Insensibilidad. Esa es la palabra que siempre he adjudicado a todos los presidentes ante las desgracias que han marcado la historia en este país.

Felipe Calderón, al menos, mostraba un poquito dolor y pena cuando hablaba de los muertos por la guerra contra el narco. Se le veía consternado y triste. Yo no sé si actuaba o en verdad le dolía. Pero lo recuerdo así.

Enrique Peña Nieto ante los jóvenes desaparecidos en Ayotzinapa también dejaba ver un velo de preocupación. Aunque por supuesto él sabía y sabe qué es lo que sucedió con ellos, me impresiona que los paparazzi lo han fotografiado comprando calcetines feliz de la vida en España. Sonriente y en paz. No sé cómo duerme con el tema de los jóvenes en Ayotzinapa. Supongo que  vivir en ese país le da paz a muchos.

Parece, por cierto, que justamente España se está consolidando, sobre todo Madrid, como sede de los exiliados de este país. Se van tristes pero vivirán felices allá.

Ahora con el tema del alcalde de Chilpancingo, decapitado, y las fotos de su cabeza sobre un toldo de un coche corriendo como pólvora en redes sociales, sin ningún filtro, esperaba que la presidenta pudiera mostrar un poquito más de pena y dolor, pero no. Nada.

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Vi el documental de Claudia Sheinbaum, llamado “Claudia: El Documental” y me pareció muy bueno y muy bien hecho.

Pero hay una escena en donde una amorosa Claudia abraza a su madre, Annie Pardo, y ella le devuelve el abrazo con frialdad, para después aceptar que siempre fue una madre un poco dura con Claudia, quizá porque de esta forma creía que le estaba formando carácter.

Pero una madre o un padre duro en la vida de cualquiera deja estragos.

Quizá por eso Claudia Sheinbaum no mostró mayor tristeza por el tema del alcalde. Me imagino que quizá no vio la foto de la cabeza de Alejandro Arcos. Yo todavía tengo esa imagen grabada y me taladra mi mente.

Claudia, dura como su mamá, se limitó a decir que iba a investigar quiénes fueron los culpables y que iba a buscar las causas y el origen de tantos homicidios.

Minutos después, se puso feliz y sonriente al platicar que el AIFA fue reconocido como uno de los aeropuertos más bonitos.

Le dio vuelta a la página.  Así... sonriente.

Me pregunto si quizá es requisito para ser político o política  en este país no tener un gramo de sensibilidad.

Es como los doctores, que parece que van formándose una coraza y ya no sienten dolor por  el dolor de sus pacientes.

Según que porque si sintieran tristeza por cada paciente fallecido o en sufrimiento no podría ejercer su profesión. Así me lo platicaban algunos doctores que he conocido en mi vida.

Mi oncólogo, por cierto, ahora recuerdo que me llamó por teléfono cuando mi hermana había muerto por cáncer para darme el pésame y decirme que lo sentía muchísimo. Mi hermana también había sido su paciente.

Ahí supe que no en todos los doctores hay rastros de dureza e insensibilidad.

Yo diría que con urgencia necesitamos a una presidenta  que se muestre un poco más sensible al dolor de otros.

Lo  que considero que quedaba por hacer, en mi opinión, en aquella mañanera donde se supo de el asesinato del alcalde, era haberla suspendido, como una señal de duelo y dolor.

Pero no, las noticias importantes fueron las que tenían que ver con la reforma judicial. Y el premio al AIFA por ser el más bonito.

Claudia Sheinbaum al menos debería de haber asistido a Chilpancingo a darle el pésame a la familia. A tener una reunión privada con ellos... ¡Algo! Porque en verdad pareciera que ella está más del lado de los malos que de los buenos.

¡Ah!, porque eso sí, dijo enfática y hasta enojada que Evelyn Salgado, gobernadora de Guerrero contaba con todo su apoyo y casi casi amor y protección.

Veo que la gente está perdiendo su valor más importante que es la sensibilidad y la humanidad.

¿Nos da igual ver escenas tan horribles como la del lunes? ¿Nos da igual el desastre natural que se viene para Tampa y Orlando así como sus comunidades de alrededor por el huracán Milton? ¿Nos da igual los desaparecidos, los feminicidios, el odio y el desamor? ¿En qué momento los políticos y sobre todo los que llegan al máximo poder como Claudia Sheinbaum dejan de sentir compasión?

Sin duda, hay que aventarse un clavado a nuestras emociones para ver en qué momento dejamos de sentir.

Yo confío que la presidenta tendrá un poco más de sensibilidad en torno al tema del alcalde Alejandro.

Y se le verá más sensible ante lo que venga, porque desgraciadamente el escenario del futuro no lo veo tan pacífico ni tan alentador.

Es hora de sentir.

Es cuanto.