El triunfo en el Estado de México del partido en el poder (Morena) ha sido un golpe demoledor al PRI y a su alianza con el PAN-PRD. Presagia lo que puede suceder en la Ciudad de México el año próximo. El mariscal de los ejércitos políticos de la alianza Va por México, Claudio X González Jr. cosecha una derrota más, muy significativa y dolorosa por la importancia de la plaza perdida. En la guerra política como en la guerra militar, hay de derrotas a derrotas, y esta fue sumamente relevante, aunque lo importante es el emplazamiento estratégico en todo el territorio en disputa, y allí también el balance de fuerzas ha cambiado demasiado en detrimento de las posiciones que existían al inicio de 2018.

Hay un balance estratégico verdaderamente desastroso. No veo lejano el momento de una recapitulación a fondo: ¿la alianza variopinta bajo la hegemonía ideológica y los recursos financieros del gran capital, ha sido la estrategia correcta para confrontar y vencer un poder ideológico-político, social, y un modelo económico en desarrollo como el que encabeza el presidente AMLO? Si de algo sirve la contundencia de los hechos (hoy Morena tiene 23 gobiernos de Estado), la respuesta es no. Mi opinión es que dicha alianza ha acelerado la descomposición política e ideológica en las formaciones partidistas de la propia alianza, cuando estas estaban sumamente afectadas ya por el triunfo de la alianza Juntos Haremos Historia, al grado de que ella rompió la viabilidad futura de un modelo partidista arrasado por una nueva formación como Morena.

En el razonamiento narrativo anterior ubico un punto fundamental de grave error en el diagnóstico estratégico inicial, y dos puntos fundamentales del actual balance político desastroso para la derecha mexicana: algo esencial en la guerra política y /o militar, es que el mariscal de los ejércitos efectué un diagnóstico estratégico sobre si es con la fuerza con la que cuenta con la cual puede derrotar a la fuerza adversaria o enemiga. Claudio X González Jr. tuvo un primer fallo sustantivo: los partidos que integró a la alianza variopinta Va Por México no eran los partidos políticos adecuados para integrar una fuerza que en un sexenio derrotara a la nueva fuerza política predominante. Acababan de ser masivamente rechazados por la ciudadanía, exhibiendo su baja confianza, representatividad y liderazgo para la tarea que él les asignaba. Era relativamente fácil de conjuntar y controlar (con dinero y con ideología), pero no de funcionar para derrotar la fuerza instalada en el poder.

A la fecha podemos hacer un doble balance estratégico: I) fue sumamente deficiente la explicación del triunfo tan contundente que obtuvo la alianza Juntos Haremos Historia-AMLO, porque fue esencialmente ideológica, no estructural, es decir, en términos del desfallecimiento o agotamiento de las formaciones políticas PRI, PAN y PRD como programas de gobierno y como ejercicio del poder del Estado; II) a partir de un diagnóstico sobre-ideologizado (el ascenso del populismo, etc.), la prescripción médica fue aún más deficiente: hay que unificar la fuerza contraria bajo el comando del gran capital para mantenerla disciplinada y cohesionada e ideológicamente contraria al poder actual, y ello revertirá la situación desfavorable. No fue así. Resultó lo contrario.

Revitalizó oligarquías partidistas corruptas, con muy baja legitimidad social y eficacia política, con grupos internos corporativos de interés clientelar que les apoyan, sin programa de recambio ante la modificación del escenario político-nacional, y con aliados tránsfugas que brincaron de Morena a la alianza variopinta, impresentables. El efecto ha sido que el presidente AMLO está en el clímax de su popularidad y aceptación, incluso internacional, y como dirigente real de Morena mueve con soltura los mecanismos a su interior y se disponen ya a ganar holgadamente la sucesión presidencial de 2024. Sin que nadie se atreva siquiera a dudarlo. En un análisis costo-beneficio (básico) el Sr. Claudio X González Jr. deberá recapacitar a fondo. ¿Ha sido una inversión con un margen de rentabilidad suficiente Va Por México? Debe actuar rápido porque no podemos descartar rebeliones internas en estas formaciones partidistas agónicas sumidas en una profunda crisis.

