El ciclismo

Es la madrugada mexicana. Veo la ruta olímpica. Buenas noticias durante más o menos 160 durísimos kilómetros: un ciclista mexicano, Eder Frayre, logró estar toda esa distancia en el grupo principal, el de los favoritos, sí, los extraordinarios Tadej Pogačar, Primož Roglič, Wout van Aert, Richard Carapaz, Rigoberto Urán, etcétera. Tiene mérito en una carrera de más de 230 kilómetros y varias ascensiones al Monte Fuji. En total los ciclistas subieron casi 5 mil metros.

En los kilómetros finales, los más difíciles, la triste realidad del deporte mexicano apareció: Frayre no pudo más y se rezagó: llegó a 10 minutos del ganador, el ecuatoriano Carapaz. Otro latinoamericano, el colombiano Urán, terminó en el pequeño grupo de ocho competidores que perseguían al representante de Ecuador.

Medalla y casi medalla para México

Desde luego, debemos celebrar que México haya conseguido ya dos medallas: de bronce en tiro con arco mixto (Alejandra Valencia y Luis Álvarez) y de plata en la misma disciplina. El problema es que esta última se sumará a la estadística de los Países Bajos, ya que Gabriela Bayardo renunció a la nacionalidad mexicana.

He leído que ella lo hizo por amor a un holandés. Como explicación no convence: el matrimonio permite cambiar de residencia, pero no obliga a cambiar la nacionalidad de nadie.

Se puede vivir en el extranjero y competir por la nación de uno. El ganador de la medalla de oro en el ciclismo reside y paga impuestos en Andorra —mejor dicho, casi no paga en ese paraíso fiscal—, pero representó a Ecuador. Prácticamente todos los favoritos en la ruta ciclista residen fuera de sus países, especialmente en la mencionada Andorra, en Monaco, en una ciudad de España, Girona, y en Niza, Francia. Ninguno o muy pocos han cambiado su nacionalidad.

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En fin, seguramente a la medallista mexicano-holandesa le ofrecieron mejores apoyos en los Países Bajos que en su patria. Debe ser eso. Y debe llevar a una reflexión seria a quienes dirigen el deporte en nuestro país.

El vocero de Salinas

Frustrado porque México ganó y no ganó una medalla de plata, pero contento por la excelente ruta ciclista en Japón, dejé la transmisión que pude ver en un sitio especializado, Global Cycling Network, para navegar en la red en búsqueda de novedades relacionadas con la política mexicana.

“Dime con quién andas, decirte he quién eres”. Esta frase sí es del Quijote, específicamente de la Segunda parte del ingenioso caballero Don Quijote de la Mancha. En el periodismo podríamos decir: “Dime quiénes son tus colaboradores y te digo tu línea editorial”.

¿De qué hablo? De un artículo del salinista Otto Granados que encontré en El País, de España, edición mexicana.

Antes de continuar reproduzco la biografía del señor Granados que publica El País: “Otto Granados fue director general de Comunicación Social de la presidencia de México (1988-92)”. Como eso sin duda oculta el dato más importante, seguramente el que más enorgullece a Otto, él mismo lo difunde en el inicio de su escrito: “Entre 1988 y 1992 trabajé en la administración de Carlos Salinas de Gortari como director general de Comunicación Social y vocero de la presidencia”.

Esos periodistas salvajes

El País sintetiza el texto de Otto Granados con estas palabras: “Si los periodistas son como una manada de leones —siempre hambrientos— entonces la clave es ofrecerles información de calidad, creíble y oportuna”.

¿Eso es lo que hicieron el entonces presidente Salinas y su portavoz Granados entre 1988 y 1992? No estoy seguro. Pienso que sí fueron hábiles, pero no para brindar a los mexicanos “información de calidad, creíble y oportuna”, sino para algo muy distinto: engañarnos con la fábula de que la modernización emprendida durante esos años nos iba a llevar al primer mundo.

El plan de Granados

Cuando Salinas invitó a Granados a ser su vocero, este le presentó un plan: “montar un aparato potente de comunicación y diseñar una política eficaz que ayudara a la consolidación inicial de su presidencia”.

Otro Granados sabía qué hacer para lograr el objetivo:

“Fortalecer la oficina de comunicación presidencial para que funcionara como una genuina coordinación de todo el gobierno federal”.

“Para ello requeríamos básicamente su respaldo político (de Salinas), lo que otorgó a cabalidad”.

“Era indispensable centralizar” la comunicación para que todos en aquel gobierno “tocaran como una orquesta”.

“Este diseño incluía, y el presidente electo accedió, que los medios y agencias del Estado que formaban parte de la estructura orgánica de Gobernación pasaran a depender funcionalmente —es decir: de hecho— de la presidencia, lo cual no solo afinaría su sinergia sino que evitaba el manejo desleal, faccioso y tramposo con que se condujeron desde esta secretaría en el sexenio previo”.

Notimex

Y que sale el peine. Entre los medios y oficinas del Estado que Otto y Salinas tenían que controlar en forma directa estaba Notimex. ¿A quién le dieron la responsabilidad de dirigir a la agencia de noticias del gobierno de México? Respuesta: a Raymundo Riva Palacio, actualmente columnista de El Financiero. Pero esto ya lo sabíamos; inclusive recientemente lo recordó Andrés Manuel López Obrador. El presidente de México tuvo que referirse a esa parte, fundamental, en la biografía de Riva Palacio para explicar la razón de tantas falsedades que este tipo cuenta acerca de la 4T.

