Cuentan que en Mitla, Oaxaca, se descubrió un laberinto subterráneo que conduce al inframundo. Eso lo leí, hace no mucho tiempo, en la versión madrileña de un sitio de internet estadounidense, el HuffPost.

He recuperado esa nota. El hallazgo ocurrió gracias a que especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia pudieron utilizar un radar de penetración terrestre, de tal forma de realizar una tomografía de resistividad eléctrica y una interferometría de ruido sísmico ambiental.

No se necesita tanta tecnología para entender que invariablemente, en las vidas de las personas y las naciones, aparecen laberintos que si no se enfrentan con serenidad conducen al infierno.

En México, la elección de personas juzgadoras muy probablemente llevará a la judicatura a un laberinto que podría ser la puerta al abismo de una crisis en la impartición de justicia. ¿Qué hacer para evitar el gran daño?

La reforma al poder judicial se planteó por las mejores razones. El sistema ha sido corrupto e ineficaz y no hay duda de que debía cambiarse radicalmente. Por desgracia, la solución que se encontró —en apariencia ejemplarmente democrática— apunta a empeorar los vicios que se pretendía corregir.

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Tal como se ha planteado la elección de personas juzgadoras no garantiza que lleguen al poder judicial los y las mejores juristas, y ni siquiera quienes realicen la mejor campaña. Porque las campañas son una broma —no hay manera de que la gente conozca a los y a las aspirantes; de hecho solo son conocidas las tres ministras en funciones, dos de ellas sin duda desprestigiadas en el mundo del derecho, Yasmín Esquivel y Lenia Batres; Loretta Ortiz es la que se salva—.

Llegarán al poder judicial quienes tengan más apoyo de los partidos políticos, sobre todo de Morena, cuyas estructuras parecen decididas a llevar a la presidencia de la SCJN a Yasmín o a Lenia, algo que justifican en el partido en el poder con razones sin duda válidas desde el punto de vista de la política, pero que le quitan a la judicatura su esencia: la independencia de sus integrantes. No es que ahora las personas juzgadoras sean independientes: ¡por supuesto que la mayoría no lo son! Pero como está planteada la elección, a partir de septiembre tal situación lamentable se agravará.

La salida está en que Morena rechace a las ministras que buscan seguir en la corte suprema. Ojalá se tome la decisión política de poner las maniobras electorales al servicio de aspirantes de mejor nivel que las ya ministras. Hay opciones: Fabiana Estrada, Mauricio Flores, Sara Irene Herrerías, Edgar Corzo Sosa, Darlene Rojas Olvera, Paula María García Villegas, Mónica Güicho. No tiene por qué Morena apoyar a las peores. Si no llegara alguna de las dos ministras con mala fama, la elección podría empezar a tener sentido.

En fin, una pena la aparición tan frecuente de terribles laberintos en todas las manifestaciones de la vida. Escribí esta reflexión después de haber leído un artículo de Jason Gay, columnista de deportes de The Wall Street Journal, “Arrasó en el Tour de Francia. Ahora se va al infierno”.

El infierno es la carrera clásica París-Roubaix, que “recorre unos 260 kilómetros por carreteras estrechas, polvorientas y ruidosas”. Algunas de tales carreteras en las condiciones en que la dejó Napoleon. La París-Roubaix “es una tarde brutal, llena de accidentes… Cuando los corredores, cansados, terminan después de cinco horas y media, parecen hombres topo cubiertos de lodo que llevan 20 años viviendo bajo tierra… Los ganadores no reciben un trofeo. Reciben una piedra”.

Jason Gay no entiende por qué el mejor ciclista del mundo, ganador ya de tres ediciones del Tour de Francia, ha decidido ir al llamado infierno del norte. El periodista no cree que Tadej Pogacar tenga posibilidades reales de salir triunfante en la París-Roubaix. Su físico no le da para eso: 1.75 metros de estatura y 65 kilogramos de peso. Es una carrera para ciclistas más altos y pesados, como Mathieu van der Poel. Pero Pogacar ha decidido ingresar al laberinto, del que podría salir hasta lesionado y complicar su futuro. El mejor ciclista del mundo ha ignorado las advertencias y ahí estará.

Jason Gay ha definido al ciclismo como un “deporte impredecible con tendencia a la mala suerte”. Así es la vida de las personas muchas veces, así son las elecciones mal planeadas como la judicial. Pero siempre, si se quiere, se puede evitar el daño. Hay opciones sensatas para encabezar la judicatura mexicana, esto es, la SCJN. Ojalá Morena no apoye a las peores.