La construcción de la Terminal 2 en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) fue consecuencia del conflicto en Atenco, Estado de México, gobernado entonces por Enrique Peña Nieto. Evento que tuvo cruentas y terribles consecuencias para muchos pobladores, pero que también terminó por sepultar el proyecto de la construcción de una nueva terminal aeroportuaria en los terrenos de dicha población.
Por ello, y en una especie de “carpetazo mediático”, el gobierno a cargo de Vicente Fox, comenzó en 2005 la construcción de esta terminal, encargando el diseño al despacho J. Francisco Serrano. En la construcción de la misma intervinieron diferentes actores: Ingenieros Civiles y Asociados (ICA), Gusta, TGC Geotecnia, CIMSA, DIMSA, Ocho R y Centla y la principal beneficiada fue Construcciones e Instalaciones Modernas S.A. de C.V. (CIMSA), que obtuvo tres contratos.
Como podemos ver, no fue una sola constructora, sino que fueron varias; por ejemplo, Ocho R Inmobiliaria, S.A., se hizo cargo de la ampliación del ambulatorio de la segunda sala de bienvenida nacional. Diseño, Ingeniería y Manufacturas, SA de CV (DIMSA), fue contratada para realizar la segunda etapa de la remodelación de las fachadas hacia la plataforma desde los edificios de llegada nacional e internacional.
La Terminal 2 del AICM pospuso su inauguración por un año durante el gobierno de Vicente Fox
Es un hecho, la obra tenía programada su inauguración para el 30 de noviembre del 2006, a cargo del todavía Presidente de la Nación, Vicente Fox Quesada, pero tuvo que ser pospuesta hasta el 15 de noviembre de 2007 (un año más). Cuando se realizó, estuvo encabezada por el Secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez. Pero la Terminal 2 del AICM entró en funciones hasta marzo del 2008.
Una vez entregada la obra, las deficiencias en los materiales y los problemas en su construcción se hicieron evidentes. Una constante en la nueva terminal era la ruptura de las cañerías, derivado de la mala cimentación del edificio terminal.
Pero eso no era lo único, desde un principio las empresas como Inmobiliaria Fumisa, quien obtuvo un contrato para explotar las zonas comerciales del aeropuerto durante los próximos 20 años, así como Advent Internacional, comenzaron a llenar de negocios las áreas de las salas de espera. Tal vez recuerden esta última empresa, pues fue la responsable (de acuerdo con la información pública disponible) de crear a “Tenedora K”, la supuesta dueña de las acciones de Mexicana de Aviación, que compró en “un peso mexicano” a Gastón Azcárraga, quien radica en Estados Unidos, y desde donde ha promovido una cantidad considerable de juicios de amparo para que no lo obliguen a regresar al país.
Pero ese no el tema de esta columna. Aquí debemos destacar que la construcción original de la T2 fue diseñada para soportar una carga específica, pero los empresarios que tienen locales comerciales dentro de la terminal área, se han expandido ocupando lo que, en el diseño primigenio, era un amplio pasillo en las salas de última espera. Ahí han colocado con tabla roca, decenas de locales, creando un peso no contemplado en la estructura original.
Desde un principio, y recién inaugurada la terminal aérea, en el área de comida junto con las primeras lluvias llegaron los desprendimientos del falso plafón, indicando el agua se estaba filtrado. El estacionamiento de esa terminal comenzó a sufrir un grave hundimiento, y la forma que encontraron las autoridades de ese momento para resolverlo fue colocar rampas que les ayudasen a disimular el desnivel. Pero el hundimiento continúa, y esas rampas hoy no sirven de nada. Bueno, sí, para tropezarse.
Y la peor parte fue en la zona “subterránea”, donde varias aerolíneas tienen sus oficinas, como es el caso del llamado “Búnker” de Aeroméxico, donde se localizan varias zonas: la de firma de tripulaciones -pilotos y sobrecargos-, tanto de la troncal como de la alimentadora, las salas de Briefing, la caja de viáticos, el médico de la empresa, la oficina de las delegaciones sindicales, y la sala de reserva de los sobrecargos, de Aeroméxico y de Aeroméxico Connect.
