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La refinería de Cadereyta, Nuevo León es de gran importancia para el abasto de gasolinas y diésel para una amplia región del norte de México además de tener un fuerte efecto multiplicador en la economía del estado que gobierna Samuel García; por lo que cerrar esta planta petrolera por contaminante cuando está comprobado que hay otras fuentes de la polución en la zona conurbada de Monterrey, sería un error.
El complejo petrolero de Cadereyta fue inaugurado el 18 de marzo de 1979 por lo que lleva 45 años operando en la entidad, y su nombre en realidad es Refinería Ing. Héctor R. Lara Sosa.
La refinería de Cadereyta fue la primera del Sistema Nacional de Refinación en poner en operación una planta especialmente diseñada para reducir el azufre de las gasolinas a valores de 30 partes por millón o menos, esto según información en la página de Petróleos Mexicanos (Pemex).
En la actualidad la refinería se hace cargo de producir gasolina Pemex Magna UBA, Pemex Diésel UBA, propileno, gas LP, azufre, coque, entre otros petrolíferos.
La producción de este complejo petrolero abastece de combustibles, además de Nuevo León, a los estados de Coahuila y Chihuahua y parciamente a Durango, San Luis Potosí, Tamaulipas y Zacatecas.
El complejo petrolero de Cadereyta, tiene una capacidad de refinación para producir 275 mil barriles diarios de gasolina y diésel, lo que representa el 28% de la producción nacional de estos combustibles.
En los últimos años la refinería establecida en Nuevo León ha bajado en un 90% su consumo de combustóleo y se espera que para finales de este año el complejo petrolero deje de trabajar con el mismo completamente.
El cerrar el complejo petrolero de Nuevo León ocasionaría que la economía de ese estado tuviera pérdidas por más de 80 mil millones de pesos al año, además de que se perderían una cantidad considerable de empleos y el cierre de empresas locales que actualmente están dentro de la cadena de suministros para la refinería.
Luego de que la candidata de Fuerza y Corazón por México prometió que de llegar a la presidencia cerraría la refinería de Pemex en Cadereyta, en Nuevo León, el alcalde panista de ese municipio, Cosme Leal, se mostró en desacuerdo y señaló que no lo permitiría.
El edil neolonés afirmó en sus redes sociales que “Como alcalde de Cadereyta a mí no me tiembla la mano: voy a defender nuestra refinería contra todos los políticos, independientemente del partido que sean, cuando estos quieran afectar la fuente de ingresos de miles de familias jimenences”
Al cerrar la refinería de Cadereyta no solo se afectaría a los trabajadores de la planta de Pemex, también serían afectadas las empresas del municipio que ofrecen productos y servicios para los trabajadores de Petróleos Mexicanos y sus familias ya que el consumo bajaría de forma considerable.
Otro problema que acarrearía cerrar la planta de transformación de petróleo de Nuevo León, es que con esto se tendría un mayor rezago en la soberanía energética del país, por lo que habría que aumentar la importación de combustibles y pensar en la posibilidad de que todos los automóviles y camiones sean eléctricos en el corto plazo, es una utopía.
El exgobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez (“El Bronco”), así como el actual mandatario de la entidad norteña, Samuel García, se han quejado de que la refinería de Petróleos Mexicanos en Cadereyta, es el foco principal de la contaminación en esa región del país; pero cifras de la Secretaría del Medio Ambiente nos hablan de que los contaminantes más nocivos para la salud pública, son generados por industrias privadas, como es el caso de las pedreras.
Desde 2013 datos del Clean Air Institute, mostraban la contaminación que emitían las 64 pedreras que operaban en ese entonces en Nuevo León con permisos “emitidos vía corrupción gubernamental”, mismas que convirtieron a Monterrey en la ciudad más contaminada de América Latina, por encima de la CDMX, Cochabamba, Bolivia; Santiago de Chile y Lima, Perú; con una concentración promedio anual de 85.9 microgramos por metro cúbico de partículas suspendidas menores a 10 micras, cuatro veces más del límite recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
Culpar a la refinería de Pemex en Cadereyta como foco principal de la contaminación en esa región del país es una falacia, pues cifras de la Secretaría del Medio Ambiente nos hablan que dos de los contaminantes de los más nocivos para la salud pública en la capital de Nuevo León y su zona conurbada son generados por industrias privadas.
El dióxido de nitrógeno (NO2), que produce diversos daños a la salud respiratoria, es generado por un grupo de ocho plantas de empresas privadas instaladas en la zona conurbada de Monterrey que generan 400% más emanaciones que la propia refinería de Pemex, es decir, cinco veces más.
Las autoridades de Pemex han realizado esfuerzos para que la emisión de contaminantes de la refinería de Cadereyta baje y se mantengan bajo la norma permitida.
Las fuentes móviles corresponden al transporte público y de carga, taxis, vehículos pesados, tractores, ferrocarriles, aviones montacargas y vehículos particulares, generan también una contaminación muy fuerte a la capital de Nuevo León.
Según datos de ProAire en Monterrey y su zona conurbada las fuentes móviles tienen el primer lugar en la emisión de CO2, 96% y NOx, 68%, y segundo emisor de COV (COV= compuestos orgánicos volantes), con 23%.
Cerrar la refinería de Cadereyta sería un grave error por las consecuencias negativas que acarraría esta decisión y los graves daños económicos para Nuevo León y otros estados del norte del país.