Javier Sicilia, en su momento, lideró un movimiento de masas, en donde decenas o cientos de miles de personas se manifestaron contra el genocidio que representó la fallida “guerra contra el narco” del espurio y falso “presidente” Felipe Calderón, misma que costó la vida del hijo del escritor, Juan Francisco.

El dolor de Sicilia por su pérdida fue comprensible y enorme. Pero eventualmente, el columnista de Proceso perdió el rumbo. A muchos de quienes en algún momento nos sumamos a su reclamo, nos repugnó su protagonismo y su necesidad de besuquearse con criminales de guerra como Calderón. Eventualmente, el ultracatólico terminó por sumarse a llamados al fallido y antidemocrático “voto nulo” y a consignas vacías del estilo “todos los políticos son iguales”.

En algún momento, el rechazo siempre presente del poeta hacia el ahora presidente se convirtió en un odio irracional. Su más reciente texto publicado en Proceso, semanario cada vez más derechizado y parcial, no solo es una burla a los sobrevivientes y descendientes de masacres como el Holocausto y la matanza de más de 20 millones de personas de la URSS durante la Segunda Guerra Mundial, sino que ni siquiera debería haber sido publicado al no pasar los requisitos mínimos de calidad en cualquier publicación.

Dice Sicilia en su diatriba que AMLO “no es Hitler” ya que “carece de su genio” (sic) y “de la disciplina de las masas”, pero luego dice que ha construido su poder a lo que llama, con el desprecio racista y clasista de la élite cultural a la que pertenece como hombre hetero blancomestizo, “la masa”. Luego entonces ¿es o no es AMLO el símil del dictador alemán?

La realidad es que Sicilia ha caído bajo, tan bajo como para repetir las estupideces de personajes fascistoides de baja ralea, como Chumel Torres u otro grupo de dementes de la época de calderonato, que hasta blogs y páginas de internet crearon llamando al presidente “mesías” y “Pejitler”.

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Lo que hizo Sicilia tiene un nombre muy específico: “Reductio ad Hitlerum”, una falacia argumentativa en donde al enemigo se le compara con el dictador fascista a falta de argumentos sustanciales y reales.

Javier Sicilia nunca fue un gran poeta, ahora que se ha retirado del mundo de las letras es todavía un peor analista, quizás el peor de todos los que publican actualmente en los medios tradicionales mexicanos. El odio, el racismo y el clasismo lo ciega.