“Así es la locura del poder, tarde que temprano les da por jugar a Dios y decidir quién. Vive o quien muere !!!”
Manuel Clouthier C.
“Cuando una sociedad ya acepta o normaliza lo absurdo sin reaccionar, es que ya es una sociedad en decadencia.”
Liébano Sáenz
Después del ataque que sufrió el periodista de Radio Fórmula e Imagen TV lo ideal sería entrar en una etapa de reconciliación. Debería AMLO dar el primer paso poniendo un alto a lo que dice en la mañanera. Que frenara YA la polarización que tantos réditos le ha generado porque, aunque no es su intención, puede llevar a agresiones de fanáticos, como la última lanzada contra Ciro Gómez Leyva.
¿Lo recuerda? Apenas el miércoles soltó: “Es gente muy deshonesta, hay que seguir, hay que seguir informando, no dejarles libre el terreno, imagínense si nada más escucha uno a Ciro o a Loret de Mola o a Sarmiento. ¡No pues, además es hasta dañino para la salud; o sea, si los escucha uno mucho, hasta le puede salir a uno un tumor en el cerebro!”
Hay, señor, quien toma al pie de la letra estas palabras. Y resulta que alguien o muchos trataron de… no dejarle libre el terreno a Gómez Leyva; intentaron —sin éxito— callarlo para no volver a escucharlo. Inclusive si fueron sus enemigos, Andrés Manuel, para perjudicarlo a usted, el hecho es que el contexto del ataque al periodista es lamentable por tanto debate circular en las mañaneras con la prensa que solo hace su trabajo.
¿Hasta cuándo el juego, Andrés Manuel? Importa si aquello —y otras muchas cosas antes— las dijo en sentido real o figurado. Usted mejor que nadie sabe que hay personas —demasiadas— quienes le escuchan y le siguen a pie juntillas. Fanáticos que son capaces de todo con tal de congraciarse con usted. O de hacerlo para dañar a su gobierno. Lo mismo da, el resultado fue otro atentado, ahora a un periodista capitalino en la Ciudad de México.
Dese cuenta: en menos de dos días de que usted despotricara contra el periodista, atentaron contra su vida. No fueron novatos, dispararon a matar. Las fotografías que circulan no dejan espacio para la duda. ¿No es suficiente para llamar a la reconciliación?
Sigue usted sin entender que gobierna para todos los mexicanos; que ya no es candidato. Que cada persona que usted refiere como adversa al régimen o en lo individual la convierte en un señuelo; les está usted poniendo una “diana” a esas personas. Insisto, fanáticos a favor y en contra de usted sobran.
Podemos celebrar que Ciro Gómez Leyva saliera ileso del atentado en su contra, pero no debería ser normal que un periodista tenga que usar una camioneta blindada para saberse —medianamente— protegido.
¿Qué parte no ha entendido de que cada 14 horas se da algún tipo de agresión en contra de un periodista en nuestro país? Cada 14 horas… Tan solo en este año, México lleva más periodistas asesinados que los caídos en la guerra en Ucrania. Llevamos cuatro años consecutivos (lo que va del sexenio) liderando la lista de los países más peligrosos para ejercer el periodismo. Según las cifras de la Secretaría de Seguridad Pública y Ciudadana, para finales de octubre de este año, 13 periodistas han sido asesinados en México.
Debe usted condenar el atentado cobarde y artero. Que en esta ocasión le nazca emitir un rechazo sin cortapisas, sin adjetivizaciones. De lo contrario estaría enviando el mensaje equivocado, y esto sería altamente riesgoso para la estabilidad de la nación.
Basta ya del discurso en contra de los medios y todo aquel que señala sus yerros. Basta ya de culpar al pasado y de continuar polarizando a la población. Basta ya de promover abrazos —así sean en sentido figurado— para los criminales y fustigar a los periodistas y civiles que solo cumplen con trabajar.
Note usted que de poco o nada sirve la “solidaridad” de su gente vía Twitter hacia el periodista. ¿Culparía a Claudia Sheinbaum de la violencia ejercida en la Ciudad por ella gobernada antes de entender de buena vez que el ambiente invita a la violencia?
Porque si a esas vamos, podríamos entonces parafrasear a Liz Vilchis y plantear: “no tengo pruebas de dónde provino [la violencia], pero tampoco dudas”.
Y no faltará que su cuate, Epigmenio Ibarra, minimice el atentado contra Ciro ¡en el programa de Ciro!, porque también eso es cierto: aquí el adalid de la libertad de expresión no es usted, señor presidente. Es Gómez Leyva al tener a Ibarra todos los miércoles en su programa.
Lo que es más, este trágico —por fortuna no mortal— evento sacó a la luz al menos algo bueno: nace un candidato. Ciro es el tipo de persona que un buen porcentaje de la población apoyaría políticamente hablando. Alguien quien actúa profesionalmente, con honradez y capacidad simultáneamente; quien escucha otras opiniones, aun sin compartirlas, que puede debatirlas y aguantarse el miedo de decir la verdad.
Señor presidente: deje de ser el principal provocador de polarización, sea solidario con Ciro Gómez Leyva sin añadir nada y no se meta más con los periodistas. Poco vale asegurar que se defiende la libertad de expresión si la tribuna presidencial es el primer lugar donde se trata de forma tan indebida al periodismo.