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El diferendo por el maíz transgénico entre los Estados Unidos y México escaló ya que el gobierno estadounidense solicito consultas de controversias al amparo del capítulo 31 del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC); a esta disputa la administración canadiense se unió como tercero para la solución del conflicto.
Hay que recordar que las autoridades de los Estados Unidos pidieron primero a México consultas formales bajo el acuerdo T-MEC y al amparo del capítulo 9 de dicho convenio, por su decisión de restringir las importaciones de maíz genéticamente modificado y acusaron a la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador de no basarse en la ciencia para adoptar esa medida, sin embargo el plazo de estas conversaciones vencieron el pasado 7 de abril sin llegar a una solución por lo que el país de las barras y las estrellas decidió ir más a fondo en esta disputa y ahora también cuenta con el apoyo de las autoridades canadienses.
Lo que alega el gobierno de la cuarta transformación para no permitir adquirir maíz transgénico es que hay estudios que hablan de que ese grano producido con biotecnología y el uso de herbicidas como el glifosato eleva el riesgo de padecer cáncer, malformaciones congénitas y abortos, además la sobre producción de esta oleaginosa en la Unión Americana hace que se tenga almacenado el producto durante mucho tiempo, lo que también provoca otro tipo de males al cuerpo humano.
La controversia que hay entre los dos países y a la que ahora se ha sumado la nación de la hoja de maple se debe a que la administración estadounidense argumenta que la política de autosuficiencia alimentaria mexicana en general, y el decreto presidencial en lo particular que impide que la nación azteca adquiera granos genéticamente modificados, mismos que para su producción se empleen herbicidas como el glifosato, por los daños a la salud que provocan, afecta directamente a los productores de maíz de los Estados Unidos.
En 2020 el gobierno de la cuarta transformación prohibió producir o importar maíz genéticamente modificado para 2024. Ante las protestas de su vecino del norte, hace unas semanas tomo la decisión de permitir la compra del grano para la alimentación de animales y procesamiento en diversas industrias hasta que se encuentre un sustituto.
Lo que busca el gobierno mexicano es que el maíz transgénico no se use, sobre todo para la elaboración de tortillas y harina de maíz, lo que se alega es que el país es autosuficiente en maíz blanco que no está modificado genéticamente y que con este grano se produzcan los alimentos para el consumo de los mexicanos.
México es el segundo comprador mundial de maíz amarillo modificado y el 95% de las importaciones de este producto agrícola proviene de los Estados Unidos, por lo que es difícil que se dejen de adquirir sin que se tengan consecuencias para la actividad pecuaria.
Las importaciones mexicanas de maíz de los Estados Unidos de 1994 cuando se firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) al 2022 ya con el T-MEC han crecido en un 527%.
Según datos de la Oficina del Censo del Departamento de Comercio de Estados Unidos muestran que el valor de las exportaciones de maíz de ese país asciende a 5 mil millones de dólares, monto que casi se duplicó en cinco años.
En el primer trimestre del año, las importaciones de maíz estadunidense sumaron mil 652 millones de dólares, lo que significó un aumento de 35.4% a tasa anual.
El gobierno canadiense al tomar la decisión de sumarse a la controversia sobre el maíz transgénico, declaró estar comprometido con las decisiones basadas en la ciencia, con la seguridad de los alimentos y el medio ambiente, al tiempo que respalda a sus agricultores, trabajadores y exportadores.
La Unión Nacional de Agricultores (NFU, por sus siglas en inglés) del país de la hoja de maple le “insta a no involucrar a Canadá en esta disputa y a respetar la decisión mexicana de prohibir las importaciones de maíz transgénico para consumo humano. México ha implementado estas medidas para defender su soberanía alimentaria, incluidos los sistemas tradicionales de agricultura indígena conocidos como milpa”.
