Manuel Díaz, empresario y hombre de izquierda —evidentemente de una izquierda distinta a la de Morena— desde hace años publica columnas de opinión en SDPNoticias. Lo hace muy bien, sin duda. Sus lectores, numerosos, saben que Manuel es un duro crítico de la 4T y sus principales figuras. Ayer dio una tunda —injusta, desde mi punto de vista— a Octavio Romero, director de Pemex. ¿Por esto votaron? Octavio Romero

Hoy se lanza contra tres periodistas cercanos a AMLO, dos de ellos funcionarios públicos en la actualidad, y uno empresario: Jesús Ramírez, Jenaro Villamil y Epigmenio Ibarra.

Como SDPNoticias es un espacio de libertades en el que todo puede decirse, daré mi opinión acerca de las cuatro personas tan fuertemente cuestionadas por Manuel Díaz, basado no en información recopilada por ahí, sino en el trato, ya de bastantes años, que he tenido con Romero, Ramírez, Villamil e Ibarra.

  • Pemex y Octavio

Después de ver el caos en el Reino Unido relacionado con terribles problemas para garantizar el abasto de gasolina —ha habido golpes y las fuerzas armadas han tenido que intervenir para intentar superar las dificultades—, podemos concluir lo siguiente:

  • AMLO tenía razón en poner mucha de su atención en Pemex, ya que el petróleo, contra lo dicho por tantos analistas, está lejos de ser una mercancía del pasado; es decir, un mundo dominado por las llamadas energías alternativas todavía es una utopía lejana, por así decirlo.
  • El hecho de haber encontrado a Pemex en condiciones de quiebra y desorden en prácticamente todas sus áreas, convenció al presidente López Obrador de entregar la administración de la gran empresa mexicana a Octavio Romero, su mejor operador: el más confiable, el más honesto, el que no falla.
  • Me constan —porque les conozco muy bien— la capacidad de trabajo y la creatividad de Romero y de la gente que colabora con él, como Marcos Herrerías.
  • La gestión de Romero al frente de Pemex ha golpeado intereses enormes, sindicales y empresariales —y aun del crimen organizado, como en el combate al huachicol—, pero poco a poco, con mucho esfuerzo y enfrentado durísimas críticas surgidas desde todos los frentes, nuestra empresa petrolera está cambiando para bien.
  • Si México tiene futuro, y lo tendrá, en gran medida se lo deberemos al trabajo de Octavio Romero.
  • Conste, lo anterior lo afirmo desde mi ideología neoliberal. No veo al Pemex actual como un obstáculo al desarrollo sustentado en la libre empresa, sino como un aliado de los inversionistas privados dispuestas a participar en mercados competitivos y no solo deseosos de enriquecerse con contratos mañosos otorgados por el gobierno.

Nunca tanta libertad; y sí, gracias a que Jesús, Jenaro y Epigmenio debaten, no imponen ni censuran

No sé si el empresario y periodista Epigmenio Ibarra, exitoso productor de series para la TV —de alcance mundial, por cierto—, deba ser incluido en el mismo grupo de dos periodistas hoy funcionarios públicos en las áreas de comunicación del gobierno de AMLO, Jesús Ramírez y Jenaro Villamil. Creo que no es correcto hacerlo, pero el hecho es que Manuel Díaz los ubica al mismo nivel, y respeto su decisión.

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Solo diré que si ellos son quienes operan la política comunicacional de la 4T, merecen la mayor de las felicitaciones y el agradecimiento de quienes nos dedicamos al periodismo: nunca había habido más libertad de expresión en nuestro país.

Curiosamente, nunca habían sido más cuestionados los responsables de garantizar que la libertad se ejerza en los medios sin restricciones de ningún tipo.

No es el caso de Manuel —empresario en temas de comercio exterior—, lo aclaro para evitar malentendidos, pero lo cierto es que se cuestiona la política de comunicación de AMLO porque llega cada día menos dinero, por concepto de publicidad, a los medios.

Entiendo la molestia que ello genera en empresas sin otras fuentes de ingresos, pero se trata de algo que el país necesitaba.

Evidentemente debe existir publicidad oficial, pero con medida; lo que existía era el abierto derroche, y eso se acabó en la 4T.

Si tres periodistas profesionales y con experiencia como Jenaro Villamil, Epigmenio Ibarra y Jesús Ramírez contribuyeron a cambiar las cosas, merecerán el mayor reconocimiento.

