Mientras la comentocracia liberal y ultraderechista se rasga las vestiduras por el supuesto “fraude” electoral en Venezuela, una de las elecciones más vigiladas en la historia, en Francia, una de las supuestas cunas de la “democracia” liberal, acaba de ocurrir algo que podría definirse de alguna manera como un golpe de estado blando.
Pese a que hace dos meses, una coalición de izquierda liderada, entre otras, por el buen amigo de AMLO Jean-Luc Mélenchon, ganó en las elecciones adelantadas convocadas por el ultra-centrista Emmanuel Macron, quién fue nombrado primer ministro fue el derechista Michel Barnier, cuya agrupación política quedó en ¡cuarto lugar! en las votaciones del país europeo.
Por supuesto, aquí no veremos la seguidilla de berreos y alaridos sobre el “fin de la democracia en Francia” y otras tonterías, como si lo hacen en el caso de Venezuela y ahora, con la reforma judicial, en México.
En fin, la hipocresía.
Y no esperen que la extrema derecha representada por Marine Le Pen apoye una moción de censura o repruebe la designación de Barnier. En medios de Francia ya se habla de un acuerdo tácito entre Le Pen, quién está de acuerdo con las posturas antiinmigrantes de Barnier, con Emmanuel Macron, prácticamente el dejarle el paso libre rumbo a las elecciones presidenciales del 2026.
Mientras la derecha avanza a ritmo acelerado recuperando espacios en Europa y otras partes del mundo, hay que recordar que los políticos liberales siempre elegirán aliarse con el fascismo antes que con el socialismo. A fin de cuentas, el liberalismo es únicamente el ala moderada de los fachos.