El diseño estuvo tan mal realizado, que las salidas de emergencia en la zona del Búnker, dan a las pistas; este lugar está dos niveles por debajo de la última sala de espera, y no conformes con que la salidas de emergencia den a un lugar no seguro, se encuentran cerradas con candado, para evitar que alguien se le ocurra salir por ahí. Absurdo y kafkiano, pero así es.
Y un día pasó lo inevitable: el 16 de octubre del 2008, su servidora (en ese momento Secretaria de Actas del Sindicato de Sobrecargos… con cinco meses de embarazo), estaba llevando a cabo un procedimiento estatutario. Entonces, en punto de las 14:41 horas se registró un fuerte sismo, de 6.5 de magnitud -de acuerdo con información de CNN Español-.
En ese momento, los compañeros, entre pilotos, sobrecargos y la representación sindical que estábamos en el Búnker simple y sencillamente jamás pudimos evacuar, porque las salidas de emergencia tenían candado. Nos tuvimos que quedar ahí, como si estuviéramos en una ratonera sin poder salir, porque había que llamarle a la policía que estaba a la entrada de las oficinas (dos niveles arriba) que bajara por las escaleras, y ya con las llaves del candado en la mano, nos abriera la puerta de emergencia.
Después del susto, aparecieron diversas grietas en la zona de las escaleras, que según la administración de esa época, se trataba de “grietas superficiales”. Hoy puedo decir que no es cierto, que ese edificio está mal construido y que es un riesgo porque en esta obra, al igual que otras del gobierno de Fox, como la Biblioteca Vasconcelos, sacrificaron la calidad de los materiales en beneficio de las ganancias personales de los involucrados en las obras.
Sismo de 2017 causó daños en la Terminal 2 del AICM
Y por supuesto, no olvidamos el sismo del 19 de septiembre en el 2017, que provocó graves daños a la T2, que las autoridades responsables en ese momento trataron de ocultar. Porque aunque trataron de minimizarlo al afirmar que solo se había agrietado el pavimento, la realidad fue otra muy distinta.
Tengo compañeros que laboran en Aeroméxico, y ellos mismos estuvieron en su momento, me comentaron que hicieron denuncias ante la entonces Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) -hoy Agencia Federal de Aviación Civil (AFAC)-, y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, dirigida por Alfonso Navarrete Prida.
En el reportaje de la publicación Arena Publica, del 29 de septiembre del 2017 (una semana después del sismo) están las fotografías y un video de cómo quedó la Terminal 2 del AICM, y cómo hicieron las autoridades de ese tiempo para ocultar a los pasajeros los verdaderos estragos.
Cuando uno observa esas imágenes de grietas, techos colapsados, pisos desnivelados, columnas con inclinaciones, marcos de puertas chuecos, no se entiende cómo las autoridades aeroportuarias, utilizando mamparas y plásticos, ocultaron la gravedad de los daños de dicha terminal. En cambio, la Terminal 1 no sufrió ningún daño.
AMLO pide evaluación de la Terminal 2 del AICM
Por todo esto, no resultan extrañas las declaraciones de AMLO diciendo que se hará una evaluación a la T2, que presenta serios hundimientos. Lo que sí levanta más de un par de cejas, y pone a temblar a varios, es que también anuncie que dependiendo de los resultados que arrojen los estudios, se fincarán responsabilidades para su reparación.
Algunos medios tratarán de decir que es una estrategia para mudar las operaciones al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), pero en el caso extremo de que fuera necesario cerrar de manera temporal la T2, lo más probable es que, por citar un ejemplo, Aeroméxico regrese sus operaciones a la T1, por su manejo operativo diferente de las aerolíneas bajo costeras; al ser una aerolínea tradicional y tener mayor número de vuelos con conexiones con aerolíneas internacionales.
Una cosa sí es cierta, la reparación de este edificio, mal hecho desde un inicio, es urgente. No queremos que suceda una desgracia, y la seguridad tanto de pasajeros como de trabajadores es primordial. No hay argumento político en contra que proceda.