“Cualquier coincidencia merece ser advertida. Puede desecharla más tarde si es sólo una coincidencia.”

AGATHA CHRISTIE

“Si la vida se sostiene por instantes

Y un instante es el momento de existir

Si tu vida es otro instante... No comprendo

Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio

y coincidir.”

SILVIO RODRÍGUEZ

La entidad arde. Los asesinatos, balaceras, incendios de vehículos, bloqueos de casetas y motines están a la orden del día. Hacen de Zacatecas uno de los estados más violentos de la República. Y se podrá alegar que este se encuentra en disputa entre el Cártel Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa, ruta perfecta para el trasiego de droga hacia Estados Unidos. Mas no es el único estado del país con dichas características.

¿Qué ocurre, entonces, para que Zacatecas sea tan violento? (Tan solo hasta noviembre se han registrado 1,200 ejecuciones en lo que va del año).

Más allá de que pareciera que la muerte está domiciliada en dicha entidad y tiene derecho de picaporte para ir sobre todo aquel que se interponga en su camino, hay algo que empieza hacer ruido. Un “run run” político que ya va más allá de las coincidencias y que merece ser analizado. Antes de hacerlo aclaro que esta columna no pretende emitir acusaciones; en este tipo de cuestiones no puede haber afirmaciones ni denuncias —sería irresponsable, comenzando por el hecho mismo de que no hay pruebas—; solo hay espacio para análisis y, si acaso, plantear conjeturas.

El asunto que me ocupa es el siguiente: cada vez que López Obrador y la 4T le quieren poner un “estate quieto” a Ricardo Monreal (o que —para el caso es lo mismo— el senador por Morena se acerca a despedirse de ese instituto político) se desatan episodios de violencia gigantesca en Zacatecas. El asunto, por ende, no es que la entidad lleve el emblema de Regeneración Nacional, sino que es ¿gobernada? por David Monreal, hermano del senador que insiste en ser corcholata presidencial de ese partido.

¿Meras coincidencias? Espero que sí; sucio juego político sería lo contrario: que alguien buscara elevarle los costos políticos a Ricardo a costa del resto de los hermanos, pero sobre todo de los zacatecanos. Y es que en ocasiones pareciera que se pueden construir paralelismos entre ciertos comentarios y acciones del senador con lo que sucede en la entidad gobernada por David Monreal. Lo que es más, la rebelión de internos en el penal de Cieneguillas estuvo acompañado de grupos criminales incendiando vehículos, casetas y bloquearon las vías de comunicación que conectan con Aguascalientes, San Luis Potosí y sí, usted, las avenidas de Fresnillo, municipio gobernado por el otro hermano del líder parlamentario a nivel federal: Saúl Monreal.

Total, que pareciera que hay fuerzas del orden político que aplican la Tercera Ley de Newton: a cada acción, una reacción igual en el sentido opuesto. En ocasiones parece que conocemos lo que hace Ricardo Monreal, ¿la reacción es liar a los hermanos? Si no es, ¡cómo se parece!

En política las coincidencias merecen observarse bajo lupa, y en Zacatecas parece que crimen organizado e intereses políticos se toman de la mano un poco más de lo usual. Demasiadas fuerzas tienen bajo asedio a los habitantes. ¿Actores, agentes, estructuras que deberían velar por la seguridad de los ciudadanos actuando como fichas de un tablero de venganzas el territorio zacatecano?…

Lo que nos lleva a otro/a el problema fundamental: cuando la muerte de autoridades cobra nuevas formas de violencia, como es el ser asesinado de dos tiros en la cabeza en el caso del juez de control Roberto Elías Martínez, la semana pasada. O el reciente asesinato del general José Silvestre Urzúa Padilla, coordinador estatal de la Guarida Nacional en Zacatecas. Y, claro, los zacatecanos que viven un infierno en su entidad.

Las ofensas, los enojos y los malentendidos deberían de limarse o arreglarse en la mesa de la política. Tal vez en aquella mesa de Palacio donde antes López Obrador invitaba a desayunar a Ricardo Monreal. Y es que, después de todo, otra vuelta de tuerca a los Monreal resulta contraproducente para la población inocente que vive donde dicha familia gobierna.

Y, bueno, mientras todo esto y más, mucho más, se conjetura, dos viejos lobos de mar discretamente asoman la cara, entablando un diálogo muy disimulado. El presidente AMLO, acompañado ni más ni menos que de la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, para decir: “Se dejó crecer durante mucho tiempo, crecieron estas bandas, y ahora estamos enfrentándolos y todavía son lodos de aquellos polvos, pero al mismo tiempo estamos haciendo labor de atención a las causas que fueron las que no se atendieron durante todo el periodo neoliberal”. Y el presidente de la JUCOPO del Senado, Ricardo Monreal, en Hidalgo a kilómetros de distancia, diciendo: “Yo no tengo temor, no tengo preocupación. Se los aseguro. He vivido en la adversidad. He vivido contra estos gritos en el anonimato y he vivido siempre de frente: los puedo mirar a los ojos. ¡Lo único que quiero es democracia en mi partido! Participar con honestidad y verticalidad”.

Tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio y coincidir…