La reciente visita de Santiago Abascal, líder de Vox, a México continúa generando polémica. Como bien señalé en mi columna intitulada “¿Qué es el Partido Acción Nacional?” publicada en SDPnoticias, el PAN cometió un serio error tras haber suscrito la Carta de Madrid, documento que pretende sentar la base para la unión de los partidos de derecha en España y América para detener el avance del comunismo.

A partir de este evento, analistas políticos, comentaristas y líderes de opinión han criticado severamente al PAN, y algunos despistados le han tildado como partido de extrema derecha. Algunos opositores y activistas se han aventurado a llamarles fascistas. ¡Fascistas! Quizá derivado de un desconocimiento de la historia de las ideas o de un interés dirigido a dañar la reputación del primer partido de oposición en México, un sinnúmero de simpatizantes del progresismo se han lanzado contra el PAN con argumentos que difícilmente pueden sostenerse a la luz de la evidencia.

¿De verdad el PAN es un partido de extrema derecha? Para resolver esta interrogante debemos inicialmente preguntarnos ¿Qué es la extrema derecha?

La actual extrema derecha es “extrema” luego del surgimiento de las nuevas corrientes de pensamiento surgidas como resultado de la reivindicación de derechos de minorías. En otras palabras, el legítimo reclamo de la comunidad LGBT+ y el feminismo han empujado a la antigua “derecha” hacia la “extrema derecha”.

Si bien partidos como Vox o el Ressemblement National francés no hubiesen sido considerados partidos de extrema derecha durante el siglo XX, el surgimiento de reivindicaciones catalogadas dentro del progresismo de izquierda desplazaron a la antigua derecha hacia el extremismo. Es decir, la actual extrema derecha no representa nuevos votantes ni invita a sus simpatizantes a abrazar corrientes nuevas, sino que se limita a propugnar la protección de valores tradicionales tales como la familia natural, la religión mayoritaria, la lucha contra el aborto y la unidad nacional (particularmente en lo que refiere a las ilegales reivindicaciones separatistas de regiones como Cataluña o Córcega)

Sin embargo, estos partidos sí que han aprovechado las coyunturas políticas y económicas para defender las fronteras nacionales y la suspensión de la inmigración ilegal. Desafortunadamente, estos argumentos, defendidos bajo una lente económica relacionada con la necesidad de proteger el empleo de la clase trabajadora nacional, han atizado la xenofobia y odio racial.

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¿Alguna vez el PAN ha promovido el trato diferenciado de los mexicanos bajo un argumento de raza o clase social? ¿Se ha opuesto abiertamente al arribo de migrantes económicos que huyen de la precariedad de Centroamérica? ¿se ha manifestado en contra de la llegada de refugiados? La respuesta es claramente no. Por lo anterior, a la luz del concepto clásico de la extrema derecha, el PAN no debe ser catalogado en este grupo de agrupaciones políticos.

En suma, si bien Acción Nacional cometió un error tras reunirse con Vox, y no obstante sus posturas históricas en defensa de los valores tradicionales, el PAN no debe ser catalogado como un partido de extrema derecha. Para desgracia de su viabilidad política, su encuentro con Abascal será explotado mediáticamente, y seguramente los votantes le harán rendir cuentas en los próximos comicios.