El tema de la cannabis o marihuana siempre ha sido controversial. Hace años se consideraba la droga por excelencia de los hippies, luego se habló de las consecuencias sobre la salud de quienes la consumían habitualmente y se aseguró que era una sustancia de transición a drogas “fuertes”, el caso es que siempre ha sido estigmatizada, sobre todo por los sectores conservadores.

Pero desde hace muchos años, en tiempos de nuestros abuelos y aún antes, los “pueblos originarios” utilizaron esta planta como remedio curativo e incluso en la actualidad, en algunas casas se acostumbra usar una infusión en alcohol para dolores musculares, circulación y otros males.

La industria

En tiempos modernos, la producción de cannabis se ha convertido una industria importantísima, de muchos millones de dólares. De acuerdo con la firma irlandesa Researchandmarkets, en 2020 el valor del mercado de cannabis a nivel mundial alcanzó los 20 mil 500 millones de dólares y está proyectado que supere los 90 mil 400 millones de dólares para 2026.

De acuerdo con el director de Norteamérica de Juicy Land, la filial en México de JuicyFields, empresa de la industria del cannabis a nivel mundial, la legalización en México permitiría la inversión de mil millones de dólares y la creación de al menos 45 mil empleos directos.

A diferencia de otros países, en México la producción de la mota nació y creció de forma improvisada, su legalización permitiría que se convirtiera en una industria sólida con los avances más recientes en materia de tecnologías, investigación médica y científica, así como de aplicaciones medicinales avanzadas y nano-materiales.

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Lamentablemente en México no hay avance alguno para la legalización, control y certidumbre jurídica de dicha producción, al igual que en casi todos los sectores que deberían contar con impulso por el efecto que tendrían en el desarrollo económico, como el energético y el de telecomunicaciones.

En marzo de 2021 fue aprobada una iniciativa que permite el uso recreativo del cannabis, aunque de manera más limitada que en otros países como Uruguay y Canadá, en México no se legalizó abiertamente, sino que se elevó la posesión personal máxima de dicha droga de 5 a 28 gramos. La posesión entre 29 y 200 gramos de cannabis es sancionada con una multa y si se excede este límite, amerita pena de prisión.

Si bien se trató de un pequeño avance, aún queda trunco el andamiaje necesario. Su venta todavía es considerada delito, de modo que los campesinos en los estados de Sinaloa, Chihuahua, Durango o Michoacán que obtienen exiguos ingresos mediante el cultivo del cannabis, aún pueden acabar en la cárcel. En otras palabras, te regulan que puedas portar y consumir un poco más de cannabis, pero no te autorizan a comprarla.

Mientras se considerando un delito, se detendrá el avance de esta industria. De acuerdo con un estudio que mandó a realizar el Senado de la República, la criminalización contribuye a la inflación descontrolada del sistema penitenciario mexicano. En 2018, 37, 701 adultos y 3, 072 adolescentes fueron acusados de “narcomenudeo”, es decir, de comercio de drogas ilícitas en pequeña escala. No obstante, la mayoría de quienes fueron señalados por este delito (60% de los adultos y 94% de los adolescentes) no fueron detenidos por la venta de cannabis en sentido estricto, sino meramente por poseer entre 5 y 100 gramos de esta droga.

Legalizar y regular

Durante años se ha buscado la legalización y la construcción de los sistemas operativos adecuados para el desarrollo de esta industria, misma que podría ser una de las más importantes empresas en el país y de quitarle el estigma por parte de diversas organizaciones sociales como SMART, que por cierto ganó una serie de amparos donde el propio ministro y actual presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, aunque usted no lo crea, les dio toda la razón y les otorgó el amparo en el 2015, señalando que la prohibición absoluta del cannabis en México es, en efecto, inconstitucional.

Lamentablemente con la llegada del conservador AMLO a la presidencia, todo avance hacia la legalización se ha venido abajo. Los planteamientos de López Obrador en relación con el cannabis han sido ambiguos y erráticos.

Aunque en su larga carrera política, frecuentemente ha declarado su voluntad de “debatir” sobre la legalización, nunca se ha comprometido ni siquiera lo ha mencionado y, como buen conservador, prefiere evitar el tema.

Una de las pocas declaraciones que ha realizado fue en 2020, cuando la iniciativa ya se encontraba en debate en el Congreso y declaró en su mañanera del 26 de febrero que sólo apoyaría el uso medicinal:

“Eso habría que verlo, pero no estamos pensando nosotros ahora en una medida así. Sólo con propósitos médicos, sólo con propósitos de salud”.

AMLO.

Su palabra fue como una orden absoluta acatada por la mayoría de Morena.

Desde finales del año pasado, en entrevista con Brozo, el líder de la bancada de Morena, Ricardo Monreal prometió que, al cierre del periodo ordinario de sesiones, quedaría aprobada. Sin embargo, ni siquiera fue incluida en la agenda de debates.

Se impone el conservadurismo

El conservadurismo del presidente y su partido Morena están deteniendo el avance de lo que podría ser una importante industria económica y de salud, además al mantener su visión retrógrada.

Criminalizando al cannabis, permiten que la producción, distribución y venta continúe en manos del crimen organizado que, aparte de que se queda de manera ilegal con las ganancias, deja el territorio nacional con una estela de muerte y enfrentamientos.

Mientras el alcohol y el tabaco nosotros lo desarrollamos y producimos ilegalmente, los gringos hicieron marcas y patentes; hoy, nosotros ponemos los muertos, ellos las ganancias.