Por cierto, Otto Granados no solo publica en El País: también lo hace en El Financiero. No es el único colaborador que comparten ambos medios. Otro, muy destacado, es Salvador Camarena.

Dime con quién andas, decirte he quién eres… Hay líneas editoriales salinistas, como las de El País y El Financiero. Conste, salinismo no es necesariamente sinónimo de neoliberalismo, pero sí invariablemente de capitalismo de cuates, de conflicto de interés, de complicidad entre el poder político y el poder económico, de privatizaciones garantizando monopolios, etcétera.

La nariz de Salinas

Ha dicho Otto Granados en El País que Carlos Salinas “tenía un olfato formidable para la comunicación”. No tengo la menor duda, pero el señor Granados olvidó mencionar que la nariz de Salinas era todavía mejor para oler las oportunidades de negocio. Hizo muchos, todos lo sabemos.

Según el exvocero de Salinas, había empresarios que usaban a sus medios de comunicación “para defender y ampliar sus intereses, principalmente económicos, en diversos sectores”. Granados apunta que la situación ha cambiado, “pero no parece que demasiado”. Su artículo en El País es una excelente demostración de que algunas prácticas siguen vigentes, como la de utilizar al periodismo o a las empresas mediáticas para presionar al gobierno.

La popularidad de Salinas

El proyecto de comunicación de Salinas y Granados “se organizó sobre pilares más o menos sencillos”, a saber:

  • “claridad de los mensajes centrales”;
  • “transmitirlos bien y oportunamente a los públicos relevantes”;
  • “reunir a un equipo lo más experimentado posible de jefes de comunicación en cada dependencia relevante del gobierno”;
  • articular una relación eficiente tanto con los editores y redactores como con los propietarios de los medios”;
  • “mantener una buena coordinación y disciplina de todas las agencias estatales vinculadas con la comunicación, y”
  • “ganar confianza y credibilidad”.

¿Y lo mero principal?

Granados presume que fue muy buena su estrategia de comunicación porque la popularidad de Salinas era muy alta en su tercer año de gobierno, cuando el PRI logró en las elecciones intermedias 320 diputados federales.

Tiene razón, él y Salinas eran excelentes comunicadores por la claridad de sus mensajes, porque los transmitían oportunamente y —sobre todo— porque lograron mantener una “relación eficiente tanto con los editores y redactores como con los propietarios de los medios”.

Ahí está, disfrazado, lo mero principal del proyecto comunicacional de Salinas: la relación eficiente con los periodistas y los dueños de las cadenas de TV, de las estaciones de radio y de los periódicos.

Qué buen eufemismo ese de relación eficiente. Genial don Otto Granados. Seguramente él fue quien primero dijo pecho en vez de chiche y aquello tan reconfortante en los momentos de dolor de pasar a mejor vida en vez de morir.

Maravillosa creatividad la del señor Granados: decir relación eficiente con los medios en vez de abiertamente admitir que el gobierno de Salinas beneficiaba enormemente a periodistas y empresarios de medios que se dejaban beneficiar. Beneficiar, conste, en vez de dar muchos millones de pesos. Yo también sé de expresiones elegantes.

Los medios incómodos

Beneficiar solo a quienes se dejaban beneficiar, sin duda. Otto Granados cuestiona en su artículo de El País a aquellos periodistas y directores de medios que pretendían “hacerle sentir” al gobierno de Carlos Salinas “una suerte de superioridad moral o alardear de cierto puritanismo”. Pienso que Otto se refiere, todavía con enojo, a Proceso, La Jornada y El Norte (hermano mayor de Reforma), que no se dejaban manipular por el vocero salinista ni por las notas que difundían sus subordinados, como las de Riva Palacio y su equipo desde Notimex.

El juicio a la comunicación de AMLO

Después de describir la política comunicacional de Salinas, Otto Granados se avienta otros rollos solo para criticar la relación de López Obrador con la prensa, pero lo hace con cobardía: sin mencionar abiertamente al actual presidente.

Dice el salinista:

“Si los periodistas son como una manada de leones —siempre hambrientos— entonces la clave es ofrecerles información de calidad, creíble y oportuna, es decir, alimentar bien a la bestia”.

√ ¿”Alimentar bien a la bestia”? Es decir, entregarle el extra que Salinas y muchos otros presidentes han dado porque han estado conscientes de que la bestia no solo vive de información.

√ “Así funciona y al que no le gusten los fantasmas, que no salga de noche”. Es decir, que Andrés Manuel deje de quejarse: la prensa lo cuestiona porque no la alimenta, porque no da a periodistas y empresarios de medios —o a los hombres de negocios que financian compañías mediáticas— todo lo que exigen.

De eso se trata, según Otto Granados, “de construir una relación madura, tolerante y profesional”. Otro eufemismo: relación madura, tolerante y profesional en vez de dinero y negocios para que los medios y sus periodistas se dejen de estar dando lata.

El exvocero de Carlos Salinas seguramente después de terminar su artículo golpeó el escritorio y gritó: “¡¡¡Pero chingadamadre, ¿qué parte de dinero y negocios para los medios no entiende López Obrador!!!”? La vida sería tan fácil si todo el mundo comprendiera cómo es la vida real, no la fantasía de un presidente de izquierda que, para gente como Otto Granados, morirá engañado si cree que podrá transformar la naturaleza de la relación entre medios y gobierno.