Cuando el feminismo posmoderno desde la cuarta ola pensaba que estaban sobre la mesa todos los debates: que las trans eran el quid de la ley; que las queer eran el problema de la teoría; que ya no habían bloques negros; que la persecución llegó al cuello… llegaron las madres pisando fuerte, exigiendo reconocer las perspectivas de las maternidades que estaban fuera de la exigencia por el aborto legal.
Cuidados compartidos, pensión alimenticia, el fin del protocolo de la impunidad y una vieja problemática con nuevo nombre: los hombres que quieren martirizar a las madres sin pagar pensión, secuestran y esconden a sus hijos. Ejercen violencia económica, psicológica, en ocasiones física y rematan con una permanente: la de disolver el vínculo materno-filial.
No existe un nombre para las madres que viven sin sus hijas e hijos. Pero ellas lucharon el 2022 por visibilizar que este tipo de actos es una violencia. Separar a menores en la primera infancia de sus madres, infancias desde los 0 a los 7 años, no puede ser un asunto de padres responsables sino de hombres que están privando a sus menores de su primer vínculo fundamental.
Cynthia Bravo fue separada de su bebé, Camila, cuando la nena tenía meses de nacida. Fue el castigo que Carlos “N” le dio por haber elegido separarse de él y dejar el hogar violento en el que Cynthia vivió su embarazo. Este 2022 se cumplen ocho navidades que Camila vive sin su madre y a pesar de que la definición de violencia vicaria asegura que la madre es la víctima principal mientras que los hijos son instrumentos de sus padres, la Ley Camila insiste en que la separación forzada es el crimen dentro de la violencia vicaria, en la que son los menores separados quienes mayor sufrimiento experimentan por los actos de sus varones padres.
Las exigencias de las madres con niños pequeños que fueron arrebatados lograron atisbos de justicia que se pintaron como halos de esperanza para muchas madres: el caso de Janet Kanan, víctima de la corrupción en Michoacán que le quitó a sus 2 menores y que gracias a la intervención de la Secretaría de Seguridad Ciudadana federal logró recuperar; el caso de Guiselle Bustos que compartió la misma defensa que Janet para lograr la recuperación del pequeño Dominique, nene dentro del espectro autista que logró volver con mamá gracias al abogado Pablo Huerta, el caso de una mami a quien le quitaron a su bebé de 6 meses y cuyo reencuentro se propició gracias a la Secretaría de Seguridad capitalina y a su titular, Omar García Harfuch… todos los encuentros, propiciados con el respaldo del Senador José Narro Céspedes que impulsa esta ley y la incesante lucha de las madres.
Pero Camila no ha regresado a casa. En el camino por luchar, las madres a las que les han arrebatado a sus hijas e hijos han mostrado su herida. Perdieron el miedo a descubrir la vulnerabilidad, hicieron del llanto una exigencia, una fuerza interna para resistir y sostener la voz en cada cierre a la avenida Juárez, en cada momento que los jueces fueron indolentes o las Fiscalías omisas. Ahogaron el quejido del corazón en firmeza para desnudar las irregularidades del poder judicial, los abusos de los abogados, la ausencia de perspectiva de género e infancias. Las madres construyeron un movimiento que logró la aprobación de la Ley Vicaria en algunos estados.
Las violencias reconocidas durante la legislación de la paridad se han nombrado a partir de las víctimas, de aquellas mujeres que le pierden el miedo al escarnio público y hacen de la voz el recurso más poderoso. Qué valor tan grande para una víctima exponer su herida. Aun cuando siempre habrá personas que las señalen como “culpables” o “provocadoras” de lo que les pasó.
En el 2030, año en que una agenda idílica tendrá que ser cumplida, menores separados de sus madres tendrán la mayoría de edad. Podrán leer estas letras y saber que sus mamás lucharon desde el amor, que los buscaron, que diario los extrañaron, que hicieron todo por tenerles y cumplir con las expectativas imposibles de los jueces: trabajar para tener recursos suficientes y mostrarse solventes, “descansar” para tener el tiempo suficiente y dedicarse a la crianza del hogar. Ser todo y nada al mismo tiempo. Tener dinero para pagar abogados y no tener novio para que no piensen que hay “inmoralidad” en los afectos, pues el patriarcado es un tirano que exige desde todos los espacios, pero no da nada a cambio.
Con todo y los detractores, Jennifer Seifert junto con su organización “Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria” festeja más de 10 entidades con la ley vicaria aprobada, el primer espacio que atendió a Cynthia Bravo. Su cofundadora, Lisi Celis, cierra el año con sus dos hijos que le fueron disputados en una batalla legal encarnecida. Sobrevivientes como Guiselle Bleus ha recuperado a su menor que pertenece al espectro autista, a este pequeño, se suman 7 menores que han vuelto a casa con los esfuerzos de abogados solidarios, como Pablo Huerta. La revolución de las madres se vive con rostros de resistencia como los de Janet Kanan, Viridiana “N” y tantas más que siguen luchando.
La batalla de las madres que luchan contra la violencia vicaria ha exhibido la frágil justicia inmersa entre personajes corruptos y machistas, la tardía operación de peritos y judiciales, la incapacidad de brindar entornos seguros para madres e infantes pero principalmente, lo miserable de la estructura judicial que es campo fértil para la corrupción. A Cynthia y su hija Camila le deben las autoridades de la Ciudad de México, les deben el reencuentro. A Jennifer Seifert, su hija y su hijo les deben las autoridades del Estado de México. A tantas madres que les debe tanto el sistema.
El año 2022 del feminismo fue el de las madres, el de aquellas que creen en la capacidad reproductiva como una herramienta pedagógica para criar niñas feministas y niños responsables; en aquellas que exigieron igualdad para las maternidades lésbicas, en las madres que impulsaron leyes y que demostraron que defender su maternidad es asunto de Estado y de Seguridad Nacional. Cerrar el año con Ana Francis enalteciendo los derechos de todas, Nancy Núñez promoviendo las leyes de primera infancia y tantas madres desafiando las imposiciones es una inspiración.