A finales del 2014 durante una espera por una conexión en el aeropuerto de Barajas de Madrid, (Hoy, por cierto, Adolfo Suérez) leí un ensayo de Iñaki Anasagasti, de la editorial La esfera de los libros, titulado: “Jarrones Chinos”.
La expresión que intitula al libro hace alusión a los expresidentes españoles (Arias Navarro, Suárez, Calvo-Sotelo, González, Aznar y Rodríguez Zapatero), porque nadie sabe dónde colocar algo “tan valioso”.
Se le atribuye a Felipe González acuñar la famosa frase que dice: “Los expresidentes son como jarrones chinos en apartamentos pequeños. Todos les suponen un gran valor, pero nadie sabe dónde ponerlos y, secretamente, se espera que un niño les dé un codazo y los rompa.”
Algo similar está sucediendo en la política mexicana. Pero con el peculiar estilo de la 4T se busca llegar a donde nadie se ha atrevido.
El próximo domingo 1 de agosto se llevará a cabo la consulta popular para saber si se enjuicia o no a los expresidentes de México.
Varias aristas que analizar:
1. La pregunta.
No podría ser más barroca ni ambigua y eso que la redactó la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Según el portal del INE a la letra dice:
Contenido de la pregunta:
La Consulta Popular pretende que la ciudadanía muestre su aprobación o rechazo a que, con apego al marco legal, sean llevadas acciones para el esclarecimiento de decisiones políticas tomadas en el pasado. De manera específica, la pregunta sometida a consideración del electorado será la siguiente:
¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?
Consulta popular
2. Requisitos para ser vinculante.
Tener carácter de vinculante, en palabras claras, es que el resultado sea obligadamente aplicado.
Para que lo sea, la participación del próximo domingo deberá superar los 37.5 millones de votantes, esto es el 40 % del padrón electoral vigente. Este umbral de validez resulta prácticamente inalcanzable y peor aún a meses del desgaste de una jornada electoral constitucional.
3. Una verdad de perogruyo.
Nadie está defendiendo a los expresidentes. ¡En absoluto! Si alguno actuó fuera de la ley o tiene faltas que no hayan prescrito, adelante, que se les acuse, se les juzgue y en su caso se les condene.
Lo que no queda claro es porqué consultar al pueblo si se debe o no cumplir la Ley.
4. La habilidad del Presidente.
Algo evidente es la gran capacidad del presidente López Obrador en el manejo de la agenda nacional. Esta jugada es un distractor además de perfecta ocasión para reavivar las arengas de guerra electoral que lo llevaron al triunfo presidencial.
Es cumplir con la palabra empeñada de hacer justicia y terminar con los intocables, aunque jurídicamente lo único que para ello se requiere es voluntad y pruebas.
Estaremos atentos del resultado de la consulta dominguera que vale la pena decirlo, como ejercicio democrático y de participación ciudadana siempre tendrá de suyo un lado positivo, es el tema lo que deja mucho que desear.
Finalmente, coincido en que son como jarrones chinos, lo más triste del asunto es que los presidentes en funciones, inexorablemente, cada día están más cerca de ser otro más.