Desde que en abril pasado Elon Musk presentó su oferta semi-hostil (como se califica su postura de compra de Twitter), en sdpnoticias.com hemos ido siguiendo cada capítulo de lo que hemos considerado una “apuesta” muy arriesgada del multibillonario.

A casi seis meses de su oferta inicial, Musk ha adoptado varias facetas que no dejan de destantear a Twitter y a los mercados y usuarios, sobre sus verdaderas intenciones en esta adquisición: ha pasado de presentarse como el adalid del “free speech” (libre opinión sin cortapisas) que “no buscaba hacer dinero”, sino procurar “el bien de la civilización” (entrevista TED del 14 de abril), hasta en los últimos días ofrecer que convertirá a Twitter en una “super app”, para aprovecharse de los más de 230 millones de usuarios de la red, monetizarlos y rentabilizar al máximo a la empresa (al estilo del negocio chino WeChat y Alipay -medio de pago-), valiéndose del objetivo de “plaza pública” como pretexto para proyectar las ganancias de la empresa, y su fortuna personal.

Pérdida de credibilidad. “Marear” a la contraparte

Como lo publicamos en su oportunidad, en julio pasado, frente a la caída del precio de la acción de Twitter del precio pactado de adquisición de $54.20 dólares (equivalente a $44 billones de dólares) en abril, a $32.65 dólares el 08 de julio, Musk decidió salirse de la operación. Frente a las estrategias francamente manipuladoras de Musk, se rompió cualquier posibilidad de negociación, y la red social decidió demandar el cumplimiento del acuerdo vinculatorio (“merger agreement” firmado por ambas partes), en las cortes de Delaware, que se caracterizan por su eficiente y recta aplicación del derecho corporativo, en la llamada Corte de Equidad.

A partir de esa fecha, el equipo legal de Musk ha recurrido a una serie de estrategias que han ido desde alegar, sin poder fundamentar, que Twitter lo engañó respecto al número de bots que interactúan en la red (y que, por ende, no pueden ser monetizados), hasta ofrecer la declaración de Peter Zaiko (el denunciante o “whistleblower” de Twitter), en el juicio que empezaría el 17 de octubre, para apuntalar su versión de que la red social no cumple con los estándares mínimos de seguridad. Mas que buscar un acercamiento para negociar, Musk ha buscado cualquier pretexto para presionar a Twitter a concederle todo en su beneficio, como todo buen manipulador. El equipo legal de Twitter no ha dado ni un paso atrás.

En este vaivén, el día de ayer, Musk reviró y su equipo de abogados ofreció a Twitter cerrar la operación en los términos originalmente pactados, para pausar el inicio del juicio en Delaware que, de llevarse a cabo, el multibillonario muy probablemente puede perder, y verse forzado a cumplir no solo el pago de los $44 billones de dólares, sino también de alguna alta penalidad y de prestigio, afectando sus intereses en su grupo corporativo, especialmente en Tesla.

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Ahora Musk parece buscar un arreglo con Twitter, con lo que ya logró que el inicio del juicio fuera aplazado para el 28 de octubre próximo. El juez principal de Delaware dio como máximo las 5pm de ese día para que el equipo legal de Musk alcance un acuerdo real con la red social, para evitar el juicio. Pero Twitter busca encarar a Musk en las cortes y obligarlo a cumplir el trato pactado, por las malas. Y es que Musk enfrenta ya el costo de la pérdida de credibilidad. Twitter, y varios de los inversionistas que habían ofrecido asociarse con Musk para esta compra (como el fondo Apollo, que decidió ya salirse), desconfían de la palabra del multibillonario.

El financiamiento como excusa

Parece haber una posible salida legal del acuerdo para Musk: que el financiamiento de $13 billones de dólares que pactó con siete bancos en abril, liderados por Morgan Stanley, para completar el monto de $44 billones del precio de compra, no se concrete (dado el alza de tasas de interés de a la fecha), y entonces la adquisición no podría materializarse en los términos pactados. Sin embargo, es muy poco probable que los bancos incumplan, porque ya suscribieron la deuda entre inversionistas institucionales, y salirse del trato les significaría, entre otras cosas, un golpe reputacional en su negocio de banca de inversión.

Solo un multibillonario como Musk, puede darse el “lujo” de apostar su capital en una operación de billones de dólares, de la manera tan disruptiva como la ha llevado. Musk ha querido pasarse de listo y jugar fuera de todas las reglas, pasando por encima de sus compromisos pactados, más como especulador que como “genio de negocios”.

Como lo hemos afirmado desde el principio, si finalmente se consolida la compra de Twitter, la transformación de esta empresa será como Musk, disruptiva e impredecible. Solo queda claro que, ante todo, prevalecerá el interés y beneficio personal de este creador/innovador, que se ha convertido en todo un showman que, a toda costa, quiere erigirse como el mayor “influencer” de la era tecnológica. Veremos si se sale con la suya. La trama Elon Musk- Twitter continúa…