Tiene razón Julio Hernández, de La Jornada, está en marcha una campaña de los cronistas de Xochitlán para inflar lo que se considera el segundo aire de la candidata de la alianza PRI, PAN, PRD. Desde ayer la comentocrcia se lanzó a hablar de (enseguida unos pocos ejemplos):
- El regreso de Xóchit (Guadalupe Loaeza, en Reforma).
- El relanzamiento de Xóchitl, (Jorge Fernández Menéndez, en Excélsior).
- Despertó Xóchitl (Pablo Hiriart, en El Financiero).
Y así muchos otros:
- Como Francisco Martín Moreno, en Reforma, quien usó el discurso del pasado domingo de Xóchitl Gálvez para concluir que ha habido “10 veces más muertos en este fúnebre sexenio que los caídos durante la revolución mexicana”. Es falso, pero sirve como propaganda.
- O como Joaquín López Dóriga, en Milenio, columnista que no tiene duda de que “las campañas son de emociones no de razones, y el domingo Gálvez emocionó a los asistentes a su cierre de precampaña”. Joaquín, por cierto, se aventó a decir que la más dura crítica que recibió Xóchitl es “que usó teleprompter”. López Dóriga ignora que esa palabra, “adaptación válida al español del anglicismo teleprompter debe escribirse con “tilde en la o por tratarse de una voz llana terminada en consonante distinta de n o s”. Lo dice la FundéuRAE
Catón dijo la verdad, ni duda cabe.
En su columna de Reforma Armando Catón Fuentes Aguirre expresó con sabiduría que “Cuando AMLO y Claudia Sheinbaum despertaron Xóchitl Gálvez todavía estaba ahí”.
El famoso Catón utilizó el breve cuento del guatemalteco Augusto Monterroso para dar a entender que Xóchitl y lo que esta mujer representa no han perdido la guerra.
Es verdad. Tan no está derrotado aquello que patrocina a Xóchitl Gálvez, que el presidente López Obrador y la candidata Sheinbaum no se confían y trabajan con todo para garantizar que México no retroceda al pasado corrupto y autoritario, el de Carlos Salinas y sus crímenes políticos, el de Vicente Fox y la frivolidad como esencia del gobierno, el de Felipe Calderón y su fallida guerra contra el narco.
Como bien sabemos, el cuento de Monterroso se usaba bastante en los análisis políticos para hablar de que el PRI jamás moriría. En el sitio Sputnik leí que “aquel cuento fantástico se convirtió en breve historia costumbrista. Daba igual si era 1946, 1968, 1980 o 1994: cuando un mexicano despertaba, ahí seguía el mismo partido político en el poder”.
De lo que se trata ahora es de impedir que el viejo, sucio y antidemocrático PRI —con el apoyo del PAN— vuelva a dominar a México. Es la misión de Claudia Sheinbaum. Las encuestas no mienten: hasta el momento, al final de las precampañas presidenciales, Claudia ha hecho correctamente la tarea. ¿Que Andrés Manuel la apoya? Sería irresponsable si no lo hiciera. Sin violar las leyes, AMLO pone su parte para impedir que el dinosaurio monstruoso vuelva a mandar en nuestro país.
Inflando el discurso final de precampaña de la candidata X, los cronistas de Xochitlán, como dijo Julio Astillero Hernandez, trabajan incansablemente para fortalecer al temible dinosaurio. Por fortuna, la mayoría quiere otra cosa: un nuevo país, que Andrés Manuel empezó a construir con algunas transformaciones y que Claudia deberá consolidar —cambiando lo que tenga que cambiar— el próximo sexenio.
Por cierto, la candidata X ayuda a la 4T. Es tan poco seria que, la verdad sea dicha, refuta al Astillero Hernández: El país que ella habita no es Xochitlán, sino Xochitlandia. No podía ser distinta la patria de un personaje de caricatura.