Me refiero a que no sabe escribir a los medios de comunicación internacionales. Sus últimas dos cartas a la revista The Economist y al diario The New York Times no surtieron el efecto que él esperaba, es decir, nomás no convenció. Por lo tanto, los periodistas simple y sencillamente no le hicieron caso.
Por su falta de pericia en el oficio de redactar aclaraciones no pudo defender al presidente López Obrador, en el caso de The Economist; y no pudo defenderse a sí mismo, en el caso del NYT.
Con profesionalismo, los reporteros de ambas publicaciones buscaron al canciller Marcelo Ebrard y le dieron la oportunidad de que dijera lo que quisiera. Hay que subrayar este hecho: no lo tomaron por sorpresa ni a él ni al gobierno de México. O sea, le informaron que realizaban una investigación, no que redactaban sobre una filtración.
En la crisis de la Línea 12 del Metro ha sido particularmente grave la incompetencia de Marcelo Ebrard para comunicarse con periodistas del New York Times. Comparada con esta crisis, la goliza mediática que a la 4T le recetó The Economist viene a ser muy poca cosa. Así que mejor nos olvidamos de lo que viene a ser un asunto bastante menor: la portada de la revista británica en la que se acusa a AMLO de falso mesías.
Vamos a concentrarnos en el reportaje del NYT, sin duda el diario más influyente del mundo, sobre la tragedia de la Línea 12. Antes de continuar, quiero destacar que esto es lo más fuerte que se ha dicho sobre la 4T en medios internacionales, ya que The Economist, el Financial Times, Le Monde, El País, La Vanguardia, The Nation, etcétera se habían concretado a golpear, con cierta dosis de mala leche, al presidente López Obrador con notas basadas en simples opiniones muy refutables, como la del mesías.
La nota de este domingo del NYT sobre la Línea 12 es un auténtico chingadazo entre ceja, oreja, nariz y ombligo que ha dejado tirado en la lona al secretario Ebrard. Un golpe sin opiniones, que conste: un golpe solo con hechos duros.
Lo que hizo The New York Times fue su propio peritaje: asesorados por expertos, sus periodistas tomaron fotografías y pidieron a especialistas en estructuras que las analizaran. A partir de ahí, los peritos llegaron a conclusiones que el NYT difundió en un reportaje de verdadera profundidad, espléndidamente ilustrado.
¿Por qué las explicaciones de Ebrard no fueron tomadas en cuenta por los periodistas y los expertos que los asesoraron?
Porque el canciller trató de justificar la mala obra que él construyó como jefe de gobierno de la CDMX, con puro rollo, más rollo, muchísimo más rollo y dosis excedentes de rollo.
La verdad de las cosas, entiendo a Marcelo Ebrard : por acelerado, por no controlar la corrupción, por querer destacar, por la manía de pretender inaugurar en su periodo una obra a la que le faltó tiempo de cocimiento, por frívolo o por lo que sea, el hoy canciller echó a perder su período como gobernante capitalino con la Línea 12, la peor obra pública de la historia mexicana, lo que es decir, ya que en nuestro país abundan muchas muy malas obras de infraestructura realizadas por los distintos gobiernos.
Estoy seguro de que el otro personaje de la vida pública mexicana golpeado por la información en comento, el ingeniero Carlos Slim, no va a salir a las redes sociales a dar explicaciones tan bobas como las de Marcelo Ebrard. El magnate mexicano esperará a que los peritajes oficiales — el realizado por el NYT ha sido un peritaje periodístico— determinen si su empresa constructora tiene o no algún tipo de responsabilidad, y sobre ello actuará como lo que es, un empresario serio que si algo debe, lo pagará a la Ciudad de México, así sea la reconstrucción completa del tramo fallido de la Línea 12 del metro.