IRREVERENTE
Les platico en esta segunda parte de los actos de rapiña que sufren los migrantes que en caravana o por otros medios están estacionados desde hace dos semanas en la Central de Autobuses de Monterrey.
La rapiña se refiere al aprovechamiento de la desvalidez y extrema necesidad de quienes la sufren.
La cometen en México las bandas de delincuentes que acosan a los migrantes centroamericanos que viajan hacia el norte.
Los “contratistas”
Igualmente la cometen los que aprovechándose de la extrema necesidad de esas personas, las “contratan” a un tercio o menos de los tabuladores laborales para realizar trabajos en la industria de la construcción y de servicios domésticos.
Antes de la llegada a Monterrey de los hondureños, salvadoreños, haitianos y de otros centroamericanos y del Caribe, los vivales a quienes me refiero concentraban su operación en la Alameda Mariano Escobedo y en las inmediaciones de la Iglesia Santa María Goretti.
Ahora pululan también en la Central de Autobuses de Monterrey, donde los migrantes duermen en la calle y están a la espera de que las líneas de autobuses les vendan boletos para viajar a la frontera norte.
Estos “contratistas” recorren furtivamente las hileras de gente acostada o sentada en el piso y susurran: “carpinteros, electricistas, plomeros, jornaleros, albañiles, jardineros, milusos”, y tan pronto una mano se levanta lo jalan y en corto le ofrecen trabajo que les dará dinero para su deplorable subsistencia en estas bárbaras, sedientas y violentas tierras del norte. Así los enganchan.
El INE
Son tan confiados estos “contratistas” que se dan el lujo de mostrar sus credenciales del INE para inspirar confianza en sus víctimas y para ganárselos a sus competidores.
Algunos de los “contratados” lograron tomarles fotos con sus celulares a las credenciales del INE que les enseñaron sus “patrones”.
Dos de ellas corresponden a Disraelí Carlos “N” y a Luis Daniel “N”.
Mi BigData verificó sus datos y en el caso del primero, el domicilio que aparece en su INE corresponde al de su mamá.
El del segundo es donde tiene su “taller” de carpintería. Mi equipo lo estuvo esperando por dos horas y nunca se apareció, pero logramos tomar las fotos que acompañan a este artículo.
Con el del primero, averiguamos donde tiene su negocio e igualmente lo fotografiamos.
A $1,000 la semana, bueno, también a $1,500
Los testimonios de hondureños y salvadoreños refieren que les ofrecen entre $1,000 y $1,500 por semana, siendo que los tabuladores para la mayoría de los puestos citados oscilan entre $3,500 y $5,000 semanales.
No les ofrecen IMSS ni protección alguna para el caso de sufrir algún accidente.
Por su cuenta, los “contratados” deben encargarse de sus comidas.
Eso sí, a las 5 de la tarde, muy puntuales ellos, los “contratistas” pasan a recogerlos y los regresan a la Central de Autobuses.
Y al día siguiente, otra vez. Pasan por ellos a las 9 de la mañana, los dejan en la obra y así, hasta que el hilo se revienta.
No respetan edades pues reclutan incluso a adolescentes. Los meten en sus camionetas estacionadas a un costado de la avenida Colón y se los llevan a las obras en Monterrey, Guadalupe, San Pedro, San Nicolás, Santiago y otros municipios.
Estos cabrones cobran muchísimo más a sus clientes, a los que les ofrecen “mano de obra altamente calificada”.
O sea, engaño por todos lados.
Aquí se las dejo a las autoridades de Profeco, del IMSS, del INM y a los órganos fiscalizadores de Nuevo León.
CAJÓN DE SASTRE
“Méndigos”, remata la irreverente de mi Gaby.