No voy a intentar refutar, una a una, las críticas que ha hecho Manuel Díaz sobre los tres periodistas mencionados. Solo daré, en pocas palabras, mi opinión de ellos.

  • Epigmenio Ibarra es un notable escritor y un productor creativo como el que más. Lo conozco desde hace muchos años y su trabajo, que he seguido, me parece digno de admiración. Como corresponsal de guerra ha dado lecciones de periodismo. Como columnista es de lo mejor. Y como empresario productor de series de TV es socio y director de una de las empresas más globales de México, Argos. Todo su vida luchó por el cambio político y, desde hace tiempo, encontró en Andrés Manuel al dirigente que hacía falta para transformar positivamente a nuestro país. ¿Qué hace por la 4T? Desde fuera del gobierno, Epìgmenio cuestiona en sus artículos y en las redes sociales el pasado autoritario y defiende el proyecto en el que cree. No encuentro ninguna falta en su comportamiento; todo lo contrario, lo considero un ejemplar protagonista de la vida pública mexicana, alguien que arriesga para defender lo que cree, es decir, que rechaza quedarse en la comodidad de la vida privada donde, sin estar en el complicado debate público, podría simple y sencillamente disfrutar sin sobresaltos del auge de sus negocios. Considero un privilegio haber participado, hace años, en una empresa periodística con él.
  • Jenaro Villamil es, seguramente, el reportero más inteligente, cuidadoso, estudioso y honesto que conozco. Ha denunciado, como nadie, las malas relaciones entre el poder político y el poder mediático. Ello le ha generado enemigos que lo han atacado, pero no han podido destruirlo. Tomó el riesgo de aceptar la invitación que le hizo el presidente López Obrador para participar en el gobierno. Siempre es difícil para el periodista dar el salto de los medios al sector público. Creo que su trabajo lo ha hecho con profesionalismo y eficacia —se nota en lo bien que funcionan, a pesar de algunos problemas que deberán resolverse, los medios públicos—, pero, además de cumplir con sus actuales obligaciones, de vez en vez, para la mayor alegría de muchas personas que extrañan sus trabajos periodísticos, el mejor Villamil aparece en las redes sociales con tuits polémicos, con los que se puede estar, o no, de acuerdo, pero que sin duda elevan el nivel del debate. Nunca lo he visto intentar censurar a nadie: no tiene poder para ello ni lo intentaría. Lo he visto opinar, fuertemente sin duda, y aguantar las críticas de quienes no coinciden con su pensamiento. Esto no existía en otros tiempos.
  • Jesús Ramírez es ya toda una celebridad por las mañaneras. Lo conozco menos que a Epigmenio y a Jenaro, pero lo he visto actuar al lado de AMLO desde 2006. Se ha entregado con lealtad al proyecto de cambio de la 4T y sabe que su trabajo consiste en ayudar al actual presidente. Lo hace con dedicación. Se le ha acusado de controlar a las caricaturas de periodistas que asisten a las mañaneras, como el ridículo Lord Molécula, pero nadie ha podido demostrar que así sea. No creo que Ramírez se meta en eso. Tiene suficiente experiencia periodística como para entender que las tonterías de los paleros de AMLO en las conferencias de prensa perjudican al presidente, en vez de beneficiarlo. Eso sí, cuando periodistas importantes —Jorge Ramos, Denise Dresser, por ejemplo— aparecen en las mañaneras, Jesús se asegura de que tengan una participación de privilegio. No llama a los medios para amenazar editores o propietarios de empresas periodísticas, que era el único trabajo que realizaban directores de comunicación del pasado. Participa también en las redes y da su punto de vista. Se quejan los directores de los periódicos de que no les contesta las llamadas; seguramente prefiere no hacerlo porque sabe que, en general, no lo buscan para pedir información, sino para solicitar —y aun exigir— más publicidad, así que prefiere ignorarlos. Sus críticos en los grandes medios saben —o deberían saberlo— que si quieren polemizar con el presidente de México, solo tienen que presentarse en la mañanera, buscar a Ramírez, entrar al recinto, pedir el micrófono y decir lo que se les pegue la gana. Así lo hizo Julio Astillero Hernández un día que se molestó por haber sido incluido en la curiosa sección de las mentiras, sí, la de la señorita Vilchis, que no aporta nada, pero entretiene; por lo tanto, es una sección que yo eliminaría, pero seguramente Jesús no lo hará porque no fue idea de él establecerla, sino del presidente López Obrador, quien tiene su estilo muy personal de comunicar, y le funciona.