“Siempre va a fracasar porque su alma está muerta”.

Rasputín, místico ruso

Había cinco, pero “uno de los barcos ha zarpado hoy hacia Montenegro, fuera del territorio de la UE, tras permanecer 146 días en aguas del puerto”.

Eso he leído en La Vanguardia, diario líder de Barcelona.

Todavía, “como mínimo”, quedan cuatro superyates de multimillonarios rusos en los muelles de la Marina Port Vell.

Son los barcos de recreo de cuatro conocidos oligarcas de Rusia, aliados de Putin:

Roman Abramovich.

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Sergei Chemezov.

Andrey Molchanov.

Vagit Alekperov.

Son cuatro ultrarricos más que cercanos a Vladimir Putin; alguno o algunos de ellos hasta cuidarán el dinero del dictador y su familia. ¿Ya entenderá la izquierda mexicana que el actual y muy miserable gobernante ruso nada tiene que ver con el comunismo de revolucionarios como Lenin o Trotski, todo lo criticables que se quiera, pero idealistas y sin interés por la riqueza burguesa.

La Vanguardia ha analizado “posibles sanciones” contra los cuatro lujosos yates de los multimillonarios de Putin.

El barco que huyó, “tras una estancia de 146 días en Barcelona”, ya navega rumbo a Tivat, “un puerto situado dentro de las bocas de Kotor en Montenegro, un territorio fuera de la Unión Europea”.

Debe impedirse que huyan los otros superyates —de más de 100 millones de euros cada uno—. No solo debe confiscarlos la autoridad europea, sino inclusive hundirlos, dede luego sin tripulantes, en cualquier lugar del océano donde menor daño ambiental generen, pero transmitida tal acción en vivo y en directo por TV e internet para dar una lección al mundo.

Es la menor solidaridad que merece tanta gente que en Ucrania ha sufrido la invasión más brutal y criminal en muchísimo tiempo.

Si Europa y Estados Unidos abandonaron a ucranianos y ucranianas militarmente —¡¡¡y cobardemente!!!—, al menos que destruyan tales embarcaciones producto de la gran corrupción rusa.

No será la mayor sanción económica —poca cosa comparada con echar del sistema de pagos globales Swift a algunos bancos rusos—, pero sin duda un golpe de efecto que podrá ayudar a elevar la moral de la heroica población de Ucrania que no merece la barbarie de un loco como Vladimir Putin, quien sostiene buena parte de su poder en la riqueza de unos pocos megarricos que han acumulado escandalosas fortunas en una sociedad rusa poco próspera que merecería otra suerte.