos no salían bien librados. Nada nuevo, pero tampoco correcto el escuchar de manera ilegal conversaciones privadas.

Pero aquí el asunto es que en Palacio Nacional ni se inmutaron cuando se dijo que utilizaban Pegasus. Eso sí, declararon que se trataba de una treta de la oposición, ¡sin embargo el que pero escuchaba era el equipo de Layda!…

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Pero no fue lo único. De acuerdo con el hackeo realizado por Guacamaya Leaks que sufrió la Sedena, en un reporte de 2020 hecho por ellos mismos, los militares describen detalles de conversaciones privadas entre Raymundo Ramos (defensor de derechos humanos en Tamaulipas —¡ni más ni menos!—) y tres periodistas que investigaban denuncias sobre asesinatos de inocentes por parte de soldados. Las escuchas se realizaron DESDE el Centro Militar de Inteligencia (CMI), órgano hasta hace poco guardado como secreto del Estado Mayor de la Defensa Nacional.

Además del reporte generado por la misma Sedena, el celular de Ramos mostró que había sido “infectado” diversas veces por Pegasus.

Más allá de los “otros datos” dichos en la mañanera, es la primera vez que hay evidencias contundentes y públicas de que la actual administración espió a ciudadanos (“Citizen Lab”, instituto de investigación de la Universidad de Toronto).

Y luego, con la información obtenida por los hackers y la investigación “Ejército Espía” realizada entre Animal Político, Aristegui Noticias y Proceso, se confirma que en el actual sexenio se espía a la ciudadanía.

Y si bien se supone que para la Sedena pueda hacer este tipo de espionaje se requiere al menos una autorización judicial, ya se sabe, en la 4T la ley no interesa (aunque eso sí, dentro de los documentos hackeados, el mismo ejército reconoce que esta actividad es ilegal y que se considera un riesgo que se conozca la existencia del CMI).

Pegasus es el programa israelí que permite infiltrar los dispositivos móviles y obtener tanto la información almacenada, como el espiar las comunicaciones de voz, imagen y texto. En pocas palabras, toda la información que se tiene en un teléfono celular.

López Obrador ha negado que su administración utilice Pegasus. Las pruebas lo desmienten.

No se sabe si él sabe de su uso o si la Sedena realizó el espionaje a sus espaldas. Lo que es cierto, es que las escuchas ilegales han sido en contra de activistas sociales, periodistas y en contra de sus “adversarios” (dado que así nombra a periodistas, activistas, cualquiera que señale sus fallos).

La crónica del espionaje muestra que este no desapareció con la 4T. Antes lo realizaba el CISEN y también algunos particulares; ahora lo realiza —por lo pronto— el equipo de Layda y también el Ejército mexicano.

El espionaje es otra de las violaciones en términos constitucionales de derechos humanos, de la mínima seguridad que se supone brinda el Estado a su población y ahora también una mentira más que muestra que en la Cuarta Transformación sí son iguales y de manera reiterada muchas veces peores.

El gobierno obradorista sí espía a sus opositores.