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Ahora la justicia en México: si el sistema de justicia por su débil funcionalidad es el gran problema de la forma política mexicana institucionalizada, ello significa que es un tema de fondo del Estado, de su organización como tal en una república federal, no principalmente de ningún régimen político, y sí del pacto social, de la sustancia del mismo. Por tanto, resolver dicho inmenso tema es abordar la solución de uno de los grandes temas de la viabilidad histórica del Estado mexicano organizado en república federal y de la esencia o razón de ser del pacto social. Sin justicia no puede haber pacto social, sin justicia se atrofia la viabilidad de la república federal.

En Europa hay una gran variedad de instituciones de justicia, destacamos aquellas producto de la unión político-social y económica, de la supranacionalidad que consideramos las más avanzadas del mundo, para cuya materialización fue imperativo abandonar para siempre las intrigas judiciales, el uso faccioso de las instituciones, los tintes políticos de las sentencias, la integración institucional de las doctrinas de justicia, en suma, abandonar para siempre las visiones y los intereses de corto plazo para pensar en la construcción socio-institucional de largo plazo convirtiendo cualquier falla anterior en una rémora propia de la pre modernidad.

Hoy existe ya toda una tradición de apego constitucional europeo de las instituciones de justicia que son un inmenso patrimonio social, un timbre de orgullo y dignidad que hace la gran diferencia entre dicho espacio europeo y los países como el nuestro, en donde las tradiciones de apego a derecho por los tribunales mexicanos, y especialmente el actual tribunal de control constitucional (SCJN) por momentos, pasan a segundo plano frente a la crudeza de la lucha política, y la emergencia virulenta de los intereses de corto plazo que los grandes grupos privados y las corporaciones políticas ponen en juego para su defensa encubierta.

La afectación del ejercicio judicial a los derechos humanos y a la independencia judicial por vía de la presencia y desarrollo de la corrupción en los tribunales es de amplio impacto. Escuchemos a un especialista como Diego García Sayán en una exposición hecha ante la ONU en donde mencionó aspectos torales.

Observen ustedes como el autor citado alude a aspectos que han estado ya presentes en nuestro país y en las sentencias dictadas recientemente por integrantes de la judicatura mexicana.

“Al buscar la impunidad, la corrupción tiene un efecto devastador sobre el sistema judicial en su conjunto. Es una causa de los derechos humanos enfrentar la corrupción y su penetración en la administración de justicia. También lo es que se actúe contra la corrupción desde la administración de justicia (…) La corrupción debilita medularmente la administración de la justicia ya que genera un impedimento sustancial al ejercicio del derecho de las personas a un juicio imparcial y menoscaba gravemente la confianza de la población en la judicatura.

La corrupción tiene varias caras y el soborno es sólo una de ellas, la otra es la de la corrupción política, muchas veces más inasible e imprecisa. Su amplio rango de acción le permite influir no sólo en el sistema judicial sino prácticamente en todos los estamentos de la administración del Estado. Las interferencias indebidas en la justicia pueden ser también de naturaleza violenta, especialmente cuando se llevan a cabo directamente por miembros del crimen organizado. Estas interferencias están destinadas a asegurar determinados propósitos como el cierre de un determinado caso o la absolución de un individuo concreto”

(https://www.unodc.org/dohadeclaration/es/news/2018)

Diego García Sayán

El comentario es agudo y puntual: la corrupción judicial en sus distintas variantes genera interferencias que afectan el ejercicio del derecho de los individuos y los derechos humanos de las personas, pero además, la imagen pública del poder judicial y su ejercicio independiente. El artículo 11 de la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción hace hincapié en el papel decisivo del poder judicial en la lucha contra la corrupción y establece que, para desempeñarlo eficazmente, el propio poder judicial deberá estar libre de corrupción y sus miembros deberán actuar con integridad.

Es decir, un poder Judicial involucrado en actos de corrupción y cuyos miembros no actúan con reconocida e insobornable probidad, fuera de la más mínima sospecha, no puede ser legítimamente y eficazmente parte de la lucha contra la corrupción, ni parte de la lucha por el respeto irrestricto a los derechos humanos en un país o dentro de un sistema constitucional.

En otro momento volveremos sobre esta crucial temática de nuestros días con ejemplos y solución de casos.