Herminio Gómez es uno de los hombres más sabios de Monterrey. Ha dedicado su vida a luchar por la democracia, pero a diferencia de otros que se supone han hecho lo mismo, Herminio no se ha beneficiado ni con cargos públicos ni con dinero.

Durante 36 años, cada domingo en el Parque Hundido de la Macroplaza, Herminio Gómez ha invitado a la gente a expresar sus ideas. He estado con él algunas veces para apoyarlo en su Tribuna Pública de Méjico, aunque creo que no he tomado la palabra, o si lo he hecho ha sido brevemente y obligado por la amabilidad del anfitrión. La verdad de las cosas es que he acudido a escuchar y aprender, solo a eso.

Herminio sigue dando lecciones. En una entrevista reciente, él citó una frase que podría ser de Winston Churchill —pero podría no serlo— para darle un juicioso consejo al presidente López Obrador: “Nunca llegarás a tu destino si te paras a lanzar piedras a cada perro que ladre”.

Creo que Andrés Manuel debe dejarse de intentar debatir racionalmente con los periodistas mentirosos. No logrará que actúen con decencia y sí confundirá a la gente que ve las conferencias de prensa mañaneras.

Hay otras frases de perros y ladridos que deberían servirle al presiente AMLO para reflexionar acerca de la inutilidad de pretender refutar a los calumniadores, que sin duda sobran en la prensa mexicana; no son la mayoría, pero sí hacen más ruido, desgraciadamente.

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Una de tales expresiones, como se ha dicho tantas veces, no es del Quijote: “Ladran, Sancho, luego cabalgamos”. Hasta donde entiendo, sin mencionar al escudero del caballero andante, eso lo dijo Goethe en un poema. Y este escritor, según he leído, se basó en un proverbio turco: “Los perros ladran, pero avanza la caravana”. Antes de leer los diarios debería Andrés Manuel pensar en tal adagio, como una manera de hacerse de anticuerpos para que no le enoje el griterío mediático.

Lo que sea, no conviene prestar demasiada atención a los ladridos de los perros. Inclusive hay que agradecerlos porque el ruido los delata y uno puede sacarles la vuelta. Si no ladraran, habría que preocuparse. Bien lo dice el refrán, Andrés Manuel, “no te fíes del agua mansa ni del perro que no ladra”.

¿Que los periodistas ladran haciendo escándalo excesivo todos los días en los periódicos de papel y digitales? Desde luego es su derecho, aunque molesten bastante al público que esperaría noticias o juicios prudentes, y no aullidos tan desagradables.

No tiene sentido tratar de ponerles a los columnistas el bozal de la ética, la sensatez y la objetividad periodísticas. Otra frase, atribuida a Malcolm Lowry, viene al caso: “Pon bozal a un perro y ladrará por el otro extremo”.

Recordé tales palabras ayer que vi algunos tuits de Raymundo Riva Palacio, más que trastornado porque AMLO en la mañanera exhibía otra de sus falsedades.

Insisto, ya debe Andrés Manuel dejar de intentar que los columnistas mentirosos ladren menos y analicen más; lo único que está consiguiendo es que ladren también por ese otro extremo de sus anatomías, algo ya de plano repugnante.