Hace un par de días, una aeronave CRJ-900 perteneciente a la línea norteamericana Delta Airlines tuvo un aparatoso accidente en el Aeropuerto de Toronto. El vuelo DL4819 provenía de la ciudad de Minneapolis, y aproximadamente a las 14:00 (hora local de Toronto) se suscitó el accidente aéreo.
Y antes de entrar en detalles, debemos tener claro que no hay una “epidemia” de accidentes, idea con la que me he topado en distintos comentarios en las redes sociales, ni tampoco se puede generalizar para alamar a nadie sobre “lo inseguro que es volar hoy en día”.
Es un hecho que recientemente, se han registrado varios accidentes aéreos, en diferentes latitudes del orbe; sin embargo, quiero que sepan que la aviación sigue siendo la industria de transporte más segura del mundo.
Que hoy la información se disemine más rápido es innegable. A diferencia del pasado, hoy todo mundo puede informar de un suceso, y lo que pasa en torno a la aviación es una caja de resonancia en redes sociales. No es los “accidentes aéreos” hayan aumentado exponencialmente, pero ya nos hemos referido a este fenómeno: la gente mete todo en un mismo costal, pero no, no es así.
En otra columna hablé ampliamente sobre la diferencia entre los accidentes y los incidentes, y recomiendo que la revisen, para mayor tranquilidad de mis estimados lectores, y para conocimiento de aquellos que hoy me estén leyendo por primera vez.
Dicho lo anterior, entremos de lleno al tema. En términos aeronáuticos, para que exista un accidente se requieren de varios factores, y no de una sola cosa. Es muy larga la cadena de procesos que se llevan a cabo dentro de la industria, precisamente para garantizar la seguridad de las operaciones; cuando esta cadena se rompe, los resultados son como lo ocurrido en el Aeropuerto de Toronto.
Y es que debemos sumar: las condiciones climatológicas no eran las adecuadas; en las imágenes disponibles se nota la presencia de nieve, y los pilotos tomaron la decisión de aterrizar en lugar de irse al aire (realizar una maniobra de “go round”).
Con los registros gráficos podemos darnos cuenta que el avión aterriza con mucha fuerza. Lo mejor y más prudente será esperar los resultados de las investigaciones, porque podría tratarse, como decimos en el argot aeronáutico, que “haya metido al avión” con mucha fuerza en la pista, y que esto provocó un despiste que terminó -literalmente- con el fuselaje de la aeronave “patas pa’ arriba”, bueno, en este caso con los trenes de aterrizaje apuntando al cielo.
Entrevistado por la BBC de Londres, el periodista y también piloto Dan Ronan hizo los siguientes comentarios sobre el avión siniestrado: “Los pilotos parecen haber intentado lo que se conoce como maniobra de cangrejo. Esto implica girar el avión contra el viento y luego directamente hacia la pista en el último momento.”
Ha trascendido en varios medios que la Torre de Control advirtió a los pilotos de las fuertes rachas de viento, que eran de poco más de 60 kilómetros por hora. El clima sin duda fue uno de los tantos factores responsables de que sucediera este accidente.
Como una persona que trabajaba volando “a diario”, debo insistir en lo importante que es no presionar a las compañías aéreas para que saquen sus vuelos aunque las condiciones climatológicas no sean las óptimas; incluso voy más lejos, no deben salir los vuelos si no existen los mínimos para volar.
Muchas veces se toman decisiones por la presión que los pasajeros ejercen para que su vuelo salga a tiempo, pero los que pagaron su boleto no son los únicos que presionan. Los administradores de las aerolíneas también presionan al personal de cabina y al de tráfico para evitar demoras, y todo eso genera un caldo de cultivo que termina por convertirse en otro factor que suma a la creación de un accidente.
Sin embargo, hay varios puntos que debo resaltar, por ejemplo que si bien es cierto el clima jugó en contra, también fue el clima quien contribuyó a que no hubiese pérdidas humanas. La nieve acumulada a los lados de la pista actuó como extintor para apagar las llamas que salían de las alas de avión. A tal grado que cuando la aeronave terminó de deslizarse por la nieve y quedó boca arriba, ya iba sin alas.
Un factor más que contribuyó a que no falleciera nadie a bordo, por el impacto del accidente, fue que los asientos de este modelo de aeronave, el “16G de alto impacto”, son de un diseño permite “absorber” gran parte del golpe; esto, junto con el frío, permitió que el avión no terminase despedazado en la pista.
Por supuesto, tendremos que esperar los resultados que arrojen las investigaciones oficiales, pero por lo pronto, me congratula informar que de los 80 pasajeros que iban a bordo de la aeronave, solamente 21 requirieron de hospitalización, y que 19 de ellos ya fueron dados de alta.
Pude ver la grabación que hizo un pasajero cuando está siendo evacuado del avión. Sin duda el usuario ha grabado un metraje muy interesante para analizar, pero ¡no puedo! con la falta de seguridad que eso representó.
Una vez más, los pasajeros siguen sin entender que sus pertenencias, maletas, bolsos y teléfonos móviles son intrascendentes en un accidente. Lo primero es salvar la vida. En serio, vi cómo se atoraban entre ellos al tratar de bajar su maleta ¿en serio pones lo material por encima de tu propia supervivencia?
No solo ponen en riesgo su propia vida cargando su maleta, sino que terminan poniendo en peligro a los otros pasajeros, incluyendo a los tripulantes, y todo por no entender que en caso de accidente debes bajar del avión sin nada en las manos y alejarte lo más rápido que puedas de la aeronave.
Cierro esta columna con los siguientes datos duros. A pesar de la sensación de que “hay más accidentes aéreos”, ¿saben cuántos accidentes se tuvieron en 2024?
Según información que brinda la Junta Nacional de Seguridad del Transporte de los Estados Unidos de Norteamérica (NTSB, por sus siglas en inglés), el año pasado, a nivel global hubo 257 accidentes.
Comparemos esa cifra con la registrada diez años antes: en 2014 hubo 362 accidentes. Esto significa que hay menos accidentes, a pesar de que ahora son mucho más las operaciones aeronáuticas realizadas en todo el mundo; pero déjenme insistir, la gran caja de resonancia llamada redes sociales amplifica estos eventos.
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