Mostré la encuesta especial ClaudiaMetrics, aplicada por la empresa MetricsMx, a mi amigo Javier Treviño, vicepresidente sénior de Asuntos Corporativos de Walmart de México y Centroamérica y, desde hace bastantes años, colaborador semanal de SDPNoticias.
“Extraordinarios números”, me dijo, “significan que la presidenta de México sabe que la prudencia es la moral de quienes sí saben gobernar. Claudia Sheinbaum utiliza la prudencia como un arma muy eficaz en política exterior, y la gente lo reconoce”.
Algo sabe Javier de la relación con Estados Unidos porque, muy joven, de 1989 a 1993, ocupó el cargo de ministro de información en la Embajada de México en Washington, y después, en 1994, fue subsecretario de Cooperación Internacional de la Secretaría de Relaciones Exteriores. No puedo dejar de mencionar que Treviño participó en el equipo de asesores de Luis Donaldo Colosio como responsable de los asuntos internacionales.
Coincido con Javier Treviño en que la prudencia le ha funcionado a la presidenta. Tiene Claudia Sheinbaum un gran patrimonio en el 60% de la sociedad mexicana que la evalúa positivamente en el tema de la relación entre México y Estados Unidos. Que conste, 60% no es poca cosa en el momento más crítico de la historia de la relación entre ambas naciones.
Ha habido momentos difíciles en la relación bilateral. Uno particularmente complejo se dio en 1985 con el asesinato del agente de la DEA Enrique Kiki Camarena Salazar. Otro cuando en 1992 Bill Clinton llegó a la presidencia de Estados Unidos y no parecía dispuesto a continuar con las negociaciones del tratado de libre comercio —hubo que añadir acuerdos sobre medio ambiente y laborales para convencer al sucesor de George Bush padre—.
En el sexenio de Ernesto Zedillo se vivió una situación muy difícil cuando se descubrió que era narco el zar mexicano antidrogas, general Jesús Gutiérrez Rebollo. Tampoco fue fácil la relación después del atentado a las Torres Gemelas; esto acabó con el sueño de la enchilada completa en materia migratoria, algo que se agravó por la indolencia del entonces presidente Vicente Fox, quien tardó una semana en enviar sus condolencias al pueblo de Estados Unidos.
Pero nunca en la historia de la relación con el vecino país del norte habíamos vivido una situación tan grave como la actual.
Era necesario, entonces, preguntar a la gente su opinión acerca de la forma —muy prudente y al mismo tiempo enérgica, pero sin caer en nacionalismos románticos— en que Claudia Sheinbaum ha manejado la relación con el gobierno de Donald Trump, quien en su primer periodo presidencial destacó por sus mensajes antiinmigrantes y antimexicanos, pero que en los primeros meses de su segunda presidencia ha llevado el discurso al terreno de los hechos, en forma a veces brutal, no solo por las consecuencias dañinas para la economía mundial de su zigzagueante política arancelaria, sino también por las persecuciones a tantas personas, legales e ilegales, de origen extranjero, particularmente de origen mexicano.
Estos son los números de Claudia:



Las persecuciones a migrantes en Estados Unidos desataron protestas masivas en aquella nación, que han sido noticia global, solo opacada por los combates entre Israel e Irán. Las manifestaciones de Los Ángeles se han extendido a otras ciudades de Estados Unidos, cuyo gobierno no parece tener la intención de permitirlas, así que ha recurrido a sus fuerzas armadas para apoyar y aun para reemplazar a las policías locales en el control de los incidentes.
El colmo fue que ciertas palabras de la presidenta de México fueran tergiversadas tanto por nuestra prensa como por medios estadounidenses, y así, distorsionadas, las utilizó la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, para acusar a Claudia Sheinbaum de haber llamado a la gente a movilizarse en las calles de la mayor ciudad de California.
En ese contexto, Claudia Sheinbaum participará en Canadá como invitada en la cumbre del Grupo de los Siete, integrado por el país anfitrión, Alemania, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido; al grupo pertenece además de forma permanente la Unión Europea.
En el evento la presidenta mexicana sostendrá un encuentro privado con el presidente de Estados Unidos. La mayoría de nuestra sociedad, según la encuesta que aquí se difunde, espera que en el dialogo con Donald Trump, por primera vez cara a cara, Claudia Sheinbaum logre acuerdos positivos para México y, desde luego, también para el vecino del norte.
Considero un milagro que solo el 30% de la población mexicana rechace la prudencia de Claudia para conducir la relación bilateral. En nuestro país el nacionalismo romántico forma parte de la cultura política, sobre todo en sectores de izquierda siempre dispuestos —verbalmente, nada más, pero las palabras cuentan— a envolverse en la bandera mexicana para lanzarse al vacío. Pero, admitámoslo, el chovinismo vulgar no lo monopoliza la izquierda: la derecha mexicana suele caer en las mismas tentaciones.
El antídoto contra el chovinismo son los beneficios de la relación bilateral. Un prodigio de la cooperación entre ambas naciones es Walmart, donde trabaja el mencionado Javier Treviño.
La estadounidense Walmart es la empresa más grande del mundo por ingresos. En los informes de Fortune supera a gigantes como Amazon y Apple, también de Estados Unidos; a las compañías energéticas State Grid y Sinopec, de China; a la petrolera Aramco, de Arabia Saudita, y a las europeas Shell (británica), Volkswagen (alemana), TotalEnergies (francesa), etcétera.
México es el segundo país en el que Walmart obtiene más ingresos; el primero, obviamente, es Estados Unidos.
A nivel mundial Walmart es también la empresa que más gente emplea, 2 millones 100 mil hombres y mujeres, según un cálculo realizado en mayo de 2024.
En México solo Pemex tiene más ingresos que la filial de Walmart en nuestro país —supera a América Móvil, FEMSA, CFE, la filial de General Motors, etcétera—. Aquí Walmart es la empresa, pública o privada, que más personas emplea.
Walmart es una de las maravillas de la relación entre México y Estados Unidos por sus 3 mil 200 tiendas en todas las entidades federativas: está en 700 municipios donde da trabajo a 200 mil personas. Y la empresa se ha comprometido a invertir fuertemente para desarrollar, en los próximos 5 años, 1 mil 500 tiendas nuevas. Solo en este 2025 invertirá 6 mil millones de dólares. Hay confianza en México.
Pero mucho más milagroso que Walmart es el trabajo de millones de personas mexicanas o de origen mexicano en Estados Unidos.
La fortaleza de la economía estadounidense no se entendería sin el trabajo, productivo, honesto, fundamental, de los y las migrantes. A defenderles va Claudia a Canadá, en vuelo comercial y amparada en resultados objetivos de su gobierno que deben alentar al de Donald Trump, sobre todo porque ha habido éxito notable en varias materias delicadas, como el combate al tráfico de fentanilo. El presidente de Estados Unidos es testarudo, pero inteligente; así, por elemental reconocimiento de la realidad, tendrá que aceptar los hechos, los logros de la siempre prudente, sensata presidenta de México.