Las condiciones con las que llegará la candidata electa a la presidencia, Claudia Sheinbaum, serían la envidia de cualquier mandatario en el mundo. Aunque el altísimo margen con el que ganó la contienda le otorga todo el poder, existen graves e importantes decisiones que debe tomar y que la llevarán a ser la mejor presidenta que haya tenido México, o bien, pasar a la historia como la que dejó el país en ruinas, en lo político, lo económico y lo social.
El país que Sheinbaum hereda pende de alfileres. Como bien lo reconoció el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, la economía muestra un déficit mayúsculo, fuertes presiones inflacionarias y en el tipo de cambio; el colapso del sector salud y el sistema educativo en ruinas, la infraestructura se cae a pedazos por falta de mantenimiento e inversión; el sector energético nos coloca en desventaja comercial con el resto del mundo, sobre todo en temas de petróleo y producción de energías limpias, la generación de electricidad se apaga paulatinamente y además con inversiones que no han llevado a nada, como Dos Bocas, el Tren Maya o el AIFA.
Todo el poder
En lo político, hereda los hilos de poder que cualquier mandatario y otros más que hasta los dictadores envidiarían. AMLO hizo su chamba, no hubo fraude electoral, pero para que Claudia ganara, hizo un efectivo golpe de Estado blando para cambiar el régimen a su antojo.
La presidenta electa tiene el poder para corregir el desastre que le está dejando. Todos los elementos políticos a su alcance, una mayoría calificada en el Congreso y mayoría de los gobiernos estatales y municipales, con sus respectivos congresos.
El dilema está en corregir lo que estuvo mal y mejorar lo que venía funcionando, o mantenerse sumisa y aceptar lo que le imponga AMLO.
Los mercados reaccionaron
En estos momentos la incertidumbre es mayúscula, los ojos del mundo están puestos en México, los mercados financieros reaccionaron negativamente y en menos de una semana, el súper peso pasó de 17 pesos por dólar a poco más de 18, las bolsas cayeron y se pronunció la fuga de capitales.
No es la primera vez que un presidente entrante haya tenido que enfrentar un escenario complicado, hay quienes asumieron el reto y pasaron a la historia como los mejores presidentes y a quien llevó a la quiebra al país.
Lázaro Cárdenas, enfrentó una situación muy similar a la de Claudia. Heredó un país bajo el control del “caudillo” de la Revolución, Plutarco Elías Calles quien había impuesto el “Maximato”. Cárdenas rompió con él y aprovechó ese poder para establecer un régimen más democrático y plural, convirtió a México en un país de instituciones y lo llevó al inicio de su desarrollo.
Luego, de 1976 a 1994 vino el periodo del PRI hegemónico con gobiernos que se caracterizaban por las llamadas crisis de fin de sexenio. López Portillo, quien ni siquiera tuvo contrincante en la elección presidencial, el PRI gobernaba los 31 estados y tenía el control absoluto del Congreso, dejó al país en el mayor de los desastres y una de las peores crisis. Años después, Salinas de Gortari heredó a Zedillo la crisis del 94, que fue devastadora.
Gobierno ejemplar
El presidente Zedillo rompió totalmente con su antecesor, combatió la corrupción del expresidente y de su hermano y usó su poder para generar las condiciones para realizar la mayor reforma político electoral y reestructuró los fundamentos de la macroeconomía que permitieron que de 2000 hasta 2018, no se presentaran las crisis recurrentes, se mantuviera un crecimiento económico y pasáramos a lo que se conoció como la normalidad democrática.
La batalla al interior del poder
Lamentablemente, ahora se repite el numerito de los mesías y los caudillos y la batalla entre los “duros” y los moderados de la 4T, es decir, entre las tribus y quienes verdaderamente creen en un proyecto para mejorar al país.
Si la primera acción de Claudia es acceder al Plan C que AMLO y los duros quieren imponer, en ese mismo momento quedará atrapada y el país se vendrá a pique.
El viernes pasado Andrés ya anunció que no se va a su rancho, advirtió y tómenlo como una amenaza abierta: que sólo regresaría a la vida pública si “su presidenta” se lo pide o si ve algo en lo que tenga derecho a “disentir”.
Por lo pronto, Juan Ramón de la Fuente encargado de coordinar la transición, por cierto, un exfuncionario destacado del gabinete del presidente Zedillo, aseguró que la “transición será ‘sin ruptura’, pero ‘sin sumisión’.
La moneda está en el aire y Claudia tendrá que definirse más pronto que tarde. Esperemos que por el bien de la nación dé el “zedillazo”.
Manuel Díaz en X: @diaz_manuel