Los agricultores de la NFU dicen que Canadá firmó la Convención de la ONU sobre Biodiversidad en 1992 y entre los compromisos que asumimos por Canadá entonces estaban:
“Establecer o mantener medios para regular, administrar o controlar los riesgos asociados con el uso y la liberación de organismos vivos modificados resultantes de la biotecnología que probablemente tengan efectos ambientales adversos, y que pudieran afectar la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica, teniendo también en cuenta los riesgos para la salud humana”;
“Respetar, preservar y mantener el conocimiento, las innovaciones y las prácticas de los pueblos indígenas y comunidades locales que encarnan estilos de vida tradicionales relevantes para la conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica, y promover su aplicación más amplia con la aprobación y participación de los poseedores de tales conocimientos, innovaciones y prácticas y fomentar la distribución equitativa de los beneficios derivados del uso de tales conocimientos, innovaciones y prácticas”.
Si observamos estos puntos que firmó el gobierno de Quebec hace 31 años vemos que hay una inconsistencia al apoyar a los Estados Unidos en su disputa con México sobre los granos modificados genéticamente.
Las nuevas consultas planteadas por Washington tienen un plazo de 75 días, que vencen el 16 de agosto próximo. En caso de que no haya una resolución, el gobierno de los Estados Unidos puede solicitar la instalación de un panel de resolución de controversias.
Hay muchos estudios que hablan de que los granos genéticamente modificados pueden causar graves daños a la salud de las personas y esto seria el principal argumento del gobierno mexicano para no comprar estos alimentos.
De acuerdo con estudios de David Schubert, profesor del Instituto Salk para Estudios Biológicos, la mayoría de las variedades de maíz transgénico están modificadas para ser resistentes contra insectos, por lo que se les aplica a los cultivos herbicidas como el glifosato que mata todo tipo de hierbas y parásitos, pero la semilla es resistente a este insecticida; sin embargo, esa molécula ha sido asociada a daños a la salud.
Las cajas de cereales para consumo en territorio norteamericano tienen la leyenda “Non GMO” que significa que el producto alimenticio no está elaborado con granos modificados genéticamente, esto quiere decir que el gobierno estadounidense si cuida a su población.
Llama la atención que las autoridades sanitarias de los Estados Unidos tienen muchas restricciones para autorizar las modificaciones genéticas para el trigo, no solo para el consumo en el territorio del país de las barras y las estrellas, sino también para sus exportaciones, ya que hay naciones como Japón, Taiwán o la Unión Europea que no aceptan importar granos transgénicos.
A mediados de 2010, más de 170 regiones europeas y 4.700 gobiernos o entidades locales se habían declarado Zonas Libres de Transgénicos, ejerciendo así su derecho soberano a proteger su economía, su medio ambiente y la salud de sus habitantes. En la actualidad, la Unión Europea (UE) tan sólo permite el cultivo de un tipo de maíz transgénico (MON810), siendo España su mayor productor, con pequeñas superficies cultivadas en otros cinco países. Alemania, Francia, Austria, Hungría, Grecia, Luxemburgo, Polonia y Bulgaria han prohibido su cultivo.
Existen estudios que hablan de que la gran sobreproducción de maíz amarillo que hay en Estados Unidos debido a la eficiente mecanización y subsidios que se dan a los productores garantizándoles mercados como el de México, provoco que estos granos se tengan que almacenar por mucho tiempo y se tengan concentraciones elevadas de aflatoxinas, producidas por hongos (Aspergillus Níger, A paracitucus, Penisllium, Verucosum). Las afluxionas dañan al hígado y son altamente cancerígenas. El grano transgénico estadounidense por sus características de almacenamiento puede contener más de 327ppm de aflatoxinas.
La NMX-FF-034/1-SCFI-2020 admite mezclas de maíz amarillo con maíz blanco para consumo humano, principalmente lo consumimos en harinas de maíz para tortillas o en frituras (frituras de Bimbo, Coca Cola, PepsiCo, etc.); valdría la pena investigar la correlación de niños con cáncer y su consumo con frituras.
Estados Unidos, Canadá han remarcado que las innovaciones agrícolas ayudan a abordar desafíos como la seguridad alimentaria y la resistencia a la crisis climática y por eso están en contra de la decisión del gobierno de la cuarta transformación.