El gobierno decidió, por la voz de su titular, nominar a un conjunto de posibles candidatos a la candidatura presidencial, a los que denominó “corcholatas”. Es inevitable asociar esa decisión con lo que fueron los destapes en la época priísta, debido a su similitud. Las lecciones que éstos dejaron permiten advertir algunos de los riesgos por los que atravesarán hasta el momento que se produzca el consabido destape, y de lo delicado del proceso.
De los “tapados” a las “corcholatas”
No fue obra de la casualidad el surgimiento del mecanismo de los tapados, pues su aparición fue a consecuencia de un lento aprendizaje y de búsquedas para ordenar los procesos sucesorios. Cabe señalar que el término se inauguró para la sucesión de 1880 como inventiva de la prensa, cuando Porfirio Díaz se resistió a la reelección, siendo postulado Manuel González, quien a la postre ocupó la presidencia para el periodo 1880-84.
Son diversos los desafíos que tendrán la práctica sobre las corcholatas en la actualidad; para comenzar se encuentran los riesgos de fisuras, divisiones internas y de escisión que puede generar el despliegue de las actividades de quienes se encuentran en ese supuesto; especialmente por la premura con la que se hizo el señalamiento de la identidad de las corcholatas, pues el tiempo que nos separa aún de la fecha de las elecciones de 2024 es sobradamente holgado. Así la oportunidad para la descalificaciones abiertas o soterradas, golpes debajo de la mesa y acciones hostiles de los distintos equipos o de sus allegados, es también holgado.
A la luz de la experiencia que dejaron los destapes, tal situación subraya el imperativo de disponer de un mecanismo de regulación eficiente, a más del que puede ejercer el propio presidente; la dirigencia morenista está llamada a jugar ese papel, pero no parece estarlo desempeñando, y deja muchas dudas suponer que tiene la aptitud de hacerlo, especialmente porque el secretario de Gobernación juega como parte interesada, situación que lo descarta para desempeñar el papel de instancia de equilibrio, estabilización y acuerdo interno.
Aparece en el horizonte el síndrome de Moya Palencia cuando siendo secretario de Gobernación estuvo considerado entre los posibles al destape de 1975, atrayendo a su causa a buena parte de los gobernadores de los estados y de un despliegue que pronto quedó descarrilado. Destaca el recuerdo sobre lo que terminó siendo una necesaria solicitud de licencia de Carlos Armando Biebrich, a su cargo de gobernador de Sonora, en ese contexto. Quedaron en el vacío múltiples simpatías, algunos pronunciamientos de personajes y organismos que se ubicaban en el ámbito de influencia de ese ministerio; también en el desecho un alud de propaganda moyista que ya estaba impresa y lista para su distribución.
Actos anticipados de campaña
El proceso que habrán de vivir las corcholatas precozmente lanzadas al especio de la competencia dentro de su partido, también se ve comprometido respecto de la legislación que castiga los actos anticipados de campaña y de hacerlo desde el espacio de responsabilidades en el desempeño de cargos de gobierno, de modo que el desenlace del proceso puede ser muy controvertido.
La posición que puedan asumir los no nominados y los costos de eventuales divisiones forma parte los riesgos que se enfrentan, dentro de un escenario que se perfila de alta complejidad frente a los problemas que se vienen arrastrando como sucede con el saldo de un crecimiento económico que perfila a un sexenio perdido, asimismo las tendencias inflacionarias que se estima habrán de permanecer, junto con los graves problemas de seguridad pública que asola a regiones y comunidades de la mano de la expansión de la delincuencia organizada y del narcotráfico.
Por si fuera poco, tiende a exacerbarse la polarización política por la vía de poner en entredicho resoluciones de las autoridades electorales y del desacato a dictados de las autoridades judiciales por la vía de desconocer el otorgamiento de amparos; mención especial merece un contexto internacional complicado por el asunto de la guerra desencadenada por Rusia y por la controversia que se tiene con Estados Unidos y Canadá.
Se debe moderar el proceso de “las corcholatas”
En ese marco, la necesidad de moderar y encausar el proceso de las corchalatas es relevante; para hacerlo Morena tiene la reserva de algunos de sus gobernadores en cuanto al oficio, capacidad política y experiencia que algunos de ellos tienen y que los obliga a guardar prudencia para evitar el sobrecalentamiento que puede detonarse. Sin duda que en Sonora se encuentra uno de ellos.
Sumar a lo que es posible vislumbrar como un escenario singularmente complicado para las elecciones de 2024, a nadie conviene que se incorpore un proceso corrosivo de las corcholatas y del destape de una de ellas, pues acabaría por conformar un panorama cercano a los conflictos que se suponía desterrados para los comicios presidenciales.